Toni Gil recuerda cuando dos gemelos se hicieron pasar el uno por el otro en las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) de la Comunidad Valenciana, hasta el punto de que Conselleria tuvo que contratar un perito caligráfico para dilucidar el asunto. También el examen de Matemáticas de 2019, donde tuvo que entrar en directo en todas las televisiones de España por culpa de una pregunta polémica: «Era la persona más buscada de toda la comunidad», dice bromeando.
El nombre de este profesor de Matemáticas ha estado directamente ligado a la selectividad durante un cuarto de siglo. Toni Gil ha sido coordinador de Selectividad durante 25 años, hasta que esta semana llegó su merecida jubilación. Aunque en la entrevista sigue diciendo que «es» profesor y se corrige al segundo siguiente «bueno, era».
Gil ha visto de todo en dos décadas y media, pero lo primero, y lo que más le preocupa, es la bajada de nivel del alumnado. «En 25 años he visto cómo ha bajado un montón el nivel educativo; eso sí que lo puedo decir», cuenta el docente.
De hecho, explica que desde hace tiempo las universidades están implementando el «curso cero» porque les llegan estudiantes con un nivel bastante pobre, y tienen que enseñarles lo básico antes de entrar en el temario real de la asignatura.
Malas notas este año
La primera pregunta es obligada; el conseller de Educación José Antonio Rovira desveló este lunes que el alumnado valenciano sacó la tercera peor nota de toda España en la selectividad. Gil asegura que no es un problema relevante, si atendemos a los números. «A veces los medios de comunicación hacen rankings, pero la realidad es que es una diferencia de décimas entre las autonomías. Ese tema no es algo que hayamos hablado nunca en la comisión gestora», cuenta.
Evidentemente, está a favor de la propuesta del consejero de Educación valenciano de trabajar para aumentar el nivel educativo, pero le quita hierro al asunto. «La única hipótesis que barajamos es que el alumnado con lenguas cooficiales tiene una asignatura más en las pruebas y por eso les cuesta más. Si tienes que dar valenciano necesitas rascar horas de otras asignaturas que sí tienen en otras autonomías. Pero es evidente que hay que estudiar las dos lenguas, porque también les da ventajas a nuestro alumnado en otras materias», explica.
Leyes educativas
Toni Gil es una persona muy acostumbrada a los giros de timón, en concreto, cada cinco cursos. «Eso de que cada Gobierno que llega tenga que hacer una ley educativa nueva y cambiarlo todo es nefasto para la educación«, reivindica.
No entiende por qué las políticas educativas no son transversales en España, ni hay pactos mayoritarios. «Con la crispación que hay ahora ya no los espero, pero siempre es igual, el que llega nuevo tiene que deshacer todo porque el otro era malo, y los que sufrimos los cambios somos el profesorado, por eso el primer curso de un nuevo gobierno siempre es un desastre, porque quieren cambiarlo todo y hacerlo rápido», cuenta.
Para Gil, los docentes son muy poco escuchados en todos estos asuntos, y prima mucho más el revanchismo y el color político que las políticas educativas que se han demostrado verdaderamente eficaces. «Estamos en el ‘y tu más’ continuo. Los políticos no se aceptan entre ellos y parece que cada cuatro años hay que cambiar la ley educativa porque sí. Y eso repercute muy negativamente«, explica. El docente desearía más pactos transversales y altura de miras en tema tan importante y que «la educación no se toque cada vez que cambia el color político».
Toni Gil ha sido coordinador de las Pruebas de Acceso a la Universidad PAU de la C.Valenciana durante 25 años / Gabriel Utiel
Los grandes cambios
Gil también ha vivido muchos cambios en la Selectividad, que tiene poco que ver con la primera que coordinó hace un cuarto de siglo. Dice que ha vivido tres cambios verdaderamente relevantes en el examen. El primero fue en el curso 2009-10, cuando se incluyeron las ponderaciones y la nota pasó de ser sobre 10 a ser sobre 14. «Sobre todo los primeros años a los estudiantes y los profesores nos costaba mucho», explica.
El segundo gran cambio llegó con la pandemia y todas las facilidades y optatividad que se pusieron. «Estaba claro que el alumnado pudo estudiar mucho menos ese curso que estuvo en casa y había que poner facilidades», cuenta. Eso sí, piensa que duraron demasiado: «tendrían que haberse quitado en 2023, y no en 2025 como se ha hecho. Ha habido varios cursos que han tenido el examen bastante más fácil», dice.
El tercer gran cambio llegó este año, al decaer las facilidades pero sobre todo por la entrada en vigor de las preguntas competenciales, que priorizan la creatividad del alumno más allá del aprendizaje memorístico y le exigen entender la cuestión y buscar soluciones.
La presión del examinador
Hay toda una corriente educativa que considera que la Selectividad no es necesaria, pero Gil no está entre ellos. «Hace falta un examen igual para todos que ordene la entrada en las carreras, lo otro sería darle la oportunidad a los centros de hacer lo que quisieran», explica.
De hecho, la Selectividad tiene muchos sistemas de control para garantizar que sea justa. La Inspección Educativa ha actuado en alguna ocasión con centros con alumnado con «demasiadas matrículas de honor». «He llegado a ver casos de colegios con 30 estudiantes y 13 matrículas», cuenta. Por otro lado, la comisión de las pruebas siempre está vigilante con que no haya una diferencia mayor de dos puntos entre la nota de Bachillerato y la Selectividad, e investigan constantemente sobre las mejores formas de garantizar la equidad.
Esto puede quedar muchas veces empañado por las polémicas, que las hay en todas las selectividades pese a que las preguntas las eligen una comisión de profesores de la materia. Con la inflación de notas de los últimos años los docentes notan cada vez más presión. «Al final fuerzan a los profesores a poner preguntas parecidas todos los años, porque como pongas una pregunta que no ha salido en tiempo sabes que vas a tener críticas feroces», lamenta Gil.
Y critica esto porque lo considera un retroceso para la educación. «Los jóvenes tienen que aprender a resolver problemas, no a tener automatismos para responder solo un tipo de pregunta. Este año han bajado las notas por eso, porque las preguntas competenciales requieren de más recursos e imaginación por parte del estudiante, y eso es bueno», apunta.
Suscríbete para seguir leyendo