La inteligencia artificial (IA) sigue siendo la protagonista absoluta del mercado. Parece que no hemos dejado de hablar de otra cosa desde la irrupción de ChatGPT a finales de 2022, tanto desde un punto de vista económico como desde el social.
Ello se ha reflejado en las valoraciones que han alcanzado numerosas empresas especializadas o relacionadas con esta tecnología, como es el caso de Nvidia, que ha multiplicado por 10 su valor y se ha convertido en la compañía más valiosa del mundo. Los Siete Magníficos, el grupo de grandes empresas tecnológicas norteamericanas, representan ahora casi un tercio del índice S&P 500, frente al 20% anterior. Pero no es oro todo lo que reluce.
Y es que hay cierto runrún en el mercado de que igual ese ‘boom’, ese auge sin paragón de la inversión en IA, podría haber llegado a su fin. Son muchos los analistas que hablan de un posible ‘crash’ debido a una burbuja sobredimensionada por estos valores, mientras que otros tantos creen que las valoraciones están sobradamente justificadas. Deutsche Bank, en cambio, se queda en el medio.
CIFRAS DEMASIADO ALTAS
Burbuja o no, la firma germana cree que hay algo que nadie se puede atrever a desmentir: las cifras que se mueven al hablar de IA son desmesuradamente altas. Sirva de ejemplo Oracle, que esta semana protagonizó una de las mayores subidas que se recuerdan tras realizar unas previsiones absolutamente increíbles.
Tan cierto es esto como que cada vez el listón está más alto. En las últimas semanas, compañías como Dell, Arm, AMD o Broadcom han caído con ganas después de la publicación de varios informes de resultados. ¿Estas cuentas eran malas? No, pero tampoco lo suficientemente buenas como para acercarse incluso a las proyecciones más conservadoras.
Esto lo ha sufrido hasta la propia Nvidia, que cayó un 3,3%, apenas dos días después de anticipar que sus ingresos del tercer trimestre fiscal quedarían ligeramente por debajo de las expectativas más optimistas de los analistas, a pesar de que sus resultados del segundo trimestre superaron lo previsto.
De forma similar, un informe «poco leído, pero ampliamente citado» de una rama del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) provocó una retirada en acciones vinculadas a la IA el mes pasado, después de que «pareciera que sugería» que el 95% de los proyectos piloto de IA generativa aportan «poco o ningún» impacto medible a las ganancias.
«Los críticos desmenuzaron rápidamente el informe por su metodología opaca y el tamaño reducido de la muestra, pero, al igual que la caída que siguió a la presentación de DeepSeek en enero, fue un recordatorio de la nerviosidad que subyace a las valoraciones«, señala Deutsche Bank.
Pese a ello, la firma germana cree que, según la mayoría de las ratios, las valoraciones aún parecen más sobrias que las de las acciones calientes en el auge de las puntocom. En aquella época, el Nasdaq más que triplicó su valor en menos de 18 meses hasta marzo de 2000, antes de perder tres cuartas partes de su valor a finales de 2002.
«Esta vez hay menos acciones directamente afectadas por el ‘boom’ y, en general, cuentan con modelos de negocio más consolidados, bases de clientes de largo plazo y niveles de deuda más bajos que sus predecesoras de la burbuja puntocom. Además, hay pocas salidas a bolsa como las que inflaron la burbuja puntocom. Las ‘startups’ de IA que pierden dinero y que tienen una probabilidad entre cien de tener éxito están, en su mayoría, en mercados privados financiadas por profesionales, no por pequeños ahorradores», agregan estos expertos.
¿ESTÁN SOBREEXPUESTOS LOS GIGANTES?
Las ratios precio-beneficio de Alphabet y Meta están en torno a las 20 veces, y los de Amazon y Microsoft en torno a los 30. ¿Significa eso que están sobrecompradas? Deutsche cree que no necesariamente.
«En comparación con Cisco, por ejemplo, que superó los 200 en el pico de la burbuja puntocom, o la propia Microsoft, que llegó a 80. Incluso el PER de Nvidia es actualmente de ‘solo’ 50», apuntan.
Asimismo, la firma germana apunta que las cuatro principales hiperescaladores, es decir, las grandes compañías de infraestructura de nube del mundo (Amazon, Microsoft, Google y Meta) van a invertir casi 400.000 millones de dólares en gasto de capital en IA este año. En su mayoría, este montante, que equivale aproximadamente al PIB de Malasia o Egipto, se invertirá en centros de datos.
«Eso ayuda a explicar por qué Nvidia, cuyos chips representarán gran parte de esa inversión, está en camino de generar 200.000 millones de dólares en ingresos este año. Y los cuatro mayores proveedores públicos de nube pueden permitirse estas inversiones porque generan aumentos anuales de ingresos de dos dígitos gracias a empresas que están probando, entrenando y utilizando IA», agrega.
En este sentido, el segundo trimestre del año «pareció marcar un punto de inflexión», ya que juntos obtuvieron 5.600 millones de dólares adicionales, un aumento de alrededor del 35%. Señalaron que los ingresos específicamente de IA seguirán creciendo a tres dígitos interanuales, a pesar de las limitaciones de oferta.
«De cara al futuro, el gasto en capital incluye importantes costos iniciales de entrenamiento de modelos, que con el tiempo deberían desplazarse hacia un modelo de inferencia más asequible. Además, a pesar del gasto significativo en entrenamiento de modelos y contratación de ingenieros, tanto Google como Meta están mostrando márgenes de ingresos operativos estables o en expansión, ya que las mejoras en IA de su negocio de publicidad digital han impulsado el crecimiento», señala la firma germana.
Eso no quiere decir que todo será un camino fácil. Por ejemplo, Nvidia depende solo de un puñado de clientes: sus dos mayores representaron el 39% de sus ingresos en el trimestre más reciente. Además, según cálculos de Praetorian Capital, los hiperescaladores necesitarían generar diez veces los ingresos actuales de sus centros de datos solo para cubrir los costos anuales de depreciación.
Viendo el mercado en general, aunque el repunte del S&P 500 desde los mínimos de abril ha sido fuerte, «solo ha llevado al índice hasta el fondo del empinado canal de tendencia» que ha estado vigente durante casi tres años, señala Deutsche.
Según estos expertos, si bien es cierto que el múltiplo PER, de alrededor de 27, es «claramente alto» en relación con el promedio histórico de largo plazo, «no lo es tanto en comparación con factores como las tasas de pago de dividendos, las tasas percibidas de crecimiento de las ganancias, la fiabilidad de esas ganancias y la inflación», los cuales se han movido en una «dirección favorable» respecto a sus propios promedios históricos.
«Además, EEUU es el único mercado desarrollado que podría considerarse en riesgo de burbuja en términos de ratios CAPE (precio-beneficio ajustado cíclicamente a 10 años). Otros mercados de renta variable del G7 tienen actualmente valoraciones históricamente promedio frente a sus ganancias», sentencian.