Ardía en deseos de tocarlo, su cara reflejaba una tensión máxima y unas ansias enormes por que Ronaldinho pronunciara su nombre. Sin embargo, lo que salió por la boca del brasileño fue algo bien distinto: «Dembélé».
Mientras el Théâtre du Châtelet de París ardía ante los gritos del círculo cercano al futbolista francés, Lamine Yamal empezó a asimilar que había perdido el Balón de Oro, que tendría que esperar al menos un año más para convertirse de pleno derecho en el mejor jugador del mundo.
El Trofeo Kopa le sabía a poco. Había estado bien el año pasado para abrir boca, pero esta vez quería el ‘premio gordo’. Todo lo que no fuera volverse a Barcelona con el Balón de Oro le iba a saber a decepción a Lamine.
Se había llevado un séquito de 20 personas a París, había encargado trajes a medida de Dolce & Gabbana, y sobre todo había depositado muchas esperanzas en este momento. Laporta decía que confiaba en dar la sorpresa. Pero eso no sucedió.
Los votos hablaron y Dembélé, hace no tanto denostado y hasta ridiculizado en el propio Barça, se hizo con el preciado trofeo. Lo recibió emocionado, sin poder retener las lágrimas. Esas mismas lágrimas que, quizás en algún momento, se le escaparon también a Lamine en la intimidad por decepción vivida.
Apuntan a su actitud
El Balón de Oro ha cambiado en su ‘modus operandi’. Si hasta hace un par de años el ganador se conocía con antelación y las filtraciones eran constantes, ya en 2024 la historia cambió radicalmente y la incertidumbre se mantuvo casi hasta el último segundo. Y si no que se lo digan a Vinicius.
Este año la discreción ha vuelto a estar garantizada. Es cierto que todo el mundo veía la pelea por el Balón de Oro como un mano a mano entre Dembélé y Lamine Yamal, pero muy pocos se atrevían a decantarse por uno de los dos en particular.
Donde sí trataron de desequilibrar la balanza el día anterior fue en L’Èquipe. En un artículo publicado a modo de previa, unas líneas cargadas de opinión destacaban entre el resto del texto. En ellas se hacía referencia a la dudosa actitud de Lamine Yamal en ciertos momentos, algo que le podía costar caro en una votación tan ajustada como la de este Balón de Oro.
Desde el periódico francés apuntaban a lo sucedido en la final de la Liga de Naciones entre España y Portugal. Aquel día, un gesto de Lamine Yamal, en el que le giró la cara a Cristiano Ronaldo a la hora de chocarle la mano, tuvo mucho recorrido.
No sólo eso, sino que el internacional español fue el primer jugador que se marchó rápidamente a los vestuarios cabizbajo en cuanto Portugal levantó el trofeo. También se quitó la medalla que le acreditaba como subcampeón de la Nations League.
Estas actitudes, criticadas en su momento, unidas a otras polémicas como la que envolvió a la celebración de su 18 cumpleaños hace apenas un par de meses, pueden haberle pasado factura más allá de lo deportivo.
Lamine Yamal celebra un gol contra el Seoul.
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«En el fondo, no puedo evitar pensar que Raphinha ha realizado una temporada más completa que la de su joven compañero de equipo español en el Barça», escribía el periodista de L’Èquipe en sus líneas.
Algo similar a lo que se llegó a apuntar con Vinicius el año pasado. Al brasileño se le reprocharon ciertas actitudes con las gradas rivales y finalmente terminó cediendo el Balón de Oro a Rodri cuando partía como el gran favorito.
Dembélé pone de su parte
Sin embargo, no es sólo este motivo que apuntaban en Francia el que desequilibró la votación del Balón de Oro a favor de Ousmane Dembélé. La temporada del delantero del PSG terminó siendo excelsa y acabó además con la consecución de la ansiada Champions. Y eso siempre tiene mucho peso.
Hace no mucho que Dembélé era en el Barça poco menos que carne de meme. Sus actitudes, es cierto, tampoco acompañaban a encontrar su mejor rendimiento, y por eso decidió salir del club culé en busca de un lugar mejor.
El francés agradeció públicamente a Al-Khelaïfi, presidente del PSG, que acudiera en su búsqueda en 2023 para llevárselo a París.
Allí ha encontrado la estabilidad y la confianza que buscaba. 35 goles y 16 asistencias en la última temporada tienen la culpa, en gran parte, de que el Balón de Oro haya ido a parar a sus brazos.
También por supuesto la consecución de cinco títulos a lo largo del curso. Supercopa de Francia, Supercopa de Europa, Copa de Francia, Ligue 1 y sobre todo la Champions League. Además, finalista del Mundial de Clubes de nuevo cuño.
Dembélé es uno de los grandes faros del PSG y a sus 28 años es más maduro todavía que aquel futbolista que maravilló en el Dortmund. Ahora ya tiene su Balón de Oro, mientras que Lamine tendrá que seguir esperando. El del Barça sólo tiene 18 años y toda la vida por delante para ganar los que se proponga.