En la mañana de este jueves un buque de acción marítima (BAM) de la Armada lleva a cabo labores de alistamiento en la base naval de Cartagena para afrontar la misión de asistencia a la flotilla civil Global Sumud de ayuda a Gaza, en la que participan ciudadanos españoles. Se trata del BAM P-46 Furor, como adelantó este diario. Por motivos de seguridad, la Armada ha estado manteniendo silencio oficial sobre qué buque era el designado.
Hasta el momento, las Fuerzas Armadas han actuado en misiones de protección y extracción de civiles españoles que se encontraran retenidos en una zona de conflicto por el estallido sobrevenido de éste -como fue el caso de las operaciones NEO (así se llaman en la OTAN a las Non-combatant Evacuation Operation) en Afganistán, Sudán o la reciente repatriación de españoles residentes en Israel-, pero no hay precedentes de una intervención española de seguridad militar protegiendo a ciudadanos españoles que acuden a una zona de conflicto, salvo intervenciones excepcionales del CNI durante secuestros.
Esta falta de precedentes contribuye a la novedad del anuncio que ha hecho el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles, sobre el envío de un buque de acción marítima de la Armada para asistencia de la flotilla de ayuda a Gaza.
Aparte de us traducción política interna, la operación tiene componentes militares y de derecho internacional. Estas son sus claves técnicas.
El BAM Furor, en una foto oficial de la Armada realizada en 2021 / Armada
Se ha especulado sobre los diversos sentidos que, en el escenario de Israel y Gaza, tiene la palabra “proteger”, referida a la flotilla Global Sumud. Pero Pedro Sánchez no pronunció ese verbo durante la rueda de prensa que ofreció este miércoles. Dijo que el buque de guerra español debe “asistir a la flotilla” y “si fuese necesario”, o sea, si hubiera heridos o ciudadanos en peligro, “realizar algún rescate”.
Fuentes de la Armada aclaran que la misión que se le encarga al buque español no es de disuasión, ni de interposición, ni de acción bélica alguna… “La misión exacta es desplegar un BAM para asistir en caso necesario”, indican esas fuentes. “No está previsto el actuar contra drones ni contra embarcaciones; solo asistencia”, añaden.
De hecho, el buque no tiene orden de integrarse en la Flotilla Global Sumud, ni de navegar a su lado, sino a una discreta distancia, la suficiente como para proporcionar pronta ayuda.
El buque embarca un hospital ROLE 1. Esa es la unidad básica de sanidad militar, y suele componerse de un jefe médico (o dos), una o dos enfermeras o enfermeros (dependiendo de la gravedad de la situación, con capacidad de asistencia en cirugía) y un número escalable de auxiliares sanitarios. La misión del ROLE 1 se resume en dos palabras: “Estabilizar y evacuar”, explica un alto oficial médico.
Se envía un ROLE 1 porque “se considera que el Mediterráneo es un mar fácil para evacuaciones, con distancias cortas y medios cercanos”, añade.
Un ROLE 1 se concibe para estabilizar heridos y prepararlos, si es preciso, para su evacuación a hospitales de escalones superiores, ROLE 1 y ROLE 2. Llegado el momento, ese hospital embarcado puede recibir asistencia de los marineros que designe el capitán del buque para recogidas, evacuaciones o transporte de heridos.
Ahora bien, España -como Italia- no envía un buque civil, sino un buque de guerra. Ese matiz es clave en este caso, pues su presencia conlleva un inevitable efecto de disuasión -también de advertencia- para acciones hostiles contra la flotilla. Y no es porque el buque fuera a disparar alguna de sus armas, sino porque actúa como testigo.
La misión testifical tiene un rango en Derecho Internacional. “A menudo, las misiones militares en el exterior conllevan ese encargo añadido”, explica un oficial del Ejército de Tierra. Ser testigo en una zona de conflicto conlleva la elaboración de informes, basado en la adquisición de inteligencia, para elevar información “al nivel de decisión política”, dice esta fuente, en alusión, también, al escalón diplomático del Gobierno.

Infantes de Marina del equipo de seguridad del BAM Furor. Armada / Armada
Es la gran incógnita que se abre en cuanto zarpa el BAM Furor. Pedro Sánchez explicó este miércoles que la intención del Ejecutivo es garantizar el derecho de los ciudadanos españoles “a navegar por el Mediterráneo en condiciones de seguridad”.
