El terremoto acaecido esta semana en la presidencia de la patronal valenciana CEV tiene eco en la CEOE, la gran organización empresarial española. Su presidente, Antonio Garamendi, puede respirar tranquilo: si no sucede nada extraño -y no hay que tentar la suerte, visto lo visto- tiene garantizado el apoyo de la relevante delegación valenciana en la asamblea en el supuesto de que en noviembre de 2026 se presente a un tercer mandato, como todo indica que hará.
Hasta hace quince días, ese apoyo también lo tenía garantizado, pero de otra manera. Lo había dicho el presidente de la CEV, Salvador Navarro, por activa y por pasiva, aunque también había postulado a su organización -léase, a su persona- en el supuesto de que Garamendi renunciara a seguir, tal como afirmó en la entrevista publicada por este diario el pasado domingo. Sin embargo, todo cambió de forma radical el lunes, cuando se reunió con el vicepresidente y líder del metal, Vicente Lafuente, y este le comunicó lo que ya no era un secreto para nadie: que presentará una candidatura. En ese momento, Navarro, que el 11 de septiembre adelantó dos meses, al 6 de noviembre, las elecciones a las que anunció que se iba a presentar, decidió renunciar al combate.
Motivos
Algunos de los motivos de esa decisión están detrás del alivio con que probablemente habrá recibido la noticia Garamendi. Y es que la candidatura de Lafuente emerge del malestar interno de algunos dirigentes y federaciones incluidos alicantinos que trasladaban el mensaje de que, si Navarro, se presentaba y ganaba habría deserciones y, por tanto, ruptura en una organización donde las quejas crecían por la aspiración de alicantinos y, en menor medida, castellonenses, de tener más estructura y protagonismo. Navarro siempre se negó porque medidas de ese estilo implican volver al viejo modelo de patronal autonómica de tres provinciales unidas por una marca paraguas (Cierval) pero completamente independientes. Ese fue el motivo principal del hundimiento de Cierval tras la caída por mala gestión de la castellonense CEC y la alicantina Coepa. Lafuente, por lo que ha trascendido, está dispuesto a hacer algunas concesiones.
Vicente Lafuente, presidente de Femeval / Miguel Ángel Montesinos
Garamendi mantiene buenas relaciones con Navarro y con el líder del metal, si bien el vínculo con este último, desde los tiempos de Confemetal, es mucho más estrecho, según personas que los conocen bien. Por tanto, su posición era delicada y en principio neutral. No obstante, fuentes empresariales consultadas por este diario aseguran que entendió la ecuación que le planteó Lafuente cuando le informó de que iba a competir con Navarro: había que decidir entre el actual presidente o la organización y el presidente de la patronal valenciana del metal optaba por la segunda.
Ruptura
Se trata de una decisión que también beneficia a Antonio Garamendi, porque si Navarro hubiera competido contra Lafuente y hubiera ganado sin unanimidad, una posible ruptura de la CEV habría podido menguar los apoyos del presidente de la CEOE de cara a las elecciones de 2026, al margen de que ningún dirigente quiere fracturas en su organización. Con Lafuente, en principio, parece que ese camino queda despejado. Ahora bien, es cierto que primero tiene que ganar las elecciones del 6 de noviembre y contentar a sus apoyos. Si lo consigue, Garamendi tendrá en la Comunitat Valenciana (30 votos en la asamblea) otro leal apoyo, aunque en este caso no se postulará para sucederle.
Salvador Navarro es vicepresidente de la CEOE y su mandato no termina hasta que lo haga el de Garamendi. Es probable que continue hasta entonces. De hecho, Vicente Lafuente también está en la junta directiva de la patronal española.
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