El reconocimiento de Palestina como Estado no concita el consenso en Europa, a pesar de ser la vía que marcan tanto la ONU como la Unión Europea para hallar una solución al conflicto de Oriente Próximo. Los países se organizan en dos bloques bien diferenciados a la cabeza de los cuales están España, con su declaración pionera hace más de un año, y Alemania, con su rechazo de plano a realizar cualquier movimiento que pueda ser interpretado como antisemita. Sin embargo, la causa palestina ganó este fin de semana importantes apoyos con el reconocimiento de su Estado por parte del Reino Unido, Canadá y Portugal.
Estos dos bloques van a visualizarse con gran claridad esta semana durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde varios países van a escenificar su apoyo a un Estado palestino:
A pesar de que el primer ministro británico, Keir Starmer, planteó el reconocimiento del Estado Palestino a finales de julio —cuando el bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria a la Franja por parte de Israel llevó a miles de personas a una situación de hambruna—, no ha sido hasta este domingo cuando ha confirmado finalmente la decisión. Un paso que ha llegado tras la negativa de Israel de aceptar las condiciones impuestas hace dos meses por el líder laborista, entre ellas la firma de un alto el fuego, el compromiso de lograr una paz “a largo plazo”, la entrada sin restricciones de la ayuda humanitaria y el fin de las anexiones ilegales de territorios en Cisjordania.
“El implacable y creciente bombardeo de Gaza por parte del Gobierno israelí, la ofensiva de las últimas semanas y el hambre y la devastación son absolutamente intolerables”, ha asegurado Starmer este domingo en una declaración televisada. “Decenas de miles de personas han perdido la vida, incluidas miles que intentaban recoger comida y agua. Esta muerte y destrucción nos horroriza a todos y debe terminar”, ha añadido. El primer ministro británico ha reconocido que la esperanza de alcanzar la solución de los dos Estados se está desvaneciendo con el recrudecimiento de los ataques sobre Gaza, pero ha señalado que la comunidad internacional no debe dejar “que esta luz se apague”.
El líder laborista ha tomado esta decisión a pesar de la desaprobación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y del temor a que pudiera tener consecuencias negativas para las relaciones bilaterales entre Londres y Washington. Sin embargo, el mandatario republicano ha evitado reprender a su aliado en su visita de esta semana al Reino Unido y ha pasado de puntillas sobre este asunto, en un intento de mantener un tono de cordialidad.
A pesar de que el reconocimiento del Estado Palestino ha sido visto como un paso en la buena dirección por parte de la mayoría de la bancada laborista, algunos diputados de su partido y de otras formaciones de izquierdas han pedido al primer ministro que vaya más allá y que imponga un embargo total a la exportación de armas a Israel. El Gobierno británico ya ha impuesto sanciones a los miembros más radicales del Ejecutivo de Netanyahu y ha llamado a consultas en varias ocasiones a su embajadora en Londres, pero por ahora no tiene previsto adoptar nuevas medidas de presión contra Tel Aviv.
Desde hace años, Francia mantiene abiertamente una posición favorable a la solución de los dos Estados como la única viable para alcanzar la paz entre ambos territorios. De ahí que el país lidere, junto Arabia Saudí, la Declaración de Nueva York.
«Reconocer Palestina no es un tabú», afirmó hace unos meses Emmanuel Macron ante las presiones sociales sobre la falta de pronunciamiento del Gobierno francés. Semanas después, la presidencia anunciaba la predisposición de Francia de reconocer el Estado de Palestina en la Asamblea General de la ONU. Un reconocimiento que debería producirse este lunes y que llega en un momento de gran tensión diplomática entre Israel y Francia. Precisamente, el 18 de septiembre, Macron concedió una entrevista a una cadena israelí, donde afirmó que reconocer el Estado palestino es «la mejor forma de aislar a Hamás» y defendió que este es el momento de hacerlo porque el enfoque del Gobierno israelí es «destruir la posibilidad de una solución de dos Estados».
La entrevista llega también en plenas tensiones en las calles francesas generadas por la polarización de opiniones sobre el conflicto, que ha desencadenado un aumento de las violencias antisemitas pero también antimusulmanas. En Francia conviven 5,4 millones de musulmanes con unos 600.000 judíos, quienes tienen un gran poder económico. Es por eso que el Gobierno francés evita entrar en debates incómodos y veta a sus administraciones locales de llevar a cabo cualquier muestra pública a favor o en contra del conflicto.
