Este año San Mateo vino con pluma. No se me escandalice la concurrencia, que a lo que se refiere el plumilla en este caso es a la presencia en calles céntricas de Oviedo, en plena jarana, de alguno de los pavos que pasean sus reales por los jardines del Banco de España, desplegando sus abanicos como si fueran la versión multicolor y avícola de Locomía.
Resulta sorprendente que al banco que custodia las reservas nacionales se le escabullan los pavos reales. Aunque en realidad no es moco de pavo hacer carrera de estos bichos que son aves prófugas, como los patos del Caudillo en el pazo de Meirás, que se iban, pero era por la pata abajo.
Dio cuenta este periódico, en plenas fiestas, de un ejemplar pavoneando su desparpajo a las puertas de una cervecería de Pérez de las Salas, para asombro de transeúntes y de parejitas en la edad del pavo. Fue tan fotografiado y subido a las redes el pajarraco en cuestión que podría decirse que acabamos de encumbrar en esta ciudad al pavo influencer. Se acaba de montar un viral y pico.
Este año debieron participar varias de estas aves en el desfile del Día de América, al frente de una carroza del rey Salomón, del que cuenta la Biblia que una vez cada tres años llegaba al reino hebreo con la flota de Tarsis cargada de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
Cualquier ovetense que pasee por el centro habrá caído en la cuenta que cada vez hay más pavos en el Banco de España, tal que podrían ya cobrar beneficios de familia numerosa. Se ve que se les da bien pelar la pava.
Suscríbete para seguir leyendo