«Yo el Diazepam lo pillaba en el mismo sitio que la cocaína, a los mismos camellos que venden drogas ilegales». Lo cuenta a EL PERIÓDICO el humorista Toni Moog, recién salido del centro de desintoxicación al que acudió para desengancharse precisamente de esta benzodiacepina. Una sustancia de la que, asegura, le «resultó más difícil desengancharse que de la misma coca o del alcohol».
Diazepam, lorazepam, bromazepam, clonazepam, alprazolam… todos son fármacos de la misma familia. Psicotrópicos que se prescriben en los centros de atención primaria y se compran con receta en las farmacias. Pero las benzodiacepinas, muy útiles como ansiolíticos, sedantes o relajantes musculares, tienen una cara B: pueden ser muy adictivas. Y en España, el país líder mundial en su consumo, existe un mercado negro para los consumidores que se han enganchado y necesitan más de lo que el médico les receta.
El tráfico va por modas: ahora lo que se lleva es el clonazepam (Rivotril), parecido al diazepam (Valium), según fuentes policiales
«El tráfico de benzos existe en nuestro país y no es de ahora», explican fuentes policiales a este diario. «Hay tráfico a pequeña y a gran escala, como con cualquier otra droga. Hay gente que se dedica al menudeo y hay traficantes que mueven grandes cantidades». Los más habituales son los primeros, pero de vez en cuando se completa alguna operación policial que interviene miles de pastillas.
Este año, sin ir más lejos, han caído redes de tráfico ilegal de benzodiacepinas en Galicia, Murcia y Andalucía. En los tres casos, el medicamento con el que traficaban y del que habían llegado a retirar miles de cajas de las farmacias, financiadas por la Seguridad Social, «es el clonazepam, cuyo nombre comercial en España es Rivotril«, señalan estas fuentes policiales.
«Tenía recetados varios tipos de benzos como medicamentos crónicos. Sobre todo Rivotril y Trankimazin, pero también Valium. Una parte los consumía yo, pero muchas cajas las vendía»
«El fármaco que más pide la gente va por modas. Hace años, el más solicitado en el mercado negro era el flunitrazepam, conocido en España como Rohypnol. Ese era el favorito de los drogodependientes y se retiró del mercado porque su poder sedante era demasiado potente. Después se pudo de moda el alprazolam, que se vende con el nombre de Trankimazin. Y ahora el que se lleva es el clonazepam (Rivotril), que es parecido al diazepam (Valium)«, prosiguen.
Artimañas para conseguir el fármaco
¿De dónde obtienen los traficantes estos medicamentos? EL PERIÓDICO ha hablado con uno de ellos, dedicado al menudeo, aunque asegura que ya lo ha dejado. Se llama Raúl, vive en el área metropolitana de Barcelona y confiesa haber retirado de farmacias catalanas «cientos de cajas de benzos en los últimos años».
«Le hacía fingir a mi abuela una depresión para que el médico le recetara benzodiacepinas y así poder venderlas»
«He tenido problemas de drogodependencia y tenía recetados varios tipos de benzodiacepinas como medicamentos crónicos. Sobre todo Rivotril y Trankimazin, pero también Valium. Una parte los consumía yo, pero muchas cajas las vendía», revela.
Raúl también echaba mano de su abuela, ya fallecida. «Le hacía fingir una depresión para que el médico le recetara benzodiacepinas y así poder venderlas», confiesa. «Y te estoy hablando de mi caso, pero conozco familias con cinco miembros y resulta que los cinco están con depresión, no sé si me entiendes. Igual habrá uno con depresión, no te digo que no. Pero sé que los otros la fingen para que se las receten», apunta. La mayoría de las veces el ‘modus operandi’ es este: implicar a familiares o amigos para que consigan recetas de Diazepamy de otros ansiolíticos para luego revender las pastillas.
«Es mucho más rentable y limpio vender benzodiacepinas que cocaína o hachís»
Un negocio, dice, de alta rentabilidad. «Yo, que también me he dedicado al menudeo de hachís y de cocaína, te aseguro que es mucho más rentable vender benzos. Una caja, con receta, me cuesta 3 euros máximo. Y la vendía a 40 o 50 euros«, explica. Raúl calcula que «en los últimos 6 o 7 años» habrá sacado «200 o 300 cajas de las farmacias». Calculadora en mano: gastó un máximo de 900 euros en estos fármacos y los revendió por 15.000.
El tráfico de estos fármacos es también «mucho más limpio» que las drogas ilegales: «Es más difícil que te pillen traficando benzos. Si te cogen con cocaína, vas a la cárcel por poca cantidad que tengas. Si te cogen con benzodiacepinas… muy bestia tiene que ser la cantidad que te pillen para que te puedan hacer algo. No es ilegal llevar un par de cajas encima, y menos si tienes receta», argumenta Raúl.
Cantidades industriales
A diferencia de los pequeños traficantes como Raúl, las redes de tráfico consiguen hacerse con miles de cajas de ansiolíticos. La Guardia Civil cifra en unas 1.500 cajas las confiscadas a las tramas desarticuladas en Cádiz y Cartagena y en casi 6.000 la de Galicia. En 2017, se detuvo en Algeciras a un individuo que intentaba pasar 10.000 comprimidos de Rivotril y Trankimazin a Marruecos. «Eso se debe a que son sustancias que se utilizan para fabricar otras drogas. En Marruecos es muy popular una droga que se llama karkubi, para la que se necesitan benzos. Y en España son mucho más sencillas de conseguir que en aquel país», indica la policía.
«Hay gente, como yo, que ha llegado a estar muy enganchada. Y los camellos se han dado cuenta de que esto es un ‘business'»
Pero también hay quien recurre a internet. No es necesario bucear demasiado para dar con a webs extranjeras o canales de Telegram que venden pastillas en grandes cantidades. Una caja de benzodiacepinas, en la farmacia, suele llevar entre 40 y 60 comprimidos, pero en estas webs no hay límite. 100 pastillas por 160 euros, 250 comprimidos por 250 euros, 500 por 450 euros… y así sucesivamente hasta llegar a ofertar 100.000 pastillas por 45.000 euros.
«El riesgo de comprarlas en Internet, generalmente fabricadas en China, es que no se sabe de dónde salen esas pastillas ni si están adulteradas»
El humorista Toni Moog, en su casa, durante la entrevista. / Jordi Otix
«Mientras más demanden, más económica es la oferta, como con cualquier otro bien de mercado. Pero aquí el riesgo está en que no se sabe de dónde salen esas pastillas. Generalmente las fabrican en China, que es donde tienen los precursores. En los mismos laboratorios que hacen el éxtasis. Pero es un riesgo comparado con conseguirlas en las farmacias, donde se tiene la seguridad de que no están adulteradas«, señala la policía.
«Demanda siempre hay», afirma Toni Moog, que recuerda que «cuando iba a pillar Diazepam, me llevaba cinco o seis cajas. A 50 euros cada una… pues haz números. Y había gente que compraba cocaína y benzos a la vez, para poder dormir después de consumir. Piensa que más del 40% de la población española consume benzos. Hay gente, como yo, que ha llegado a estar muy enganchada. Y los camellos se han dado cuenta de que esto es un ‘business’ que les deja una rentabilidad altísima».
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