Este viernes, el Ministerio del Interior lanzó pidió a los ayuntamientos de Francia que eviten unirse al llamado de colgar la bandera de Palestina en las fachadas de los edificios este 22 de septiembre. «El principio de neutralidad del servicio público lo prohíbe», ya que «constituye un posicionamiento en un conflicto internacional» y «una injerencia contraria a la ley», reza el comunicado de prensa del ministerio.
A pesar de que el primer ministro británico, Keir Starmer, planteó el reconocimiento del Estado Palestino a finales de julio —cuando el bloqueo de la entrada de ayuda humanitaria a la Franja por parte de Israel llevó a miles de personas a una situación de hambruna—, no ha sido hasta este domingo cuando ha confirmado finalmente la decisión. Un paso adoptado finalmente tras la negativa de Israel de aceptar las tres condiciones planteadas por el Gobierno laborista hace dos meses: la implementación de un alto el fuego inmediato en la Franja y el compromiso de lograr la paz «a largo plazo», la entrada sin restricciones de la ayuda humanitaria gestionada por las Naciones Unidas y el fin de las anexiones ilegales de territorio en Cisjordania.
«La crisis humanitaria provocada intencionadamente en Gaza alcanza nuevas cotas. El implacable y creciente bombardeo de Gaza por parte del Gobierno israelí, la ofensiva de las últimas semanas y el hambre y la devastación. Son absolutamente intolerables. Decenas de miles de personas han perdido la vida, incluidos miles que intentaban recoger comida y agua. Esta muerte y destrucción nos horroriza a todos. Debe terminar», ha asegurado Starmer en una declaración televisada este domingo.
El líder laborista ha tomado esta decisión a pesar de la desaprobación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y del temor a que pudiera tener consecuencias negativas para las relaciones bilaterales entre Londres y Washington. Sin embargo, el mandatario republicano ha evitado reprender a su aliado en su visita de esta semana al Reino Unido y ha pasado de puntillas sobre este asunto, en un intento de mantener un tono de cordialidad.
A pesar de que el reconocimiento del Estado palestino ha sido visto como un paso en la buena dirección por parte de la mayoría de la bancada laborista, algunos diputados de su partido y de otras formaciones de izquierdas han pedido al primer ministro que vaya más allá y que imponga un embargo total a la exportación de armas a Israel. El Gobierno británico ya ha impuesto sanciones a los miembros más radicales del Ejecutivo de Netanyahu y ha llamado a consultas en varias ocasiones a su embajadora en Londres, pero por ahora no tiene previsto adoptar nuevas medidas de presión contra Tel Aviv.
Alemania no se plantea un reconocimiento del Estado de Palestina porque, en palabras del canciller Friedrich Merz, «no se dan las condiciones para hacerlo». Es la línea defendida como un mantra no solo por el actual jefe del gobierno y líder del bloque conservador, sino también por su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, o anteriormente por Angela Merkel, de la misma família política que Merz. Los sucesivos ejecutivos alemanes abrazan la solución de los dos estados como única fórmula posible: un reconocimiento de Palestina sólo puede darse al final de un proceso que lleve a una solución negociada de dos estados. Es decir, al reconocimiento mutuo, no al unilateral.
Detrás de esta consideración está la llamada «razón de Estado» o compromiso de Alemania actual con la defensa de Israel, como parte de su responsabilidad histórica tras el Holocausto y los seis millones de judíos asesinados por el nazismo. Pero incluso esta dinámica, que durante décadas fue inamovible, empezaron a mostrar grietas. Los socios del Gobierno de Merz, los socialdemócratas, vienen apremiando al canciller para respaldar cuando menos las medidas de presión sobre Israel propuestas por la Comisión Europea.
Desde la perspectiva alemana, Merz rompió ya un tabú al anunciar en agosto la suspensión de los suministros de armas a Israel «susceptibles de ser usadas» en Gaza. Fue una decisión que sorprendió a su grupo parlamentario conservador y que el canciller adoptó en solitario. Le costó duras críticas de los suyos… y alabanzas no solo procedentes de sus socios socialdemócratas, sino también de los opositores Verdes y hasta de La Izquierda.
