El Grupo Municipal Compromís ha reeditado en sala de prensa el Debate sobre el Estado de la Ciudad en la sala de prensa volviendo a criticar abiertamente la gestión de la alcaldesa María José Catalá. Y centrada especialmente en un tema, el cambio de ortografía del topónimo de la ciudad, no solo por la iniciativa, sino «porque es una cortina de humo para tapar su mala gestión y su trabajo es solucionar problemas, no crearlos».
Y para ello, han exhibido músculo en la cuantía de alegaciones presentadas contra la decisión municipal de promover el cambio, tanto por el acento cerrado en valenciano como por la doble denominación. Y es que, números en la mano, «ha superado ya las 960 y solo 40 de ellas son a favor del cambio de nomenclatura. Es el proceso de alegaciones más participativo de la última década». Para la formación, la cuantía de alegaciones, incluyendo que el plazo era en un periodo complicado, es un éxito. Al que ellos mismos han contribuido facilitando el camino a través de un enlace web.
Defiendían la portavoz Papi Robles y el edil Pere Fuset que «cuando normalizamos el nombre solo se recibieron cinco alegaciones y ninguna era en contra. Teníamos un consenso ciudadano y la alcaldesa se ha inventado un debate estéril. No está cumpliendo ni con su programa, porque iba a solucionar los problemas y solo se dedica a lanzar polémicas que se rechazan de pleno».
Campaña de Compromís para recoger alegaciones / RLV
Papi Robles acusó a Catalá de tener «alergia a la participación ciudadana. Celebró un debate con alevosía y se encontró con 45 entidades que le dijeron que no están a favor de su gestión» -eso no es cierto, porque una parte de las entidades, no menos cuidadosamente convocadas, tuvieron un talante favorable al equipo de gobierno- «y buscó una fórmula, además con la alevosía del verano, para que no hubiera alegaciones y ha encontrado el rechazo organizado. Pero con esto pasa igual que al Plan Director de la EMT. Son procesos para que no haya respuesta. Pero si cree que huyendo de la participación lo va a lograr, se equivoca».
Lo de la reedición del debate sobre el estado de la ciudad viene a cuento de que volvieron a enumerar lo que consideran problemas de la ciudad: «Limpieza, movilidad, turistificación…» y que «su apuesta es crear cortinas de humo que no le ha salido bien».
Conflictos identitarios
Robles y Fuset rescatan recuerdos del pasado: «los conflictos identitarios de los años noventa están superados. Volver por ahí no le va a funcionar».
Más aún, incluso han apelado a Rita Barberá «porque el tema ya estaba claro en 2009, aunque se hiciera la remolona. Lo que se hizo en 2016» -aplicarlo en la práctica- «no fue más que rematar la faena y el PP, aunque luego cuestionó alguna cosa legal, lo votó a favor». En definitiva, «son los filólogos los que lo deben decidir, no debates de barra de bar».
«El topónimo debe ser exclusivamente en valenciano con naturalidad. Nadie que viene en coche se pasa de la ciudad por leerlo en valenciano. Esto no es Vitoria-Gasteiz» concluyeron los ediles, que avisaron que «se puede bordear la prevaricación» con este tema.