Ezequiel Suárez Suárez (Las Palmas de Gran Canaria, 1984) iba, junto a su compañero Adrián Oliva, a bordo del radiopatrulla cuando, en abril, una mujer con su bebé en brazos se les echó encima en Luis Morote. Su hijo, Ammy, de solo 2 años, no respondía a ningún estímulo, convulsionaba y estaba en estado cianótico. Suárez y Oliva pidieron una ambulancia, pero no llegó al instante. Segundos que se convirtieron en eternos. Y, por eso, aunque no es lo que marca el protocolo policial, subieron a Ammy y a su madre al coche patrulla y lo llevaron al Perpetuo Socorro. Esa decisión salvó la vida a Ammy y por ese acto ayer recibieron la cruz al mérito policial.
«Cualquier persona habría actuado como nosotros», dice Suárez, agente del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) que se incorporó en 2007 a la Policía Nacional. Estuvo destinado en la Unidad de Prevención y Seguridad (UPS) de Valencia y luego en el Servicio de Atención a la Familia (SAF, ahora UFAM) de Fuerteventura, hasta pasar por la oficina del DNI, documentación y extranjería y Denuncias y Atención al Ciudadano (ODAC). No puede elegir entre la ODAC y la calle con el GAC. «Todo agente debería pasar por la ODAC, te empapas de todos los trámites y también ayudas a la gente. Esas tareas de oficina son también funciones elementales de la Policía», afirma: «El contacto con el ciudadano es lo que me gusta y en eso se basa mi trayectoria profesional».
Desde 2021 patrulla Las Palmas de Gran Canaria junto a su compañero Oliva. «Para estar en la calle necesitas vocación, no es fácil trabajar cuando cualquiera te puede grabar y cuestionar tu intervención», dice.
Suárez apuesta por el enfoque humano de la Policía. «Desempeñar mis tareas y cumplir con mis funciones pero desde el diálogo, la mediación y la orientación, no siempre desde la sanción», revela. Y eso puede hacerlo porque «la mayoría de intervenciones no son delitos graves, sino sanciones administrativas». Suárez es firme defensor de que la prevención «a veces» funciona mejor que la sanción y que la Policía debe tener una función pedagógica y de empatía hacia el ciudadano.
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