Las vistas al mar, para quien las pague

En los años setenta ya estaba asentada la creencia en Alicante de no volver a darle la espalda al mar. Aquella ciudad cuyos edificios, incluidos los de la Explanada, le giraban la cara al agua por sus olores y el trasiego de las barcas de los pescadores había pasado a mejor vida. En 1975, con el turismo siempre en la boca y con las playas como mejores embajadoras de la provincia, las vistas al mar se convirtieron en un codiciado objeto de deseo para constructores y compradores. Así se había levantado unos edificios imponentes en la primera línea del Postiguet, difuminando el coqueto y primigenio Raval Roig, y así se erigía la Albufereta, que a finales de septiembre de hace 50 años llevaba la polémica a la primera plana.

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