El primer ‘Informe Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales’ ofrece datos reveladores acerca de la potencia económica de las industrias culturales y creativas: representan el 3,39% del PIB mundial y el 3,55% del empleo total. Con picos como los de las capitales de China y Burkina Faso, Pekín y Uagadugú, respectivamente, que aportan el 11% y el 10% al PIB local. Asimismo, el turismo cultural generó más de 741.000 millones de dólares en 2023 en 250 ciudades monitorizadas por la UNESCO.
No obstante, la UNESCO propone precisamente en Mondiacult 2025, cumbre con más de 160 delegaciones ministeriales que se celebra en Barcelona hasta el miércoles, y que comenzó este lunes con una ovación clamorosa contra el genocidio en Gaza, un cambio de mirada hacia la cultura. Un tránsito urgente del enfoque de las políticas públicas en la industria cultural a uno centrado en la cultura como un derecho ciudadano, con énfasis en el acceso y la participación de todas las personas en la cultura. Pedro Sánchez, Ernest UrtasunJosé Manuel Albares y Salvador Illa dieron vuelo con sus parlamentos al cambio de paradigma que propone Mondiacult 2025 con Barcelona como epicentro.
Desigualdades
Aquí se tuercen las cosas. Por ejemplo, el gasto per cápita medio de los estados de la región UNESCO Europa y América del Norte es de 418,56 dólares, cantidad que supone casi 13 veces más que el gasto del resto del mundo en su conjunto. De igual modo, hay notables disparidades de género: mientras que las mujeres representan el 38% de la mano de obra cultural mundial, solo se benefician del 20% de la financiación pública destinada a la cultura y ocupan menos del 30% de los puestos de liderazgo en las organizaciones culturales.
El informe tiene por subtítulo ‘La cultura: el ODS ausente’, en referencia a que la cultura carece de un objetivo de desarrollo sostenible (ODS) propio en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Aunque sí está presente de manera transversal en algunas de las 17 metas de la Agenda 2030. El objetivo prioritario de Mondiacult 2025 es conseguir que la cultura tenga un ODS independiente en la Agenda posterior a 2030. De esta manera despegaría en las prioridades internacionales. «Con el fin de construir el futuro que deseamos y el mundo sostenible que nuestras comunidades merecen», escribe Audrey Azoulay en el prefacio del informe, de más de 400 páginas. La UNESCO inicia con este documento una sistematización de los datos culturales de todo el planeta, con la intención de publicarlo cada cuatro años.
Los riesgos de la inteligencia artificial
El segundo de los seis capítulos del ‘Informe Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales’ está dedicado a ‘Emplear las tecnologías digitales para reducir las desigualdades y estimular la innovación’. Si el mercado de contenidos audiovisuales generados por inteligencia artificial estaba valorado en 6.000 millones de euros en 2023, se prevé que aumente hasta 48.000 millones en 2028, estima la UNESCO. «A medida que estas tecnologías siguen evolucionando -expone Azoulay-, también lo hacen los riesgos asociados, desde la pérdida de ingresos para los creadores hasta las preocupaciones sobre la propiedad intelectual y, en términos más generales, la posibilidad de un empobrecimiento cultural». El informe apremia a legislar frente a los «nuevos riesgos para la diversidad cultural y la visibilidad y circulación de las diversas expresiones culturales», así como frente a la amenaza que las inteligencias artificiales significan para los «creadores culturales».
Por delante del capítulo digital, solo está el dedicado a ‘Promover la participación inclusiva y equitativa en la vida cultural‘. Esto es, a los derechos culturales, corazón de Mondiacult, que la UNESCO resume en el «acceso y la oportunidad de experimentar la vida cultural y el patrimonio»; «la capacidad de participar activamente en prácticas culturales, criticar las tradiciones y elegir libremente las afiliaciones culturales»; y la posibilidad garantizada de «crear e influir en las prácticas, las normas y el patrimonio culturales».
Educación artística
Los otros cuatro capítulos del primer ‘Informe de la UNESCO sobre Políticas Culturales’ están destinados a ‘Fomentar la cultura y la educación artística’, ‘Fomentar un ecosistema cultural inclusivo y sostenible e impulsar el desarrollo económico’, ‘Afrontar el cambio climático y promover la sostenibilidad medioambiental a través de la cultura’ y ‘Proteger a los artistas y la cultura en situación de riesgo y reforzar la resiliencia, la paz y la seguridad’.
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