Ana Redondo, la ministra sin credibilidad

Las mujeres en riesgo de muerte por parte de sus exparejas merecen algo más que unas disculpas tardías e insuficientes de la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Carmen Martínez Perza. La negativa a asumir responsabilidades por parte de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, en la crisis de las pulseras antimaltrato es tan inadmisible como la opacidad inicial sobre los fallos y la minimización de los mismos una vez se hicieron públicos. Todo ello constituye una afrenta a las víctimas, impropia de un Ejecutivo que ha hecho bandera de la igualdad y de las políticas feministas. Lo mismo puede decirse de la eurodiputada de Podemos Irene Montero, exministra de Igualdad y madre de la reforma de las pulseras. Su negacionismo sobre los fallos del sistema sonroja y no encaja en una feminista de postín. Qué distinta habría su reacción si los casos hubieran estallado con un Gobierno de derechas.

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