Isabel Díaz Ayuso abrió este viernes el curso universitario con un discurso en Alcalá de Henares en el que atacó tanto a la izquierda como a Vox, marcando perfil propio frente a las críticas de unos y las propuestas de otros.
A Más Madrid y al PSOE les advirtió que no permitirá que los centros educativos se conviertan en «instrumentos de ingeniería social» ni en «guerras ideológicas».
El mensaje llegaba tras una semana en la que la oposición la había acusado de querer prohibir banderas palestinas en los colegios y de trabajar como la «embajadora del genocidio» en España.
«La educación no es compatible con consignas ni con la colectivización revolucionaria», subrayó.
La izquierda sostiene que la Consejería de Educación ha ordenado retirar símbolos de apoyo a Gaza en algunos centros. Ayuso niega esa versión y asegura que no ha dado «ninguna instrucción».
Pero sus reproches no se quedaron ahí. Esta vez, en alusión a Vox, Ayuso recalcó que «no se puede consentir que se vete a nadie por su raza, nacionalidad, religión, sexo u origen».
Su crítica llega tras la iniciativa del partido de Santiago Abascal para prohibir el velo islámico en espacios públicos.
El PP votó en contra de esa propuesta en la Asamblea de Madrid, donde cuenta con mayoría absoluta. Ayuso defendió que una medida de ese tipo iría contra la Constitución. «Si prohibimos el velo, prohibimos también los crucifijos o la kipá judía», advirtió esta misma semana.
Aunque la oposición la asocia habitualmente con Vox, Ayuso ha querido marcar diferencias en cuestiones como la libertad religiosa. Según la presidenta, limitar símbolos va «en contra de la Constitución porque significaría ir en contra de los derechos de todos».
En su intervención en Alcalá, la dirigente madrileña reclamó que la universidad siga siendo «un espacio de estudio, de libertad y de búsqueda del conocimiento».
También pidió evitar «las coacciones de cualquier tipo», desde la «manipulación al hostigamiento verbal o la violencia física».
Porque «el que busca saber tiene que estudiar mucho, pensar y hacerse preguntas». En ese sentido, apeló a «garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales» en las aulas para que los jóvenes aprovechen sus años de formación «pacíficamente y en libertad».
Ayuso aseguró que para su Ejecutivo es un «orgullo» trabajar por las universidades y destacó su «legado de siglos», a la vez que instó a alumnos, docentes y personal académico a que «este sea un año extraordinario».
Manifestaciones
Todos estos mensajes los lanzaba mientras, en el exterior, decenas de personas se concentraban contra su Gobierno. Sindicatos y estudiantes reclamaban más financiación y coreaban consignas como «la universidad pública no se vende, se defiende» o «que viva la lucha del pueblo palestino«.
Ayuso denunció que el delegado del Gobierno hubiera permitido las protestas frente al acto, asegurando que se trataba de una maniobra política: «Como Sánchez no puede pisar la calle, que no la pise nadie».
Por su parte, la Delegación del Gobierno se excusó aclarando que las manifestaciones no requieren «autorización previa» y que «sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes».