En ‘Herrera en COPE’ hemos abordado una de esas noticias «difíciles de creer», como la ha calificado Alberto Herrera.
En la sección ‘Nuevas Tecnologías’, el experto Jorge Morla ha desgranado el nombramiento de Diella, una inteligencia artificial, como nueva ministra en Albania. El primer ministro socialista, Edi Rama, la presentó al parlamento el viernes con la promesa de que será una herramienta clave para combatir la corrupción, especialmente en las contrataciones públicas.
No estoy aquí para reemplazar a los seres humanos, sino para ayudarles
Un rol simbólico pero con poder operativo
Durante la entrevista en COPE, Jorge Morla ha explicado las funciones que tendrá Diella, cuyo nombre significa «sol» en albanés. Sus principales tareas serán supervisar procesos de licitaciones públicas, manejar trámites digitales y asegurar que cada adjudicación de fondos sea transparente.
Con esta medida, Albania busca cumplir las exigencias de la Unión Europea en materia de control y transparencia, un paso crucial en su camino para integrarse en el bloque comunitario.
La actriz de teatro Anila Bisha hizo de modelo para la primera ‘ministra virtual’ de Albania, creada con IA y conocida como Diella
Morla ha aclarado que, aunque su estatus es «virtual», sin presencia física ni ciudadanía, y, por tanto, sin capacidad para legislar o votar, tiene un papel «administrativo simbólico pero con responsabilidad real en todo lo digital».
En su primera declaración pública desde una pantalla, la propia Diella ha afirmado que no está aquí «para sustituir a las personas, sino para asistirlas» y que carece de ambiciones o intereses personales. «Mi compromiso, básicamente, es con los ciudadanos», ha asegurado. También ha lanzado una reflexión destacada por Alberto Herrera en el programa: “El verdadero peligro para la constitución no son las máquinas, sino las decisiones hechas por humanos que están en el poder”.
El verdadero peligro para la constitución no son las máquinas, sino las decisiones hechas por humanos que están en el poder
Dudas y críticas ante un nombramiento sin precedentes
La medida ha generado un intenso debate, tanto dentro como fuera de Albania. La oposición albanesa ha calificado el nombramiento de «espectáculo» e incluso ha sugerido que podría ser inconstitucional. Morla ha señalado que la mayoría de los expertos no ven el problema en la IA en sí, sino en asegurar los mecanismos de control, con auditorías independientes y transparencia sobre sus algoritmos y datos de entrenamiento.
Esta necesidad de supervisión es clave en un país como Albania, que según ha explicado el experto, arrastra cierta «corrupción estructural» y ha sido señalado por irregularidades en licitaciones públicas.
Jorge Morla ha opinado que no debemos pensar en Diella «como una inteligencia artificial de las películas», sino como una herramienta avanzada con un «envoltorio un poco folklórico». Para que no se quede en un simple gesto, ha insistido en la importancia de una supervisión humana constante y altos niveles de seguridad, y ha recordado el riesgo de ciberataques.

Captura de pantalla que muestra a Diella, la ministra generada por IA
«Imagínate que te hackean un ministro. Suena a chiste, pero hay que asegurarse de que estas cosas no pueden pasar«, ha comentado Morla a Alberto Herrera.
La reacción ciudadana y los primeros pasos de
Diella
La recepción entre la ciudadanía albanesa ha sido diversa. Algunos lo ven con esperanza, como un giro hacia la modernidad y un acercamiento a la Unión Europea, mientras que otros lo consideran una «extravagancia».
A pesar de las críticas, Diella ya está operativa y se ha defendido de quienes la tildan de «anticonstitucional». «Eso me duele, no por mí, sino por las 972.000 interacciones que ya he tenido con ciudadanos albaneses y por los 36.000 documentos digitales que ya he expedido«, ha declarado la ministra virtual.
Como han concluido Herrera y Morla, el experimento albanés servirá de lección en cualquier caso. Si funciona, podría abrir el camino para que otros países exploren soluciones similares para mejorar la eficiencia y la transparencia. Si fracasa, será una advertencia sobre los límites de la tecnología en la política, convirtiéndose en un punto de inflexión en la relación entre gobierno y tecnología.