«No sería muy lógico que si se hace un huevo frito en casa y salta el aceite, esto sea considerado como accidente laboral», afirmaba el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, en 2021, cuando recién iniciaba las conversaciones con el Gobierno y los sindicatos para pactar la hoy vigente ley del teletrabajo. Cinco años después de esa reflexión sobre dónde quedaban los límites entre lo personal y lo profesional que la posibilidad de conectarse en remoto había hecho saltar por los aires, el trabajo a distancia forma parte del día a día cotidiano de más de tres millones de trabajadores españoles.
La ley de trabajo a distancia cumple esta semana cinco años y esta fórmula de flexibilidad está sustancialmente asentada entre más del 15% del total de la población trabajadora, que según los últimos datos disponibles del INE laburan de manera más o menos recurrente desde sus domicilios. Esos datos, cinco años después de la experiencia masiva y primeriza para la mayoría que supuso el confinamiento, dibujan un efecto péndulo que se está estabilizando.
Al calor de las primeras olas del covid algunos vaticinaron que la oficina dejaría de ser el espacio central de las relaciones laborales y eso, un lustro después y a tenor de los distintos estudios, no ha sido así. “Algunas empresas vieron que se habían pasado de frenada. ¿Se puede funcionar 100% en remoto? Sí, pero te pierdes cosas. Momentos como lanzar un proyecto, formar, cohesionar un equipo, requieren de presencialidad”, explica la portavoz de Infojobs, Mónica Pérez.
En el otro extremo, tampoco se ha consumado el ‘todo el mundo de nuevo a la oficina’ que invocaron recientemente las grandes tecnológicas, desde Google a X, pasando por Amazon. “Se había producido un cierto fenómeno burbuja del talento ‘tech’ que ahora se ha pinchado y ese retorno total a la oficina, que en la mayoría de casos no se ha acabado consumando, fue un mensaje que se sobredimensionó mediáticamente y que se utilizó hacia los equipos”, reconoce Perez.
¿Cómo y cuánto se teletrabaja?
¿Cuántos días es habitual teletrabajar? Según los datos del INE, entre los teletrabajadores la fórmula que más se ha instaurado es la de conectarse en remoto dos días a la semana (24%), seguida de cerca por entre uno y un día y medio a la semana (22%); siendo la tercera fórmula más habitual (21% de los teletrabajadores) la de ejercer el 100% de la jornada en remoto.
Esta modalidad está muy restringida a determinados perfiles y profesiones, como los analistas de datos o ingenieros en ciberseguridad, pero se ha consolidado como una práctica muy habitual entre estos nichos. «Hay sectores donde es indiscutible y si las empresas no lo ofrecen no encuentran gente», afirma el secretario de acción sindical de CCOO de Catalunya, Enrique Rodríguez. Según un informe publicado este mes de septiembre por Infojobs, el 60% de los profesionales TIC teletrabajan, frente al 13% del resto de sectores.
Un informe publicado en 2024 en la revista Nature demostró que las empresas que ofrecían teletrabajo lograban reducir drásticamente el número de dimisiones entre sus plantillas, en comparación con otras corporaciones similares del sector que no lo ofrecían.
Según los datos de Infojobs, el trabajo a distancia se concentra en los extremos de las cohortes demográficas, es decir, entre los más jóvenes, sí, pero también entre los más veteranos. También es mucho más habitual entre las personas que habitan en grandes ciudades que en pequeños municipios o pueblos. No en vano, los tiempos de desplazamiento (y el coste) en las grandes urbes no son los de las ‘ciudades de los 15 minutos’. Según otro informe reciente publicado por UGT, una persona puede ahorrar hasta 1.000 euros al año por cada día que teletrabaje a la semana.
Reticencias empresariales
Si el teletrabajo no ha alcanzado cotas superiores a ese 15% que registra el INE -el Banco de España estimó que, por la naturaleza económica de las actividades, se podría superar el 30%- es por las reticencias de ciertas empresas. La ley de teletrabajo que hoy cumple cinco años puede implicar asumir gastos adicionales para las compañías.
«Cuando en una negociación hablamos de teletrabajo tenemos serios problemas para ir más allá del mínimo que marca la ley», explica el responsable de negociación colectiva de la UGT de Catalunya, Moises Berruezo. Este negociador se refiere a que la norma solo obliga a compensar gastos a los trabajdores que teletrabajen el 30% o más de su jornada laboral, es decir, solo si ejecen a distancia más de un día a la semana.
La brecha entre el número de personas que dicen teletrabajar de forma regular (3,3 millones) y el número de asalariados cubiertos por un convenio colectivo o acuerdo que cubre el teletrabajo (1,1 millones) se explica, en parte, porque si no hay un pacto por escrito que regula esta modalidad no puede haber obligación empresarial de compensar gastos derivados, como la electricidad, el wifi o un portátil de empresa.
Control de la productividad
Otro motivo que explica esa limitada extensión es la voluntad de control de la productividad de los empleados, que se complica a distancia. Hay compañías que contratan a detectives privados para seguir a trabajadores durante su jornada en remoto y verificar así si están en su domicilio ejerciendo o se dedican a otros menesteres. «Cree el ladrón que todos son de su condición», ironiza el secretario de acción sindical de CCOO de Catalunya.
En ocasiones, esos seguimientos han servido para justificar despidos. Como muestra, el caso juzgado recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), que avaló el despido de un empleado que aprovechaba sus jornadas de teletrabajo para llevar a su hijo a los entrenamientos de futbol. La empresa le ‘cazó’ mediante el seguimiento de un investigador privado.
Por otro lado, ese exceso de celo puede volverse en contra de las compañías. Un informe publicado en 2024 en la revista Nature demostró que las empresas que ofrecían teletrabajo lograban reducir drásticamente el número de dimisiones entre sus plantillas, en comparación con otras corporaciones similares del sector que no lo ofrecían.
«El teletrabajo ha llegado para quedarse, pero empresas y trabajadores deben enfocarlo con una mentalidad abierta, cuya fórmula práctica deberá ser revisable y ajustable cada cierto tiempo y en función de las necesidades de ambas partes. Lo tienen que ver como un ‘win-win’», afirma la portavoz de Infojobs, Mónica Pérez.
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