Un estudio publicado en la revista Scientific Reports por un equipo del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha demostrado, en estudios preclínicos, que es posible destruir las células tumorales del sarcoma de Ewing, un raro cáncer infantil, mediante el empleo de una estrategia basada en genes ‘suicidas’. Esta denominación se refiere al uso de un gen cuya expresión provoca el ‘suicidio’ de las propias células que lo expresan, favoreciendo la eliminación de células tumorales.
El trabajo está liderado por un grupo del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras (IIER) del ISCIII, que también pertenece al área de Enfermedades Raras del CIBER-ISCIII, y cuenta con Javier Alonso como investigador principal. El trabajo se da a conocer con motivo del Día Mundial de la Investigación del Cáncer, que se celebra cada 24 de septiembre.
El sarcoma de Ewing es un tipo de cáncer infantil para el que ha habido pocos avances terapéuticos en los últimos años. Se trata de un tumor maligno que afecta a niños y adolescentes y del que se diagnostica cada año en España aproximadamente 25 nuevos casos, por lo que esta enfermedad se considera también, como la mayoría de los tumores infantiles, una enfermedad rara.
Terapias innovadoras
Aunque actualmente se consiguen tasas de supervivencia de aproximadamente el 70%, desde hace años no se vislumbran avances significativos en los tratamientos, por lo que es necesario avanzar en terapias innovadoras que tengan menos efectos secundarios que los tratamientos actuales (radioterapia y quimioterapia), y que permitan mejorar las tasas de supervivencia, especialmente en los pacientes con metástasis y recaídas, que tienen mucho peor pronóstico.
Los investigadores han utilizado para el estudio un adenovirus, un virus frecuentemente utilizado en terapia génica contra el cáncer, para introducir en las células de sarcoma de Ewing un gen ‘suicida’ derivado del virus del herpes simplex (HSV-TK), explican en un comunicado.
Cuando las células de sarcoma de Ewing son infectadas por el adenovirus terapéutico, estas expresan el gen ‘suicida’ HSV-TK. Este gen es inocuo, pero cuando se combina con la prodroga ganciclovir -un fármaco comúnmente utilizado para combatir las infecciones con los virus del herpes-, es capaz de transformarlo en un compuesto tóxico que provoca la muerte, en este caso, de las células de sarcoma de Ewing.
Efectos secundarios
Una de las ventajas de la terapia desarrollada por este grupo, señala el ISCIII, es que el gen ‘suicida’ solo se expresa en las células de sarcoma de Ewing, porque está regulado por una secuencia que solo es activa en las células de este tumor, otorgándole al sistema una gran especificidad y, por tanto, reduciendo la probabilidad de efectos secundarios de la terapia.
Esta estrategia ha sido previamente utilizada por el mismo grupo del ISCIII para expresar de manera específica el sistema CRISPR/Cas9 -la edición genética CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats) es una tecnología de «tijeras moleculares» que permite modificar el ADN de organismos vivos con gran precisión, insertando, eliminando o cambiando fragmentos genéticos– en células de sarcoma de Ewing.
Sin embargo, mientras que con la tecnología CRISPR/Cas9 fue posible ralentizar el crecimiento tumoral, con esta nueva aproximación, usando el gen ‘suicida HSV-TK’, los investigadores han conseguido reducir el tamaño del tumor, y en algunos casos su completa eliminación en modelos preclínicos, lo que indica que esta nueva terapia con genes suicidas podría ser «potencialmente curativa», indican. Además, esta nueva aproximación es capaz de inducir una respuesta inflamatoria que puede también contribuir a la eliminación del tumor.
Cáncer devastador
El estudio se enmarca dentro de la línea de investigación del grupo del IIER-ISCIII encaminada a desarrollar nuevas terapias disruptivas para el tratamiento del sarcoma de Ewing. En palabras del director de la investigación, Javier Alonso, en los últimos 20 años «no ha habido ningún avance significativo en los tratamientos para este cáncer infantil devastador. Es, por tanto, absolutamente imprescindible explorar nuevas vías que sean diferentes a los tratamientos convencionales, que sabemos ya han llegado al máximo que pueden dar».
La terapia desarrollada en el IIER-ISCIII ha demostrado ser muy específica y muy eficaz en los estudios preclínicos, «por lo que creemos que esta terapia podría probarse en un primer ensayo clínico en pacientes en un plazo relativamente corto de tiempo, si disponemos de la financiación adecuada», concluye Alonso.
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