La península coreana y Estados Unidos encadenan mensajes que preparan las negociaciones. El último ha llegado hoy desde el norte del paralelo 38: No hay razón para evitarlas, ha afirmado Kim Jong-un. No se discutirá su desnuclearización, ahora un anatema para Pionyang, sino su pausa temporal u otros asuntos aún por determinar. Objetivos menos ambiciosos pero más verosímiles que traerán, al menos, algo de tranquilidad a la región tras años fragorosos.
“Todavía tengo recuerdos cariñosos del presidente estadounidense Trump”, ha dicho Kim en un discurso ante la Asamblea Suprema del Pueblo, según la agencia oficial KCNA. “Si Estados Unidos abandona su absurda obsesión de desnuclearizarnos, acepta la realidad y quiere una genuina coexistencia pacífica, no hay razón para no sentarnos con ellos”, ha continuado.
Ha pasado ya un lustro desde que Trump y Kim Jong-un negociaron la desnuclearización “completa, verificable e irreversible” de Corea del Norte a cambio del levantamiento de sanciones y la normalización de las relaciones. Aquel proceso dejó dos cumbres en Hanói y Singapur, la fotografía del primer presidente estadounidense pisando suelo norcoreano en la fronteriza ciudad de Panmunjon y ningún avance.
La llegada de Joe Biden, ajeno a cualquier reclamación de Pyongyang, y de los conservadores a Seúl, acabó de arruinar la sintonía. Desde entonces ha proclamado el país asiático como “irreversible” la condición de Estado nuclear. La última vez fue la semana pasada. Su delegación permanente en la ONU desdeño como “anacrónicos” y “provocadores” los intentos estadounidenses de que renuncie a él. “La posición de la República Democrática Popular de Corea (el nombre oficial de Corea del Norte) como Estado con armas nucleares, que ha sido proclamada permanentemente en la ley básica y suprema del país, se ha convertido en irreversible”, insistieron en Viena.
Irán y Libia
Solo el arma nuclear, ha dicho hoy Kim, asegura la supervivencia del país ante las amenazas de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, que la semana pasada ejecutaron de nuevo maniobras militares conjuntas frente a sus costas. “El mundo sabe muy bien qué hace Estados Unidos después de que un país renuncie a su armamento nuclear. Nosotros nunca lo haremos”, ha afirmado. No ha detallado a qué país se refería pero no faltan antecedentes. Irán, por ejemplo. El acuerdo firmado por Teherán años atrás se entendió como una hoja de ruta para Corea el Norte: devolvía al país a la ortodoxia global y levantaba las sanciones a cambio de su programa nuclear. En su primer mandato, Trump lo canceló a pesar de que los inspectores certificaron el cumplimiento iraní y en contra de la comunidad internacional, los expertos y el sentido común. En su segundo mandato, lo ha bombardeado con saña. También sirve Libia. Muamar El Gadafi sacrificó su programa nuclear a cambio de reconocimiento global y cuando este terminó no dispuso de ninguna defensa. La prensa oficial norcoreana de aquellos días subrayaba el caso libio como la prueba de que confiar en las promesas de Occidente solo asegura un destino trágico.
El viento sopla a favor con el regreso de Trump y los progresistas a Seúl. Pero descartada la desnuclearización norcoreana, es necesario fijar los términos del debate. El presidente surcoreano, Lee Jae Myung, ha animado a Trump a sentarse con Kim y aclarado que su Gobierno aceptará un acuerdo que detenga el programa nuclear norcoreano. “La realidad es que la política previa de las sanciones y la presión no han solventado el problema, solo lo han agravado”, afirmó en una reciente entrevista a la agencia Reuters. Pyongyang suma cada año entre 15 y 20 nuevas armas nucleares cada año, según los cálculos de Seúl.
Sacar ventaja a Trump
Que Corea del Norte tire su arsenal al océano es quimérico; basta con que lo pause. Falta por saber si Trump aceptará ese objetivo menor que implica reconocer a Corea del Norte como un estado nuclear en contra de la opinión de la ONU. “Ya ha dejado caer que lo es y también lo han hecho Pete Hegseth (secretario de Guerra) y Marco Rubio (secretario de Estado). En Washington mucha gente piensa que esto tendría que haber llegado hace tiempo”, señala Ramón Pacheco, profesor de Relaciones Internacionales del King College londinense y experto en Corea del Norte.
“La posición de Lee Jae Myung no es nueva, tiene una visión realista de lo que se puede y lo que no se puede negociar con Corea del Norte. Seúl nunca va a renunciar a la desnuclearización norcoreana pero la situación no puede quedar enquistada y sin ningún diálogo hasta que Pionyang ponga sobre la mesa su programa nuclear. Kim Jong-un está empezando a sacar ventaja de la voluntad de Trump de reunirse con él”, añade.
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