Las enfermedades cardiovasculares han sido históricamente una de las principales causas de muerte en España. En 2023, por primera vez, los tumores superaron a las enfermedades del sistema circulatorio, convirtiéndose en la principal causa de fallecimiento en nuestro país.
Sin embargo, a pesar de este cambio, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo las responsables de un número importante de fallecimientos (113.130 en el último año). Y es que cada hora mueren en España trece personas por alguna enfermedad cardiovascular.
A las puertas de la celebración del Día Mundial del Corazón —29 de septiembre—, el doctor Borja Ibáñez, cardiólogo intervencionista en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, investigador de su Instituto de Investigación Sanitaria (IIS-FJD), jefe de grupo en el Centro de Investigación Biomédica en Red de enfermedades cardiovasculares (CIBERCV) y director científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), apuesta por una medicina que no espere a que la enfermedad aparezca.
Científicos de EE.UU. crean una IA que busca prevenir infartos oyendo los latidos / Pixabay
«Lo tengo clarísimo: el principal reto es la prevención primaria. La prevención debe empezar a los 20 años”, señala. «La gente joven no se mide la tensión ni se hace analíticas, y eso es un error. La aterosclerosis —endurecimiento de las arterias— comienza mucho antes de que haya síntomas».
Por su experiencia, se abordan las enfermedades cardiovasculares cuando ya están «relativamente» avanzadas.
«Cuando aparece un infarto, una insuficiencia cardíaca, una arritmia o cuando los factores de riesgo se presentan en edades más tardías. Aunque existen tratamientos muy eficaces que evitan la progresión, la persona ya vive con la enfermedad”, insiste.
Por eso, una prevención temprana, desde jóvenes, es clave. «La aterosclerosis es la base de más del 50% de las enfermedades cardiovasculares y también está muy asociada al deterioro cognitivo y la demencia».
Comer bien no es suficiente para cuidar el corazón
Otros de los retos que se marca el doctor Ibáñez es «identificar los factores de riesgo desde los 20 años, incluso mediante estudios de imagen no invasivos, para comprobar si ya existe evidencia de enfermedad arterioesclerótica antes de que aparezcan los síntomas«.
A pesar de lo que muchos creemos, la prevención debe empezar a esta edad, aunque reconoce que son el «grupo más difícil» de convencer para adoptar medidas que eviten la enfermedad. «No basta con saber que hay que comer bien. Hay que comprobar que todo está en orden. Y si pudiera desterrar un mito, sería este: retrasar la medicación no es mejor», explica.
Y sabe de lo que habla. Convive con el colesterol alto, que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas (como angina de pecho o ataque cardíaco) o ictus, desde los 30 años. De ahí que mande un mensaje clarísimo: «Es peor convivir con factor de riesgo sin tratar que tomar una pastillita».
El cardiólogo remarca que «no hay que ocultarlos, sino afrontarlos cuanto antes, porque si no, a largo plazo se convierten en un problema mucho mayor». De ahí, que haya que vigilar los factores de riesgo para evitar «males» mayores.

Hasta en el 90% de los infartos se puede identificar un factor de riesgo cardiovascular evitable. / Freepik
El estrés juega una mala pasada a la salud cardiovascular
Aumenta el riesgo de tener problemas, pero lo importante no es solo el nivel de estrés, sino cómo lo maneja cada persona. «Siempre se ha dicho que un nivel moderado de estrés es bueno para mantenernos alerta, pero cuando uno no puede gestionarlo es cuando empiezan los problemas», matiza el doctor.
Pero no podemos engañarnos. Reducirlo a cero es prácticamente imposible, pero hay que intentar mantenerlo bajo control y liberar la tensión en determinados momentos. ¿Su receta? Compartir tiempo con su familia y hobbies.
«Siempre busco un espacio para compartir con mi familia y para mis hobbies. Me gusta mucho la bicicleta, salir al campo con la bicicleta de montaña, y también disfruto mucho cocinando, que es otro hobby que me apasiona», dice.
El síndrome del corazón existe, y es mortal
Aunque su terminología científica es síndrome de Tako-Tsubo, se le conoce comúnmente como «síndrome del corazón roto». Se caracteriza por tener los mismos síntomas que un infarto de miocardio y produce un daño miocárdico transitorio.
«En la Fundación Jiménez Díaz fuimos los primeros en publicar sobre este síndrome fuera de Japón. Yo, de hecho, publiqué mi primer artículo sobre este tema durante mi residencia de cardiología, y tuvo un gran impacto porque demostró que el síndrome no era exclusivo de la población japonesa, sino que podía afectar a cualquier persona, independientemente de su origen o etnia«, subraya.
Sin embargo, el doctor tiene buenas noticias. «En algunos casos puede ser grave si no se atiende rápidamente, pero con diagnóstico y tratamiento adecuado suele resolverse».
La IA ayuda a diagnosticar enfermedades
La inteligencia artificial ha revolucionado toda la sociedad y probablemente es uno de los avances más trascendentales de la historia. «Las tecnologías de imagen ya nos ayuda a realizar análisis prácticamente automáticos en ecografías, resonancias y otras pruebas», cuenta el especialista.
Además, lo más importante quizá sea su capacidad para «manejar grandes volúmenes de datos». Gracias a ello «podemos analizar poblaciones muy grandes, identificar patrones de riesgo, hacer seguimientos evolutivos y, lo más relevante, predecir eventos antes de que ocurran».
Y manda un mensaje a la administración pública. «Existen hábitos de vida claramente negativos y parece que no terminamos de ponernos de acuerdo para implementar medidas contundentes. Sería fundamental centrarnos en resolver lo que sí está en nuestras manos».
La industria alimentaria, también tiene un papel crucial. «Es importante escuchar sus necesidades y establecer un diálogo continuo, pero al mismo tiempo desde los gobiernos se deben aplicar regulaciones que mejoren la producción y la calidad de los alimentos, como la reducción de conservantes, sal o azúcar en los productos”.