Una impresionante multitud se apropió del centro de la ciudad de Buenos Aires para arrinconar al presidente Javier Milei durante una tarde también marcada por los temblores en el mercado cambiario. Miles y miles de personas rodearon el Congreso mientras la cámara de Diputados votaba por amplia mayoría mantener dos leyes vetadas por el anarco capitalista que garantizan el financiamiento de los hospitales pediátricos y las universidades públicas nacionales. Los legisladores de la oposición trataban a su vez de desarmar la ingeniería que le permitió a Milei gobernar por decreto durante su primer año. Si bien la última palabra la tendrá el Senado, la posibilidad de un nuevo traspié no haría más que acrecentar la debilidad política de la ultraderecha.
La Libertad Avanza, el partido del extertuliano televisivo, acaba de perder por 14 puntos las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, la más importante de Argentina. Esa paliza, sumada al contexto de penuria general, la falta de reservas en el Banco Central para contener el ascendente precio del dólar, no parecen favorecer las perspectivas del oficialismo de cara a los comicios parlamentarios nacionales de fines de octubre. La dimensión de la movilización de este miércoles, que tuvo sus réplicas en otras ciudades argentinas, informó de un nuevo estado de ánimo social y una menor tolerancia hacia Milei. «Ya no es emperador», escribió días atrás Carlos Pagni, columnista del diario ´La Nación`. «Se perdió el encanto, el sortilegio». El propio presidente «tiene conciencia» de que su programa económico ya no despierta la misma adhesión de 2024.
En la calle y el Congreso es el lugar donde se escenifican las disputas. El ministerio de Seguridad desplegó 1700 uniformados. Los que marcharon a favor de la defensa de la universidad pública, los hospitales y los discapacitados no constituyen un colectivo cohesionado. Sucede lo mismo en el Parlamento. No los une el amor ni la coincidencia política: apenas el espanto a un Gobierno cuyas figuras centrales, los hermanos Milei, están a la vez salpicados por resonantes casos de corrupción: el «criptogate», como se conoce la estafa millonaria con activos digitales que también investiga una comisión legislativa, y la trama de sobornos en la Agencia Nacional de la Discapacidad (Andis).
Presupuesto cuestionado
El mandatario intentó sin suerte anticiparse a los hechos cuando el pasado lunes presentó por televisión el presupuesto nacional para 2026 en el que contempla módicas mejoras a los salarios de los profesores universitarios y los gastos en el sector salud. Milei defendió la necesidad de continuar «el ajuste más grande de la historia«, llamó a la sociedad a «no aflojar» porque «lo peor ya pasó». Siete años antes, otro presidente de derechas, Mauricio Macri, había dicho lo mismo: «lo peor ya pasó». Pero los rectores de las principales universidades argentinas creen lo contrario pese a los anuncios oficiales: de manera soterrada se contemplan mayores podas. En cambio, el proyecto que Milei había vetado y volvieron a impulsar los diputados prevé actualizar automáticamente por inflación los gastos de las altas casas de estudios y un aumento salarial inicial del 40,8%, así como las becas de investigación. El costo fiscal de esa iniciativa equivale al 0,23% del PBI. El presidente considera esa cifra lesiva. El Presupuesto no incluye mejoras a los pensionados, que también estuvieron este miércoles presente en la gran marcha. Además, recorta las transferencias a las provincias y el dinero que reciben las Fuerzas Armadas para el equipamiento.
Desde que asumió, Milei se propuso librar una batalla económica y discursiva con las universidades. Las consideró centros del «marxismo cultural» y la «ideología woke«. Una reciente encuesta da cuenta sin embargo que un 88,9% de los consultados tiene una valoración positiva de ese ámbito educativo. Un el 71,2% cree por su parte que su empecinamiento en vetar el aumento de las partidas presupuestarias afectará negativamente la imagen de Milei en medio de un proceso electoral.
Cuadro recesivo
El anarco capitalista está convencido que a Argentina le espera un horizonte de prosperidad en la medida en que no toque el ajuste que, dijo, está «escrito sobre piedra». Y añadió al respecto: «si al equilibrio fiscal le sumamos las reformas que queremos llevar adelante podríamos estar hablando de un crecimiento del 7 u 8 % anual de manera sostenida». Crecer a esas tasas «implicaría que en 10 años nos pareceríamos a países de altos ingresos, en 20 años estaríamos entre los países más ricos del mundo y en 30 años estaríamos en el podio de las potencias mundiales«. Los anhelos de Milei no se compadecen con el presente de un país donde se perdieron 15.000 pequeñas y medianas empresas y casi 300.000 puestos de trabajo entre público y privado desde que tomó las riendas del Ejecutivo. El diputado peronista (opositor), calificó al jefe de Estado de «mentiroso, cínico y cruel». En medio de los debates en el Congreso se conoció que el PIB sufrió en el segundo trimestre su primera caída en un año: el consumo se contrajo 1,1%. «La probabilidad de que el país ingrese en recesión se disparó 98,61% en agosto», señaló el diario ´Ámbito Financiero`. La prueba de que se avecinan días tormentosos la ofreció el Banco Central: tuvo que vender dólares para evitar un salto mayor de la divisa norteamericana. Las reservas de la entidad monetaria son escasas y no se encuentra en condiciones de enfrentar temblores sucesivos en el mercado.
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