Europa levantó la Ryder Cup en una selva. El Berthpage Black, a 45 minutos de Nueva York, fue un recorrido que no necesitaba de serpientes y cocodrilos para intimidar. El aliento a los norteamericanos y los alaridos contra los europeos resultó ensordecedor, intimidador e impropio del golf. El ruidoso público creyó en el milagro de la remontada. Los marcadores en la última jornada les daba aliento. Los puntos a favor de EEUU fueron cayendo, y la amplia desventaja se fue recortando con cada partido. Pero la montaña era inmensa, de siete puntos, y Europa pudo al final ganar en campo contrario, algo que no sucedía desde 2012.
Shane Lowry reacciona tras embocar el putt decisivo en el hoyo 18 en Bethpage Black. / MIKE STOBE / Getty Images via AFP
Los europeos llegaban al día definitivo con 11,5 a 4,5 de ventaja. Les bastaba 2,5 puntos en los 12 partidos individuales en juego. Parecía una empresa fácil. Y no lo fue. La resolución estuvo a la altura de lo que se espera de la Ryder Cup, un espectáculo en que se desborda la pasión con fervor patriótico. Y más en estos Estados Unidos de Donald Trump. Fue un último día frenético.
La caza norteamericana resultó impresionante. Cameron Young ganó el primer punto del día para EEUU con un gran putt en el hoyo 18 (6-12). «Todo la vida he soñado con un putt así», dijo al concluir. A Justin Thomas casi le saltan las venas al celebrar otro largo putt el segundo punto del día para EEUU (7-12). Xander Schauffele vapuleó a Jon Rahm y en el hoyo 15 ya lo tenía finiquitado (8-12). Rahm empezó la Ryder muy fino, pero lo jugó todo, las cinco sesiones, y pareció llegar cansado al último día.
Solo el sueco Ludvig Aberg dio impulso a Europa ante Patrick Cantlay. Sumó el primer punto europeo y parecía que el tifón del milagro perdía fuerza (13-8). Pero ahí apareció el carismático Bryson DeChambeau, el amigo de Trump, que se empeñó en respirar cuando parecía ahogado. Perdía de cinco a falta de siete hoyos y consiguió la igualada en un esfuerzo impresionante.

Jon Rahm, tras fallar un putt en la última jornada de la Ryder Cup 2025. / JAMIE SQUIRE / Getty Images via AFP
«Tenía que darlo todo por el equipo y por mi país. Como me decía mi padre, hay que remar hasta que no se pueda más. Y es lo que he hecho hoy», dijo el golfista norteamericano, uno de los grandes pegadores del circuito. No ha estado fino en esta Ryder, pero el día de la verdad respondió y salvó medio punto para EEUU (13,5-8,5).
A Europa solo le hacía falta medio punto, un empate. No lo proporcionó Rory McIlroy, agredido verbalmente como nadie por el público a lo largo de los tres días, que cayó ante Scottie Scheffler, el número uno del mundo (13,5-9,5). J.J. Spaun podía también con Sepp Straka, su rival europeo (13,5-10,5).

Scottie Scheffler saluda a Rory McIlroy tras su partido de la última jornada de la Ryder Cup 2025. / Seth Wenig / AP
Ya solo quedaban cuatro partidos y en casi todos iban por delante los estadounidenses. El ambiente no podía caldearse más. Los cánticos se prodigaban. Emocionante era poco. ¿Lograrían los locales la mayor remontada de la historia de la Ryder Cup? El anterior récord era de 4 puntos, lograda por Europa en 2012. Es el conocido como Milagro de Medinah.
Hasta que llegó el irlandés Shane Lowry con un putt de unos cuatro metros en el hoyo 18 que dio el medio punto que faltaba para retener el título (14-11). Saltó y brincó como un niño. «He podido disfrutar de grandes cosas en este deporte, pero esto es lo más grande de mi carrera deportiva. La Ryder Cup lo significa todo para mí. Ha sido muy duro, muy duro», proclamó el jugador entre lágrimas. Se las secó luego con cerveza. El inglés Terryll Hatton consolidó la victoria con medio punto más (14-5-12,5). «Han sido las 12 horas más estresantes de mi vida», reconocía el capitán europeo, Luke Donald.
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