«Absoluto rechazo y preocupación» en la Confederación Autismo España, como representante del movimiento asociativo, ante el plan presentado por la Administración Trump para actuar ante lo que considera un «aumento meteórico del autismo» en Estados Unidos. La estrategia incluye dos medidas principales: evitar el uso del paracetamol durante el embarazo y promocionar la leucovorina como tratamiento para niños y niñas autistas. Anuncios que, señala la entidad, «carecen de toda evidencia científica y que pueden suponer un potencial perjuicio para la salud pública global».
«Por ello, alertamos a las instituciones nacionales e internacionales del riesgo que supone dar un altavoz a discursos populistas y ya superados por la evidencia científica existente, que vulneran los derechos y la dignidad de las personas con autismo», señala la entidad que aclara distintos puntos en un extenso comunicado. El más importante: no hay investigaciones que prueben la relación entre el paracetamol y el autismo.
El embarazo
El presidente estadounidense, Donald Trump ha recomendado a las mujeres embarazadas no tomar paracetamol (comercializado como Tylenol en Estados Unidos), pese a que la comunidad científica lo considera seguro, a diferencia de otros analgésicos que pueden tener efectos secundarios durante la gestación. El uso de acetaminofén (tylenol) durante el embarazo no se asocia con mayor riesgo de autismo, TDAH o discapacidad intelectual en los hijos, indica Autismo España aludiendo a uno de los estudios más relevantes sobre este asunto (Ahlqvist et al., 2024).
Los análisis iniciales que mostraban un mayor riesgo desaparecieron al comparar pares de hermanos, lo que sugiere que la genética y el entorno familiar explican mejor los resultados, añaden. Otros estudios a gran escala realizados en Europa y Japón durante 2025 (Prada et al., 2025) han sugerido que lo que podrían parecer pequeñas asociaciones entre el uso de paracetamol y trastornos del desarrollo neurológico son, en realidad, atribuibles a otros factores subyacentes, como la salud y la genética de los progenitores, el consumo de otros medicamentos y otros elementos ambientales.
La leucovorina
Pero, además, Autismo España entra en el otro gran tema. Trump quiere promocionar la leucovorina como tratamiento para niños y niñas autistas. No hay estudios que avalen esa recomendación, señalan. El ácido folínico, también llamado leucovorina, es una forma activa del ácido fólico, una vitamina esencial para múltiples procesos biológicos. Tradicionalmente, se ha usado en el tratamiento de ciertos tipos de anemia y en oncología, ya que puede potenciar la eficacia de algunos fármacos y, al mismo tiempo, disminuir la toxicidad de otros.
En los últimos años, diversos estudios y ensayos clínicos han investigado el posible beneficio de la leucovorina en personas con autismo, especialmente en lo relacionado con la mejora del lenguaje y la comunicación verbal. Sin embargo, los resultados aún no son concluyentes, se incide.
Más diagnósticos
Por otro lado, la entidad recoge las declaraciones de Trump sobre que «el aumento meteórico del autismo se encuentra entre los acontecimientos más alarmantes en la historia de la salud pública». Por ello, ha anunciado una partida de más de 50 millones de dólares para que los Institutos Nacionales de la Salud investiguen sobre las causas del autismo. Desde Autismo España insisten en que la evidencia científica indica que el aumento en las tasas de diagnóstico del autismo en las últimas décadas se debe principalmente a factores como la revisión y ampliación de los criterios diagnósticos, la mayor conciencia social y profesional o el mejor acceso a servicios clínicos y educativos en muchos países.
En Estados Unidos, se obtienen de estudios de cribado que únicamente estiman la frecuencia de ‘casos posibles’ dentro de una población
Aclaran también que, mientras que en Europa se habla de una prevalencia de 1 caso de autismo por cada 100 personas, en Estados Unidos, los últimos datos de prevalencia apuntan a que 1 de cada 31 niños/as va a tener un diagnóstico de autismo. La diferencia, precisan, radica en que estos datos se obtienen de estudios de cribado que únicamente estiman la frecuencia de ‘casos posibles’ dentro de una población. Un ‘caso posible’ no significa necesariamente un diagnóstico confirmado de autismo. Para confirmarlo se necesitan pruebas clínicas especializadas, se apunta.
El bulo de las vacunas
Finalmente, Autismo España vuelve a recordar que las vacunas no causan autismo, uno de los bulos más extendidos. La comunidad científica internacional, asociaciones profesionales de distintas disciplinas, así como organismos de referencia como la Organización Mundial de la Salud o el propio Ministerio de Sanidad español, han declarado repetidamente que las vacunas «son seguras y no están asociadas con el autismo, publicando numerosos informes que desmontan este bulo».
El autismo no es una enfermedad: es una condición del neurodesarrollo con una base biológica compleja, que configura formas diversas de percibir, procesar e interpretar la información y, por lo tanto, de comprender e interactuar con el entorno, concluye la Confederación.
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