Ese mismo derecho es el que, por ejemplo, garantizan las fragatas que envía España al Índico en la Operación Atalanta. Pero en este caso no se envía un buque de guerra a aguas afectadas por la piratería, sino a lo que en definitiva es un escenario bélico.
A través de un comunicado, Israel ha advertido que no permitirá intromisiones en lo que considera escenario de operaciones militares y una creciente cantidad de Estados considera escenario de un genocidio. Se abre aquí espacio para todo tipo de incidentes.
En principio, el Furor no puede entrar en un mar territorio de otro país si no es por el llamado «paso inocente» o por invitación, o en tránsito. Su presencia en el Mediterráneo oriental no obedece a ninguna de esas causas.
Si hubiera un accidente, sí tendría derecho a entrar en esas aguas «en misión de salvamento y rescate», indica un capitán de Navío no implicado en la operación.
España tiene reconocida la existencia oficial del Estado de Palestina. Israel considera como espacio propio de soberanía las aguas que bañan Gaza, y ejerce de forma efectiva el dominio sobre esa zona del Mediterráneo. Lo ha demostrado en varias ocasiones en las que ha enviado embarcaciones rápidas con infantes de marina o comandos de operaciones especiales para interceptar embarcaciones de pacifistas o voluntarios pro palestinos.
Hay un problema añadido, que no es una previsión sino una realidad: los drones. Hasta el momento, no hay una identificación oficialmente comunicada de la autoría de los ataques con drones en aguas cercanas a Grecia que han referido los integrantes de la flotilla Global Sumud. La dificultad de atribución de un ataque de esas características -puede ser de Israel o puede serlo de Hamás para provocar la intervención europea en el conflicto- entorpecería considerablemente las decisiones del comandante del Furor y, por tanto, también las del mando político en Madrid.
El BAM Furor es entregado por la Armada -que manda el almirante Antonio Piñeiro– a la jefatura de Estado Mayor de la Defensa, que manda otro almirante, Teodoro Esteban López Calderón. Las decisiones militares de la misión son, por tanto, del órgano central de mando de las Fuerzas Armadas, pero «la última instancia está, más que en Exteriores o en Defensa, en Moncloa», indica una de las fuentes consultadas.
En Madrid no se espera que Israel vaya a actuar militarmente contra la Flotilla Global Sumud. «Podrían utilizar fuerzas policiales en lugar de militares; tendría más sentido. Lo considerarían una entrada ilegal en el territorio, y no una acción militar», explica un oficial de la Armada no ligado a la operación.
En esa operación, los barcos de la flotilla podrían ser parados por otros barcos, israelís en este caso. En la acción de intercepción, podrían inutilizar el motor de alguna de las embarcaciones de la flotilla, y ahí actuarían las unidades navales italianas o el Furor para «rescatar barcos al garete», añade.
En un conflicto se sabe cuál es el planteamiento de una misión, “se sabe como empieza, pero nunca cómo termina”, advierte una de las fuentes militares consultadas.

Despliegue del BAM Furor en la operación Sea Guardian de la OTAN en julio de 2023 / Armada
Tal como está estructurada la Armada, el buque de acción marítima (o BAM) es la unidad básica para labores de patrulla y seguridad en alta mar, de ahí que su nombre técnico, antes de BAM, fuera el de “patrullero oceánico”. No es una unidad pensada para ataques, ni tampoco para una defensa en solitario ante acciones bélicas de alta intensidad, como puede ser un ataque aéreo o el bombardeo con misiles.
Italia ha desviado el rumbo de una fragata multipropósito, la Virginio Fasan, para dirigirla hacia aguas surcadas por la flotilla Global Sumud. Se trata de un buque de 140 metros de eslora, con capacidades muy superiores a las del Furor en defensa aérea, antibuque o antisubmarinas.
El Furor, salido de los astilleros de Navantia en Ferrol, es un BAM de los más nuevos de los seis con que cuenta la Armada. Desde 2017 está en condiciones de navegación, si bien no tuvo comandante hasta 2019. Mide 93 metros de eslora y lleva como armamento (el conocido o comunicado oficialmente) dos ametralladoras de 12,7 milímetros (gran calibre, pero no el mayor) y un cañón de 76 milímetros. Puede además embarcar un helicóptero con capacidades antisubmarinas.
Operado habitualmente por entre 30 y 55 tripulantes, el buque tiene espacio para albergar a 80 personas rescatadas, y víveres para atenderlas durante 48 horas. Oficialmente, la Armada lo considera apto para «operaciones de control del mar en escenarios de baja intensidad».
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