El mayor alivio que existe en Orriols es la sensación de que el Levante de Julián Calero ha encontrado su camino. Tardó tres partidos, pero se dio cuenta de que la timidez no es una vía de salvación en Primera. La permanencia exige valentía y descaro, y en ambos aspectos, el Levante sabe desarrollar sus virtudes navegando en el atrevimiento. Así fue el método sobre el que escaló a la élite y así, según lo acontecido en Girona, pretende quedarse en ella. Habrá diferentes partidos a lo largo del trayecto, al igual que múltiples contextos en los mismos, pero su primera victoria de la temporada, gracias a los goles de Etta Eyong, Carlos Álvarez, Iván Romero y Koyalipou, recuperó la identidad que llevó a los de Julián Calero al éxito y le sirve para mirar al futuro con optimismo. Sin complejos y desde el convencimiento de que el camino es el correcto.
No obstante, el triunfo se masticó con cautela, dándole terreno al Girona en los compases iniciales y haciéndose fuerte a la hora de presionar a su contrincante. Pese a ello, el camino se allanó a la media hora de partido cuando Witsel, tras pisar el tobillo de Unai Vencedor, vio la segunda amarilla minutos después de ver la primera tras cortar una conducción de Carlos Álvarez hacia la meta de Paulo Gazzaniga. La ventaja dio alas a un Levante que avisó de sus intenciones a través de un Brugué que se topó con el palo, pero, instantes más tarde, abrió la lata mediante el hombre de moda en Orriols.
Etta Eyong volvió al campo donde debutó en la máxima categoría del fútbol español y lo hizo por todo a lo alto: gol y asistencia. Su segundo tanto con la zamarra levantinista fue como en aquella tarde de mayo: de cabeza y con un centro lateral, esta vez, procedente de Jeremy Toljan. Era el 43’ y se empezó a respirar un ambiente distinto al de los primeros partidos. Los detalles, esta vez, caían del lado de un Levante más resolutivo y seguro de sus prestaciones que durante sus anteriores participaciones. Mientras, el Girona apenas compareció sobre el terreno de juego. Un disparo, al filo del descanso, de Álex Moreno desde la frontal fue la única muestra de peligro que mostró antes de que el encuentro se le enredara más si cabe a los de Míchel.
No pasaron ni tres minutos desde la reanudación cuando Carlos Álvarez tramó la segunda diana para los suyos. Provocó la expulsión en la frontal de Vitor Reis, después de que el central le clavase los tacos sobre su muslo izquierdo, y lanzó la falta directa que acabó en el fondo de la red, desatando la calidad de un ‘24’ que, tras cocinar con sus botas el primer gol granota, ya es tendencia en la élite del fútbol español debido a su talento.
Con nueve jugadores en el campo, y la sensación de absoluta indolencia, el Girona pasó a ser un juguete a manos de un Levante que se adentró en un duelo cómodo y en el que sus protagonistas se gustaron. Tanto, que Etta Eyong quiso aumentar sus estadísticas e Iván Romero buscó su gol. Entre ellos nació el tercero del Levante: tacón del ‘21’ para el ‘9’, devolución del manchego para un camerunés que habilitó al ex del Sevilla para anotar el tercero para los suyos. Los últimos compases fueron un absoluto monólogo, y a falta de pocos segundos para el final, un robo de Pablo Martínez y posterior conducción del ’10’ acabó en los pies de Koyalipou para anotar el cuarto.