Debutó con 18 años pero no se asentó hasta los 24. Y aunque su carrera en el primer plano ha sido un vaivén ha sido con 30 años con lo que ha tocado la élite. No encuentra el Real Oviedo muchos motivos para celebrar este fin de semana pero sí uno con peso: el estreno de Lucas Ahijado (Oviedo, 1995) en el primer equipo. Su historia con el club azul tiene miga.
Lucas aspira en la treintena a un hito que muy pocos pueden alcanzar a lo largo de sus carreras en los tiempos que corren: ser un «one club man», término inglés para aquellos jugadores que cumplen una vida entera en el mismo equipo. Entró en la cantera azul en 2009, en edad infantil, y desde ese momento se dedicó a avanzar peldaño a peldaño. Hasta Primera.
A Lucas nada le ha resultado sencillo en el primer equipo del Oviedo. Todo parecía ir sobre ruedas cuando Roberto Robles le dio la alternativa directamente desde el juvenil, sin paso previo en el Vetusta. Un lanzamiento inusual que se entendía porque Robles también había dado ese salto: del División de Honor al Real Oviedo. Y con él, el técnico se rodeó de Mario Capelete y de Lucas Ahijado.
Por entonces, el ovetense era extremo, no lateral, pero su estilo era similar: potencia, balón al espacio y hacer lucir su velocidad. Era un diamante en bruto que debía pulir su estilo. Jugó un par de choques con el primer equipo siendo aún juvenil y se le esperaba pronto con los mayores, pero ese paso tardó mucho en darse.
Otros 16 minutos el año del ascenso, la 14/15, fueron su pobre bagaje como alternativa al primer equipo en un periodo en el que a Lucas le costó definir su fútbol. Del extremo pasó la lateral y fue con Javi Rozada con el que asentó como zaguero de vocación ofensiva que lanzó al Vetusta a firmar los mejores números de su historia en Segunda B, en la temporada 2018/19.
A esos años le siguieron una apuesta decidida de Michu, entonces director deportivo, por Lucas para el primer equipo. Tenía entonces 24 años, una edad algo elevada para una apuesta desde abajo. Pero a Lucas se le venía esperando desde hace tiempo.
Primer equipo
Tampoco ahí fue sencillo el camino para el ovetense, muchas veces condicionado por las lesiones, otra vez por la falta de confianza. El factor mental, señalan los que le conocen, es fundamental en su fútbol. Lucas es transparente: se ve cuando puede aportar y cuando no está al cien por ciento.
Sus mejores momentos con el primer equipo llegaron con el Cuco Ziganda, que le empleó en muchas ocasiones en el carril zurdo, rindiendo con nota, aunque la campaña más productiva para él fue la 22/23, con Bolo y Cervera: 40 partidos disputados y 6 asistencias.
Tras ese curso, más vaivenes, en este caso hacia abajo, con las lesiones como gran enemigo. Su final en el Oviedo parecía cercano el pasado curso, ya que no había alcanzado el número de partidos que necesitaba para renovar, pero la opinión de Paunovic lo cambió todo. «Sin él no estaría aquí», resumió el canterano en verano. Y ahora ya puede decirlo con todas las letras: es futbolista de Primera División.