¿Reconocimiento de Palestina? Nein, danke. ¿Embargo de armas? Sí. ¿Sanciones como las propuestas por Bruselas? Improbable, pero no del todo descartado, ya que los socios socialdemócratas aspiran al menos a que Alemania no las bloquee en su totalidad. ¿Boicot a Israel? En ningún caso. Si para la plana mayor de la política alemana sigue siendo un tabú aplicar el término ‘genocidio‘ a las masacres de Gaza, menos aún se plantea actuar contra la presencia de Israel en un evento como Eurovisión y competiciones deportivas o a aupar un boicot. «¿A qué nos llevaría eso? A algo que ya conocemos de antes», afirmó recientemente el jefe del grupo conservador en el Bundestag (Parlamento federal), Jens Spahn, quien rechaza de plano las propuestas de la CE. Aludía así el líder de la primera fuerza en el Bundestag al boicot contra los comercios judíos bajo el nazismo. La Estrella de David con que se marcaba cualquier establecimiento judío fue la antesala a las deportaciones y asesinatos en los campos de exterminio nazis.
El peso de la culpa alemana es enorme. Pero la brutalidad de la ofensiva sobre Gaza ha hecho mella en este aliado de Israel. En el aire está la pregunta de si la «razón de Estado» a que apela Merz, como hicieron sus antecesores, no está directamente vinculada a la sumisión que en política exterior practica Alemania respecto al gran aliado transatlántico que es Estados Unidos. O, dicho de otro modo, cuánto tardaría Berlín en apartarse del apoyo casi incondicional a Israel, si previamente lo hiciera la Casa Blanca.
En el último año, la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, ha utilizado diversos encuentros del Consejo Europeo para expresar su negativa a un reconocimiento formal de Palestina como Estado. Una oposición, que salvo cambios de idea de último momento, se mantendrá en la Asamblea General de la ONU, pues «nada ha cambiado», según confirmaron esta semana fuentes de la Presidencia italiana a este diario.
Ya en octubre del año pasado Meloni había explicado su punto de vista. En un alocución ante el Congreso italiano, la mandataria dijo que su Gobierno está a favor de la solución de dos Estados, pero que el reconocimiento formal del Estado palestino sólo será viable cuando surja de «un proceso político y negociado entre ambas partes«.
Escudándose detrás de este argumento, Meloni argumentó además que su posición es «compartida por la mayoría de los países de la Unión Europea, de todos los países del G7, y de tan maltratados bloque de Visegrado», además de situarse en línea con «todos los anteriores gobiernos italianos, independientemente de su color político».
En este marco, la política también ha defendido la mediación de EEUU como actor de importancia para solucionar el conflicto. «Respaldamos todos los esfuerzos de mediación, en particular el de los Estados Unidos», dijo la también líder del partido derechista Hermanos de Italia.
Otros políticos del Gobierno italiano han confirmado esta postura. En una declaración de esta semana a los medios de comunicación italianos, el ministro de Exteriores y líder de Forza Italia (FI), Antonio Tajani, ha incluso calificado de «error grave» la decisión de reconocer formalmente al Estado palestino, ya que «antes hay que construir ese Estado, que hoy no existe».
Esta cerrazón ha chocado con la postura de la principal fuerza de la oposición, el centro‑izquierdista Partido Democrático (PD), que sí ha solicitado el reconocimiento de Palestina, «según sus fronteras de 1967». En particular, la líder del PD, Elly Schlein, ha señalado la «clara, inequívoca y compartida condena de los terribles actos terroristas cometidos por Hamás el 7 de octubre», subrayando, sin embargo, que «lo que no se puede aceptar del Gobierno italiano y de la Unión Europea es el doble rasero, ya que no hemos escuchado una condena del apocalipsis humanitario que se está viviendo en Gaza desde demasiado tiempo».
Con todo, en los últimos tiempos, las tomas de posición de los partidos italianos no siempre han tenido coherencia. Tanto que, cuando el año pasado el Parlamento europeo pidió a los países europeos votar para el reconocimiento del Estado palestino, las grandes coaliciones italianas se rompieron. En ese entonces, de hecho, el PD y Forza Italia votaron a favor, el Movimiento 4 Estrellas, la Liga y los Verdes se opusieron, y Hermanos de Italia e Izquierda Italiana se abstuvieron.
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