Corren buenos tiempos para el Partido Liberal Demócrata en el Reino Unido. La debacle del Partido Conservador y las dificultades del Partido Laborista para cumplir con sus promesas tras más de un año en el Gobierno han dado un empujón a la formación en los últimos meses y han llenado de optimismo a sus militantes, quienes confían en mejorar el resultado histórico obtenido en las elecciones generales de 2024, cuando lograron 72 representantes en la Cámara de los Comunes. Su líder, Ed Davey, ha alzado la voz en asuntos delicados para el Gobierno laborista —como Gaza o la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump— y se ha presentado en el congreso anual de la formación como la auténtica alternativa al partido populista Reform UK.
Los liberaldemócratas aspiran a pescar en aguas revueltas tanto en el electorado de los conservadores como en el de los laboristas. Por un lado, con un llamamiento a los votantes ‘tories’ de centro moderado insatisfechos con el Brexit y decepcionados con el giro a la derecha del partido en los últimos años. Davey ha puesto el foco en la necesidad de acelerar el crecimiento económico con un acercamiento a la Unión Europea aún mayor al pretendido por los laboristas y ha defendido el regreso al mercado único y a la unión aduanera, en un mensaje especialmente dirigido a las clases más acomodadas y liberales de las circunscripciones del sur de Inglaterra, feudo tradicional de su partido.
El objetivo es superar a los conservadores en las próximas elecciones generales, previstas para 2029. Una meta que parece alcanzable, al menos por ahora. Según las últimas encuestas del centro demoscópico YouGov, el partido de Davey se sitúa como cuarta fuerza con un 15% de la intención de voto, tan sólo un punto por detrás de los ‘tories’. En las elecciones generales de hace poco más de un año, los liberaldemócratas obtuvieron un 12% de los votos frente al 22% de los conservadores.
Ambigüedad laborista
La formación también pretende atraer a los votantes laboristas desencantados con un Gobierno que ha evitado posicionarse claramente en asuntos sensibles. En el caso de Gaza, Davey no ha dudado en calificar los ataques de Israel como un «genocidio», algo que el primer ministro, Keir Starmer, ha esquivado por ahora a pesar de su decisión de reconocer el Estado Palestino. En la parte económica, el líder liberaldemócrata se ha posicionado a favor de introducir un impuesto por los ingresos extraordinarios de las grandes entidades financieras (windfall tax) parecido al que ya está en vigor para las empresas energéticas, el cual ha sido descartado por ahora por la ministra de Economía, Rachel Reeves.
Pero sin duda el principal punto de desencuentro entre liberaldemócratas y laboristas ha sido en relación a Trump. Davey ha mantenido un discurso muy crítico con el líder estadounidense, quien fue recibido con todos los honores por Starmer hace apenas una semana, y ha cargado con dureza contra sus aliados, especialmente con el multimillonario Elon Musk, con quien mantiene una riña personal. Los vínculos de Trump y Musk con el líder populista Nigel Farage —algo a lo que Starmer ha evitado hacer referencia durante la visita del mandatario republicano— han colocado a Davey como una de las voces más destacadas en contra de la influencia del movimiento MAGA en el Reino Unido.
Ataques a la derecha populista
«Imaginaos —si podéis soportarlo— vivir en el país inspirado en Trump en el que Farage quiere que nos convirtamos. Un país en el que no hay NHS [servicio de salud] y en el que los pacientes son golpeados con facturas de seguros exorbitantes o en que la atención sanitaria se les deniega completamente. Esa es la América de Trump: no dejemos que sea también el Reino Unido de Farage», ha exclamado el líder liberaldemócrata este martes en el discurso de cierre del congreso anual de su partido. Davey ha alertado de que una victoria de la derecha populista supondrá un «apoyo tácito» al racismo y dará rienda suelta a los gigantes tecnológicos para campar a sus anchas en el país gracias a la desregulación.
El líder liberaldemócrata se ha posicionado como el único capaz de traer «un auténtico cambio» en la política británica frente a la amenaza de Reform UK, al que las encuestas sitúan como primera fuerza con cerca de un 30% de la intención de voto. Pero la posibilidad de que el partido de Farage pueda gobernar en el futuro le ha obligado a tomar una posición prudente respecto a posibles alianzas tras las próximas generales: encima de la mesa sigue estando un posible acuerdo con el Partido Laborista para evitar que los populistas tomen el poder en un eventual Parlamento sin mayorías claras.
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