Las campañas de boicot que proliferan desde la sociedad civil, así como las medidas punitivas anunciadas por algunos de sus aliados para tratar de detener la masacre en Gaza, empiezan a pasar factura a Israel. Su primer ministro, Binyamín Netanyahu, ha reconocido este lunes que su país se está quedando globalmente aislado y podría verse obligado a adoptar una economía con tintes autárquicos, no muy distinta a la adoptada por Rusia a raíz de las sanciones derivadas de su invasión de Ucrania. “Israel está entrando en un escenario de aislamiento diplomático”, admitió durante una conferencia del Ministerio de Finanzas en Jerusalén. “Esto cambia nuestra situación internacional en lo que respecta a nuestra capacidad para importar componentes armamentísticos y munición, y nos amenaza con el germen de sanciones económicas”, añadió el dirigente ultranacionalista.
Israel ha tenido que lidiar desde 2006 con las campañas del BDS, el movimiento de boicot, desinversiones y sanciones económicas. Inspirado en las medidas de presión que se aplicaron en su día desde la sociedad civil internacional contra la Sudáfrica del apartheid, trata de obligar al Estado judío a cumplir con sus obligaciones internacionales, crónicamente ignoradas. Desde la retirada de los territorios ocupados al reconocimiento del derecho al retorno de los refugiados palestinos, respaldado por las resoluciones de Naciones Unidas.
Esa campaña ha tenido altos y bajos a lo largo de los años, pero desde el inicio del asalto sobre Gaza hace casi dos años ha alcanzado unas dimensiones insólitas. A lo que hay que añadirle la creciente desafección de muchos de los aliados de Israel, incapaces de justificar ante sus respectivas poblaciones su apoyo material o diplomático a la destrucción de Gaza, descrita por las principales organizaciones de derechos humanos como un “genocidio”.
Autosuficiencia económica
“Progresivamente nos veremos obligados a adoptar una economía con características propias de la autarquía”, dijo Netanyahu sin referirse al BDS o alguna de las medidas concretas adoptadas por sus aliados. “Es una palabra que odio. Apoyo el mercado libre, pero podríamos encontrarnos en una situación de bloqueo para nuestra industria armamentística”, añadió poco antes de recibir al secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio.
Al menos una veintena de países, tanto occidentales como del Sur Global, han anunciado embargos de armas parciales o totales a Israel. Entre ellos España. Pero no es el único problema que enfrenta el Estado judío en ese sentido. Estibadores de varios países de Europa y el Magreb han tratado de bloquear cargamentos de armas con destino a Israel, al tiempo que aumenta la presión sobre compañías de transporte marítimo como el gigante logístico danés Maersk para que deje de cooperar con la maquinaria de guerra israelí. En el último año, Netanyahu ha ordenado bombardeos en seis países de la región, el último en Qatar.
“Tendremos que ser Atenas y una súper Esparta, y adaptarnos a una economía autárquica. No tenemos otra opción. Al menos en los próximos años lidiaremos con estos intentos de aislamiento, por lo que tendremos que valernos por nosotros mismos”, dijo el primer ministro.
Críticas de la oposición
Sus palabras fueron aprovechadas desde la oposición para cargar contra el jefe del Likud, repudiado por la mayoría de israelíes en las últimas encuestas. “El aislamiento no es un acto de fe, sino el producto de las políticas equivocadas y fallidas de Netanyahu y su Gobierno”, dijo Yair Lapid. “Están convirtiendo a Israel en país del tercer mundo y ni si quiera tratan de corregir la situación”.
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