El Tenerife ganó por primera vez al Castilla a domicilio el 24 de febrero de 1985. El partido de la vigésima sexta jornada de Segunda incluyó seis tantos, cuatro a favor de los blanquiazules, y se celebró en el estadio Santiago Bernabéu.
Fue una campaña, la 84/85, en la que el representativo, entrenado por Dragoljub Milosevic, tuvo que conformarse con una permanencia que no pudo alcanzar en el curso posterior. El equipo se fue de vacaciones en la mitad de la tabla, en el undécimo lugar, con seis puntos de colchón sobre la zona de descenso –se premiaba cada triunfo con dos– y a doce del trío de cabeza, el que logró subir de categoría. A finales de febrero y con un mínimo margen con el cuarteto de cola, al Tenerife le tocó visitar a un Castilla situado en el otro extremo de la clasificación, un filial preparado por Juan Santisteban en el que ya había asomado un anticipo de la Quinta del Buitre, el adelantado Miguel Pardeza. Sobre el papel, los blancos eran favoritos. No solo por sus números, sino por la trayectoria de su rival en campo contrario: ni una sola victoria.
El sorprendente cambio de Chalo
Los de Milosevic llegaron necesitados al Bernabéu y no fallaron. El técnico serbio, que tuvo la baja de Paco Brito, alineó de entrada a Peio Aguirreoa, José Ramón, Cundo, José Antonio, Julián Ordoki, Quique Medina, Agustín Lasaosa, Toño Hernández, Quico de Diego, David Amaral y Stjepan Milardovic. También participaron, como reservas, Chalo y Rubén Cano. Pero los movimientos desde el banquillo dejaron una maniobra curiosa, nada habitual. Chalo relevó a Quique Medina en el minuto 83, pero no terminó el partido. Milosevic decidió retirarlo en el 90 para que entrara Rubén Cano. Y no porque estuviera lesionado, sino con la idea de perder tiempo, tal como confesó en la sala de prensa. «Se encontraba frío y era lo mejor que podía hacer en esos momentos para su equipo», argumentó. En la aclaración, Dragoljub apuntó que había charlado con Chalo para darle esa misma información.
En definitiva, lo que tuvo trascendencia fue el resultado, una victoria que se desatascó después de un intercambio de golpes. El Castilla, que salió con José Antonio Serna, José Aurelio Gay, José Antonio Valdenebro, Juan José Martos, Ángel Martín González, Francisco Ortiz, Blanco Vila, Pedro Gálvez, José Ángel de las Heras, Francesc Juliá y Miguel Pardeza –también tuvo minutos Pepe Mel–, se adelantó al cuarto de hora con un tanto de Ortiz. Pero el Tenerife respondió con la precisión de Lasaosa en la ejecución del balón parado. En el minuto 33 colgó la pelota para que Ordoqui batiera a Serna y en el 47, en el arranque de la segunda mitad, repitió con Amaral como destinatario (1-2).
La reacción local no tardó. A los dos minutos del acierto de David, el Castilla aprovechó un dudoso penalti –no para el árbitro Nicolau Martínez– sobre Gay para recuperar la igualada (2-2, Pardeza).
Milo y Toño, decisivos
Lejos de conformarse, el Tenerife se lanzó a por la victoria en un escenario de lujo. Milardovic señaló el camino con una acción individual (60’) y Toño Hernández selló el 2-4 insistiendo con el recurso más productivo, el saque de falta de Lasaosa y el remate en el área.
En suma, una victoria tranquilizadora para un equipo que estaba sintiendo demasiado cercana la amenaza del descenso y que provocó las quejas del preparador local, Santisteban. «Es un equipo bastante duro, hace muchas faltas reiteradas y corta el ritmo; pierde mucho tiempo», dijo el sevillano.
Aquel Tenerife tan irregular –solo enlazó dos triunfos y fue a finales de marzo y comienzos de abril–, no le pudo dar continuidad al 2-4 en Madrid. En la siguiente jornada, duro tropiezo en el Heliodoro ante el Calvo Sotelo (0-4).
Cuatro victorias más
El Tenerife venció al filial del Real Madrid cuatro veces más después de aquel 2-4. En realidad, ya lo había hecho antes, cuando el segundo equipo blanco llevó el nombre de Plus Ultra –un 0-1 en Tercera, en la temporada 69-70–. Con el Castilla como oponente, los blanquiazules repitieron en la 85/86, una temporada que acabó con el descenso del equipo a Segunda B. En diciembre de 1985, de nuevo con un duelo entre Santisteban y Milosevic en los banquillos, los isleños ganaron con claridad: 1-3. Todos los goles cayeron en el tramo final. José Manuel Lacalle firmó el 0-1, Rafael Alonso amplió la renta, Sebastián Losada la recortó y Julio Suárez anotó el definitivo. No pudo evitarlo Lopetegui, portero en ese entonces del Castilla.
El tercero, un 1-2 en la penúltima jornada de la campaña 88/89, fue esencial para que el Tenerife accediera a la promoción de ascenso a Primera que sacó adelante frente al Betis. El representativo tenía que vencer en el Bernabéu y lo logró con goles de Perico Medina y Guina. Luego, el cierre del calendario en casa ante el Figueras (4-2) y el playoff que condujo al Tenerife a la máxima categoría.
Los dos triunfos que faltan en la casa del Castilla coincidieron con las visitas de las temporadas 05/06 y 06/07, ambas en Segunda pero en campos diferentes, el Bernabéu y Valdebebas, respectivamente. El 1-2 de 2005 reforzó un potente arranque del equipo liderado por José Antonio Tigre Barrios. Los blanquiazules remontaron un gol de Roberto Soldado con los tantos de Maikel y Toni Moral.
En 2007 marcaron Ayoze García –actual vicepresidente del Tenerife–, Juvenal y Agus en propia meta. El desenlace, un 2-3.
Vía: El Día – La Opinión de Tenerife