España se ha sumado este martes al grupo de países que han amenazado con renunciar a su participación en Eurovisión si el certamen decide mantener a Israel, en protesta por la brutal guerra en la Franja de Gaza. Con su decisión, el Consejo de Administración de RTVE sigue la senda abierta por Irlanda, Islandia, Países Bajos o Eslovenia.
El caso de España es más relevante que los del resto de países que han amenazado con su retirada, pues pertenece al grupo de los llamados ‘Big Five’, los cinco Estados que contribuyen con una mayor financiación a la Unión Europea de Radiodifusión (UER), entidad organizadora del festival y responsable de otras retransmisiones continentales, la mayoría deportivas. En este club selecto, que garantiza a sus socios el paso directo a la final, también están Francia, Reino Unido, Alemania e Italia.
Sin embargo, no parece previsible en este momento que el resto de integrantes de los ‘Big Five’ secunden a España en su reacción. Esta es la música que suena en este tema en cada uno de estos países:
Francia se fija en su país vecino, mientras evita abrir su propio debate sobre la participación en el Festival de Eurovisión. Una conversación que ya ha surgido en ocasiones anteriores, la última durante la semifinal de ‘Destination Eurovision’ en 2019, cuando el grupo BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) subió al escenario con pancartas, interrumpiendo la actuación de la cantante israelí Netta Barzilai, al grito de: ‘No al Eurovision 2019 en Israel’.
Esta acción se suma a otras de activistas franceses llamando al boicot de cualquier actividad cultural en la que esté implicado Israel. También se han llevado a cabo campañas contra presentaciones cinematográficas financiadas con fondos israelíes o acciones de ‘stickering‘ en supermercados, basadas en poner etiquetas de denuncia en envases o productos que provengan de Israel, como los dátiles. En todos los casos, el Tribunal de Casación de Francia ha dictado condenas por «provocar discriminación», aunque posteriormente han sido revocadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, dictaminando que sancionar a activistas de boicot violaba la libertad de expresión.
En Alemania, se da por garantizado el respaldo a la participación de Israel en Eurovisión. El país mantiene la línea del total apoyo al Estado hebreo por razones de responsabilidad histórica tras el Holocausto, y entra en pánico ante cualquier crítica por presunto antisemitismo procedente de Tel Aviv. Al canciller Friedrich Merz se le ha visto estos días luchando literalmente con las lágrimas en el discurso para la reinauguración de la sinagoga de Múnich, que fue devastada por el nazismo. Ahí lanzó una declaración de guerra contra al antisemitismo que, admite, persiste en su país y afirmó que no se tolerará tampoco el que se plasma «bajo el manto de una supuesta libertad artística, cultural y científica«. A la cancelación de un concierto en el Festival de Gante (Bélgica) de la Filarmónica de Múnich por estar dirigida por el israelí Lahav Shani ha respondido Alemania brindando a esta orquesta varias galas extraordinarias, una de ellas en Berlín, con asistencia de una amplia representación institucional a modo de desagravio por lo ocurrido en Bélgica.
En Italia, un país históricamente más interesado en su certamen nacional de San Remo que en Eurovisión, aún no ha habido un debate sobre la posibilidad de que RAI, la cadena pública, rechace su participación en la competición como protesta contra la presencia de Israel. No obstante, los medios de comunicación italianos sí han dado cobertura a la decisión de varios países europeos, sobre todo la de España, lo que hace probable que en las próximas semanas trabajadores del gremio se pronuncien sobre la cuestión.
Otra es la actitud de la primera ministra, Giorgia Meloni. Si bien en sus últimas alocuciones Meloni ha tachado de «injustificable» la situación humanitaria en Gaza, la mandataria ha insistido en reiteradas ocasiones que considera un error «aislar a Israel». «Creo contraproducente tomar iniciativas que terminarían por cerrar todo canal de diálogo con Israel, justamente cuando pienso que ese diálogo puede llevar a resultados sobre el alto el fuego en Gaza», dijo en junio pasado en el Parlamento italiano.
El debate sobre el boicot a Israel en Eurovisión también ha llegado al Reino Unido, aunque con menor intensidad que en otros países europeos. Las formaciones políticas de los Verdes en Inglaterra y Gales, Escocia e Irlanda del Norte enviaron una carta conjunta el viernes de la semana pasada al director general de la BBC, Tim Davie, exigiendo a la corporación pública que se retire del concurso en caso de que se confirme la participación de Israel.
En una comparecencia ante el Parlamento este lunes, Davie ha asegurado ser «consciente de las preocupaciones», pero ha remarcado que Eurovisión «nunca ha tenido que ver con la política» y que, por el contrario, «debería ser una celebración de la música y de la cultura que une a las personas». A pesar de que en este momento el boicot del Reino Unido no parece estar encima de la mesa, la BBC está pendiente de lo que decida la Unión Europea de Radiodifusión (EBU, en sus siglas en inglés) en una reunión programada para diciembre.
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