Los científicos han desvelado que el sueño surge de la comunicación entre los sistemas reguladores del cuerpo, del cerebro y de la multitud de microbios que viven dentro nuestro, especialmente de la microbiota intestinal.
Un hallazgo reciente suma un elemento inesperado al misterio del sueño, que podría llegar a resolverlo: componentes bacterianos en el cerebro parecen fluctuar según la hora del día y el historial de sueño, y podrían participar en la regulación fisiológica que nos hace dormir.
Investigadores de la Universidad Estatal de Washington, en Estados Unidos, midieron niveles de peptidoglucano (PG), un constituyente de la pared celular bacteriana, en distintas zonas cerebrales de ratones y hallaron variaciones marcadas vinculadas al ciclo descanso-vigilia y a la privación de sueño, según un estudio publicado en Frontiers in Neuroscience.
Sueño y microbios: una relación estrecha
El peptidoglucano se ha ligado desde la década de 1980 a cambios conductuales y a respuestas inmunes que interfieren con el sueño. La nueva investigación cuantificó por primera vez cómo los niveles de PG varían entre regiones cerebrales: el tronco encefálico mostró las mayores concentraciones, mientras que bulbo olfatorio, hipotálamo y corteza presentaron niveles más bajos. Además, los valores más bajos se registraron en el punto de transición entre el reposo y la vigilia, sugiriendo una sincronía circadiana.
La relación entre sueño y microbios no es solamente pasiva: la investigación evidencia que la privación de sueño altera los niveles de PG en áreas concretas. Tras tres horas de interrupción del sueño en los roedores, aumentaron los niveles de PG en la corteza somatosensorial y disminuyeron en el tronco y el hipotálamo: esos cambios regionales ponen de manifiesto que la interacción entre microbio y organismo en el contexto del sueño es dinámica y específica.
A nivel molecular, los autores complementaron las mediciones y detectaron alteraciones en la expresión de genes vinculados a PG tras la pérdida de sueño. Esto sugiere rutas de señalización por las cuales la identificación del PG podría desencadenar la liberación de mediadores químicos que modulan el estado del sueño. En conjunto, los datos sostienen la hipótesis en torno a que las interacciones simbióticas entre microbios y organismos participan en mecanismos fisiológicos que regulan el sueño.
Actividad bacteriana y sueño
En tanto, el mismo equipo científico halló en otro estudio publicado en Sleep Medicine Reviews que el sueño es una propiedad emergente de las redes celulares y un proceso que comienza a nivel celular, progresando modificado por múltiples circuitos reguladores fisiológicos, entre ellos la influencia de la actividad bacteriana.
Referencias
- Bacterial peptidoglycan levels have brain area, time of day, and sleep loss-induced fluctuations. Erika L. English and James M. Krueger. Frontiers in Neuroscience (2025). DOI:https://doi.org/10.3389/fnins.2025.1608302
- Local and niche-adapted sleep regulatory mechanisms encompass the holobiont condition. Erika L. English and James M. Krueger. Sleep Medicine Reviews (2025). DOI:https://doi.org/10.1016/j.smrv.2025.102145
De acuerdo a una nota de prensa, esta visión del sueño se suma a un creciente cuerpo de evidencias que muestra que nuestros microbiomas intestinales desempeñan un papel crucial en la cognición, el apetito o el deseo sexual, entre otras actividades humanas.
Esto supone un cambio profundo en los modelos tradicionales de cognición centrados en el cerebro: tiene implicaciones para nuestra comprensión de la evolución cerebral y podría marcar un posible impacto en el desarrollo de futuros tratamientos para los trastornos del sueño.