Alba Arbiol aporta, en la lista de preseleccionadas, el cincuenta por ciento del encanto de una comisión, que está en una nube: «nunca hemos tenido fallera en la corte de honor. Y preseleccionadas, pocas. Y sin embargo, en la preselección salió mi prima, Pau, e inmediatamente después, yo. No les había dado tiempo a los falleros ni a sentarse. Imagínate la felicidad por tener a las dos falleras preseleccionadas». Pau es Pau Fernández, la infantil que es prima postiza: las madres son las muy mejores amigas «y nos consideramos familia».
Alba, reaccionando a su preselección / Fotofilmax

Alba, en el centro, en la procesión del Carmen, celebrada una vez preseleccionada / Moisés Domínguez
Tanto, como que Alba no ha tenido problema en ser fallera mayor con 17 años con tal de acompañarla «porque ella sí que estaba en la edad perfecta para ser infantil». Alba es fallera mayor a contraestilo de edad y, de hecho, es la más joven de entre todas las preseleccionadas «pero siempre puedo volver a serlo dentro de unos años». Es una comisión pequeña, de censo limitado «pero jamás me cambiaría a otra. Es la falla de mi familia, que son originarios del barrio. No concibo las Fallas si no es en la Plaza del Ángel, de la que soy desde que nací».
Origen cien por cien del Carmen. Pedigrí absoluto. «Mi abuelo materno, Lorenzo Lázaro, es refundador de la comisión. Vivía en la plaza de Navarros, al lado mismo de donde se planta mi falla». Cierto: la plaza del Ángel tiene antigüedad de 1902, pero tras muchos años con intermitencias tras la Guerra Civil, la continuidad se marca desde 1969. Pero hay más: «Mi padre había sido de la plaza de la Santa Cruz antes de conocer a mi madre, pero con el tiempo también ha sido presidente del Ángel» -tanto, como que fue quien sucedió al histórico Joaquín Pérez Zapater-. Y falta la traca final: «mi madre es la presidenta actualmente».
Y casa en el barrio
Familia, falla y residencia: «Conservamos la casa de mi abuela paterna en la calle de la Cruz, a dos minutos de la falla, con lo que ahí es donde vamos durante la semana de marzo».
Esa posibilidad de poder repetir en el futuro la vivió ella misma: fue fallera mayor infantil dos veces. «En 2016 fue la primera. Si: el año ese en el que un coche se llevó por delante mi falla infantil, una parte de la grande, atropelló a mi fallera mayor… y ese año estuve preseleccionada». Y repitió en 2019. «Era el aniversario de la refundación de la comisión y no había falleras mayores. Y mi fallera mayor de 2016 me dijo de repetir las dos. Además, mi padre era presidente… no me lo pensé». Ainhoa Pizcueta, la mayor, fue la preseleccionada ese año.
Con 18 años «y 19 en enero», Alba está todavía en el «insti». «Estoy en segundo de Bachillerato en la rama de Ciencias Sociales del IES Malilla, que es el barrio donde vivo. Este año me he partido el curso en dos para poder vivir el año de fallera mayor sin agobios. Este año lo terminaré y procuraré así llegar con las notas reforzadas». De momento, Alba y Pau han reforzado la ilusión de una comisión entrañable.