A partir de los 50 años aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas —obesidad, diabetes o hipertensión arterial— y oncológicas, muchas de ellas sin síntomas en sus fases iniciales.
La doctora María Jesús González, jefe de Medicina Interna del Hospital Universitario Sanitas Virgen del Mar, explica cuáles son los chequeos son imprescindibles —desde analíticas de sangre y control de peso hasta pruebas de detección precoz de cáncer, densitometría ósea y revisiones de la vista y la audición— para detectarlas de forma precoz y actuar antes de que produzcan complicaciones.
«En esta etapa es frecuente observar disminución de la masa muscular, aumento de la grasa abdominal, cambios hormonales (especialmente en mujeres tras la menopausia), mayor rigidez de los vasos sanguíneos, pérdida progresiva de densidad ósea y alteraciones en la vista y la audición», señala la especialista.
Estos procesos son parte del envejecimiento, pero su impacto puede reducirse con hábitos saludables y revisiones periódicas. Entre los 50 y 60 años suele consolidarse el riesgo cardiovascular y metabólico, y a partir de los 60 se intensifica el seguimiento del corazón, la función renal y la salud ósea. También aumenta la necesidad de vigilar la memoria y la salud cognitiva, así como de reforzar la vacunación (gripe, neumococo, herpes zóster).
Y una de las pruebas médicas clave, sobre todo a partir de los 50 años, son los hemogramas, que se utilizan para comprobar el estado de salud en general.
Lo recomendable es revisar los niveles de colesterol, glucosa y tensión arterial al menos una vez al año.
¿Qué análisis de sangre se recomienda realizar a los 50?
Se aconseja un hemograma completo, perfil lipídico (colesterol total, HDL, LDL y triglicéridos), glucemia en ayunas, función renal y hepática, niveles de vitamina D y hormona tiroidea en algunos casos. Estos parámetros permiten valorar el riesgo cardiovascular, metabólico y detectar deficiencias que pueden influir en la salud a largo plazo.
Lo recomendable es revisar los niveles de colesterol, glucosa y tensión arterial al menos una vez al año. Si existen factores de riesgo (obesidad, antecedentes familiares de cardiopatía isquémica, tabaquismo, hipertensión previa, sedentarismo), la periodicidad puede acortarse según criterio médico.
Las mujeres pueden predecir el riesgo que tienen de sufrir una enfermedad cardiaca con un simple análisis de sangre rutinario. / ShutterStock
¿Es importancia tiene el control del peso y el IMC?
El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo directo para diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Controlar el peso y mantener un índice de masa corporal saludable ayuda a reducir estas probabilidades y favorece un envejecimiento más activo.
Pruebas para la detección precoz de cáncer de colon, mama y próstata
En el caso del colon, lo habitual es realizar un test de sangre oculta en heces cada dos años y como alternativa en algunas ocasiones una colonoscopia cada cinco o diez años, en función de los antecedentes familiares.
En los hombres, a partir de los 50 años se aconseja la evaluación prostática, que puede incluir la determinación del antígeno prostático específico (PSA) y una exploración física, siempre siguiendo la recomendación individualizada del especialista. En las mujeres, la ecografía y/o la mamografía deben hacerse cada uno o dos años entre los 50 y los 69 años, mientras que la citología o el test del virus del papiloma humano (VPH) están indicados hasta los 65 años.
Además, más allá de la prevención oncológica, es importante no descuidar revisiones periódicas de la vista y la audición, ya que a esta edad son frecuentes alteraciones como la presbicia, el desarrollo de cataratas o la pérdida auditiva progresiva.
Hoy, además de las pruebas tradicionales, comienzan a incorporarse programas que permiten conocer la predisposición individual a determinadas enfermedades y personalizar la prevención desde una perspectiva más integral.
A partir de los 60 años, hay que aumentar la frecuencia de las pruebas de colonoscopias, mamografías o revisiones oncológicas, especialmente si existen antecedentes familiares o factores de riesgo. En el caso del colon, la frecuencia puede reducirse de 10 a 5 años. En mama, se mantiene cada 1-2 años. En el área cardiovascular, las revisiones deben ser más regulares a partir de los 60, sobre todo si hay hipertensión, colesterol elevado o diabetes.

Las mujeres a partir de la menopausia son más propensas a sufrir osteoporosis. / Adobe Stock.
¿Qué papel juega la densitometría ósea en la prevención de la osteoporosis?
Es la prueba más eficaz para medir la densidad mineral ósea y detectar pérdida de masa ósea antes de que aparezcan fracturas. En mujeres posmenopáusicas y en hombres con factores de riesgo, la densitometría permite instaurar medidas preventivas y, si es necesario, tratamiento precoz.
¿Qué pruebas deben intensificarse a partir de los 60 años?
Entre las enfermedades que requieren mayor vigilancia a partir de los 60 años se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, la dislipemia, la osteoporosis, las patologías cardiovasculares y distintos tipos de cáncer, como el colorrectal, de mama o de próstata. En esta etapa conviene intensificar algunos controles médicos, como las revisiones cardiológicas, así como la evaluación de la función cognitiva en caso de sospecha de deterioro de la memoria.
Es fundamental mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio regular adaptado a la edad, evitar el tabaco y el exceso de alcohol, controlar el estrés y cumplir con los chequeos médicos recomendados
Para quienes cumplen 60 y quieren llegar bien a los 70…
Adoptar un estilo de vida activo y sostenible. Mantener una dieta equilibrada, practicar ejercicio regular adaptado a la edad, evitar el tabaco y el exceso de alcohol, controlar el estrés y cumplir con los chequeos médicos recomendados. La clave está en la constancia, pequeñas medidas mantenidas en el tiempo son las que más impacto tienen en la salud futura.