El Canal de Panamá, una vía fluvial vital que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, depende del agua dulce suministrada por un embalse para subir y bajar las esclusas que permiten el tránsito de miles de barcos al año: las graves sequías podrían afectar a este sistema y poner en jaque a una parte importante del comercio mundial.
Considerado como la arteria más importante del comercio interoceánico, el Canal de Panamá es una infraestructura insignia del siglo XX: actualmente, se encuentra amenazada por una crisis hídrica sin precedentes. Impulsada por la intensificación del calentamiento global y fenómenos como El Niño, la sequía en la región no solo afecta el suministro de agua potable local, sino que repercute directamente en la cadena de suministro global, elevando costes y generando demoras logísticas.
Un estudio dirigido por el especialista Samuel Muñoz, de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, y publicado en la revista Geophysical Research Letters, modela la respuesta del embalse que alimenta las esclusas que facilitan la operatoria del canal, en función de distintos escenarios climáticos. Las conclusiones advierten sobre un aumento en la frecuencia y severidad de niveles de agua extraordinariamente bajos, capaces de poner en jaque al canal.
Sequía y consecuencias comerciales
El funcionamiento del canal depende directamente del agua dulce del embalse: cada tránsito consume grandes volúmenes para inundar y vaciar las esclusas. Muñoz y su equipo usaron proyecciones climáticas de alta resolución y hallaron que, en escenarios de emisiones contaminantes medias y altas, las temporadas húmedas aportarían menos lluvia mientras la evaporación aumentaría. Según una nota de prensa, el resultado serían niveles más bajos y prolongados en el tiempo en el embalse. Sin embargo, bajo un escenario de emisiones mínimas, los cambios serían mucho menos pronunciados.
En definitiva, el riesgo de interrupciones en la vía interoceánica aumentará drásticamente en las próximas décadas si no se implementan medidas agresivas de mitigación de gases de efecto invernadero. El impacto de la sequía ya ha obligado a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) a imponer restricciones de calado (peso) y a limitar el número de tránsitos diarios. Esta situación ha afectado severamente la eficiencia de la ruta, por donde transita aproximadamente el 6 % del comercio marítimo mundial y cerca del 40 % del tráfico de barcos portacontenedores de Estados Unidos.
Referencia
Drying of the Panama Canal in a Warming Climate. Samuel E. Muñoz et al. Geophysical Research Letters (2025). DOI:https://doi.org/10.1029/2025GL117038
Una solución compleja
Las restricciones han provocado una combinación de congestión y mayores costes operativos a nivel global. Los buques que no pueden reducir su carga deben optar por rutas más largas, como rodear el Cabo de Hornos en Sudamérica, algo que resulta en un aumento del precio de los fletes y en retrasos imprevisibles en las cadenas de suministro.
Para los investigadores, la solución requiere múltiples cambios: la transición hacia escenarios de bajas emisiones reduce el riesgo de sequías extremas, pero al mismo tiempo se necesitan cambios en la infraestructura y en las políticas que regulan el comercio internacional, para evitar que la sequía genere interrupciones comerciales de alcance global.