A eso de las cinco de la mañana terminaba este martes un día extenuante para Aitana Bonmatí. La futbolista, como el resto de la expedición azulgrana que había asistido a la gala del Balón de Oro en París, volvía a casa tras unas horas frenéticas. La catalana acunaba el premio que la acreditaba como la mejor futbolista de la historia, tras recibir el galardón por tercera vez (además consecutiva) en un hito histórico. Junto a ella, Vicky López y Lamine Yamal también se volvían a casa acompañados del trofeo Kopa y Ewa Pajor con el galardón a la máxima anotadora. Una jornada que empezó casi 24 horas antes con la ilusión y la incertidumbre de no saber lo que iba a suceder.
Pocas veces, por no decir ninguna, la expectación fue tal por conocer quién iba a grabar su nombre en el Balón de Oro. No hay nada que guste más que intentar saber un secreto. Para las decenas de personas que formaban parte de la delegación del Barça que se desplazó a la capital francesa en un charter privado, los nervios, si estaban, iban por dentro. Tranquilidad y calma, con el foco puesto en todo lo que tocaba hacer una vez pusieran un pie en el aeropuerto. La mayoría, experimentados, ya en este tipo de galas, sabía que todo va muy rápido, que no hay mucho tiempo para encantarse y hace falta tener las cosas claras.
Coctel de bienvenida en el hotel, correr a prepararse y fotos protocolarias en el ‘hall’ antes de partir al Théâtre du Châtelet. En la vorágine de flashes, alfombra roja, entrevistas y fotografías, hay poco tiempo para pararse. Para degustar el momento que estás viviendo. Para Aitana, Alexia Putellas, Caroline Graham Hansen o Patri Guijarro no era la primera vez, pero Vicky López, Claudia Pina y Cata Coll se estrenaban en la gala más importante del mundo del fútbol.
Mientras todos los nominados ocupaban sus lugares por primera vez intercalando nominados y nominadas, se escuchaba con la boca pequeña una pregunta recurrente: ¿Quién lo ganará? Nadie sabía nada, cosa poca habitual. Y pese a que para el galardón masculino había dos claros finalistas, en el femenino la lista era más amplia. Alexia y Aitana eran las dos azulgranas que parecían tener más opciones, pero por delante Mariona Caldentey, Alessia Russo y Chloe Kelly, vitales para el triunfo del Arsenal en la Champions y de la selección inglesa en la Eurocopa, eran las favoritas. Pero fue Aitana quien se llevó el premio, en una gala que mantuvo la tensión en todo momento y que hizo a los presentes removerse en el asiento.
«France Football decidió hace un año que no lo dirían con antelación, mantuvo la expectativa hasta el último momento y no sabía qué pasaría», confesó Aitana ya con el premio en sus manos. «Acompañé al equipo y afortunadamente me voy a casa con el Balón de Oro. Estuvo muy igualado y me gustaría poner en valor al equipo, porque mucha gente me dijo que perdimos la Champions y la Eurocopa. Pero fue por la mínima. Volvimos a estar otro año seguido en la final y no era fácil. Es un orgullo y una responsabilidad grande. A mí me gusta decir que más allá de lo que pase en el terreno de juego, quiero llegar a cuantos más lugares mejor para ayudar a una sociedad más justa. Creo que este tipo de galas le da la repercusión que merece al fútbol femenino», añadió la tres veces Balón de Oro, que improvisó su discurso como ganadora, mientras empezaba a asumir lo conseguido.
Y es que la gala del Balón de Oro ha encontrado un ingrediente más que le da un toque picante a su ya de por si espectacularidad. La intriga, el dejar a los protagonistas en fuera de juego y obligarles a driblar situaciones inesperadas. Los mejores futbolistas del mundo llenaron un patio de sillas que vibró con los momentos decisivos. Exhaustos terminaron tras las entrevistas posteriores, el ‘photocall’ y las felicitaciones. En el avión de vuelta hacia Barcelona reinaba la calma. De aquel que celebra con pausa, gustándose, mientras el sol empieza a asomarse de nuevo. La jornada terminaba con un gusto dulce para los azulgranas y un nuevo capítulo en la historia de la leyenda de Aitana Bonmatí.
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