Los manifestantes contra Israel alentados por Sánchez desbordan a la Policía y logran la suspensión de La Vuelta

La escena era la esperada. Alrededor de las 18.00, los manifestantes que reclamaban la exclusión del Israel Premier Tech, un equipo privado y vinculado a un empresario próximo a Benjamín Netanyahu, asaltaron el circuito madrileño que debía ser escenario de la última etapa de La Vuelta.

Se convirtió entonces la capital madrileña en el plató de un acto mucho menos habitual: el de la Policía desbordada, que, casi sin plantear oposición, vio cómo los manifestantes, alentados horas antes por el presidente Pedro Sánchez, tomaban las calles. El pelotón seguía rodando, pero el final no podía ser otro que la suspensión.

La escena rozaba entonces el teatro del absurdo. A un lado de la pantalla dividida, los manifestantes tomaban las calles ante los tímidos esfuerzos de la Policía de contenerlos. Al otro, los ciclistas vivían las clásicas escenas de una última etapa: saludos, fotografías y cortesía.


La última etapa de La Vuelta

EFE/Alejandro Ernesto

A un lado, la normalidad deportiva. Al otro, una escena que queda para la Historia.

El circuito que debían recorrer los ciclistas a toda velocidad entre Atocha, Callao y Cibeles, una zona única en el planeta declarada Patrimonio de la Humanidad, se convirtió en una sola protesta contra lo que consideran como un «genocidio» en Gaza.

Y las respuestas no tardaron en llegar. El primero en hacerlo fue el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Y dirigió sus dardos contra Sánchez: «El presidente del Gobierno está orgulloso del comportamiento de unos pocos que para manifestar su apoyo a Gaza han lanzado vallas a la Policía Nacional, sin garantizar la seguridad del personal de organización, corredores y periodistas. Yo no».

«Yo defiendo la libertad de expresión siempre que no implique violencia ni altercados. No apoyo a Hamás. Tampoco quiero sus aplausos», dijo el líder popular.

En la diana de su crítica estaban las palabras pronunciadas horas antes por el jefe del Ejecutivo, cuando mostró su «reconocimiento y respeto absoluto a los deportistas» de La Vuelta, pero también su «admiración a un pueblo como el español que se moviliza por causas justas como la de Palestina«.

«¡Vivan los derechos humanos y viva el pueblo español!», afirmó en un acto político. Una apelación desconocida en un presidente horas antes de una protesta que prometía ser masiva.

De nuevo, quedaban al otro lado los 142 ciclistas que debían dar 9 vueltas a unos 50 kilómetros por hora sobre unas ruedas con neumáticos de unos 25 milímetros. Vulnerables y frágiles.

Temerosos de una caída como la que sufrió Javier Romo, del Movistar Team, en la décimo quinta etapa y que le obligó a abandonar, magullado, la carrera. Hasta el rostro del ganador de La Vuelta, Jonas Vingegaard, retrataba lo acontecido este domingo en la capital.

Un grupo de manifestantes se enfrenta a la Policía


Un grupo de manifestantes se enfrenta a la Policía

Alejandro Ernesto

Almeida condena el abandono

El primero en acordarse de los ciclistas, nada más terminar la carrera, fue el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

«Los ciclistas y los equipos son trabajadores, ningún ciclista, ninguno, es responsable de lo que está sucediendo en Gaza. La violencia es debido a que pretenden demostrar que no caben más opiniones que las que ellos mantienen«, señaló en una declaración institucional.

Y agregó: «Se ha expuesto a los ciclistas al peligro lanzándolos a la calzada y obstruyendo las rutas con chinchetas y cristales».

El regidor también puso el foco sobre Sánchez por sus palabras y criticó que el despliegue policial, el mayor desde la cumbre de la OTAN de 2022, no fuera capaz de salvaguardar a los ciclistas.

EL ESPAÑOL fue testigo de los altercados en la Plaza de Callao, donde todo comenzó con un grito conjunto y una bengala encendida.

Acto seguido, los congregados gritaban y aplaudían. Muchos de ellos estaban encapuchados, otros embozados con pañuelos palestinos y prendas negras.

Los antidisturbios optaron solo por reprender a los manifestantes. Pero estos no cesaron. Tiraron el vallado del recorrido, lanzaron botellas y empezaron a marchar dirección Banco de España. La Policía se replegó casi sin oponer resistencia.

En la fotogénica Gran Vía otra escena inédita. A ambos lados, las familias que solo querían disfrutar de un día deportivo se encaraban con los manifestantes: «¡Iros a vuestra puta casa, dejadnos disfrutar del ciclismo!”.

«¿Por qué vais tapados?»

La tensión crecía por momentos y los aficionados comenzaron a pedir respeto a los manifestantes y criticar las capuchas: «¿Por qué vais tapados? ¿Qué tenéis que esconder?«

Y la marea palestina llegó al Ayuntamiento de Madrid. Sin rastro de la Policía hasta no llegar al Consistorio liderado por Martínez-Almeida, los activistas se congregaron a los pies del Banco de España. «Que viva la lucha del pueblo palestino. Netanyahu genocida!».

María de los Ángeles, una mujer de unos 70 años, acudió sola a la concentración y conoció a Aznan, una joven nacida en Gaza. Atendieron a EL ESPAÑOL con un cordón policial inactivo tras ellas y una bandera palestina en las manos.

María de los Ángeles y Aznan sostienen una bandera frente al Ayuntamiento de Madrid y la Cibeles


María de los Ángeles y Aznan sostienen una bandera frente al Ayuntamiento de Madrid y la Cibeles

Antonio Blanco

«No se puede permitir que terroristas participen en un evento deportivo. Es una vergüenza todo esto. Hay que luchar para que el Estado sionista deje de matar. Llevo asistiendo a manifestaciones así durante 17 años”, afirma María de los Ángeles.

Por su parte, la joven gazatí indica que «Netanyahu tiene que responder ante la Corte Penal Internacional». «El régimen israelí utiliza las competiciones deportivas para blanquear el genocidio», añade.

En este contexto, también apuntó a Sánchez la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: «Lo que consiguió la kale borroka alentada por Pedro Sánchez y sus ministros: familias y niños corriendo y llorando».

Una escaparate mundial

Los ciclistas se detuvieron cuando un pequeño piquete, próximo al Palacio Real, se echó a la carretera y detuvo al pelotón. Apenas unos minutos después, con la ciudad colapsada y la Policía inactiva, las portadas de los diarios del mundo informaban del caos.

Desde Le Figaro, hasta la agencia ANSA de Italia, pasando por la prensa alemana y The Guardian, los medios de todo el mundo comenzaron a mostrar la imagen de una Madrid superada.

Frente a esta imagen internacional, el PSOE respaldó la posición de su líder al afirmar que la violencia «son los miles de civiles asesinados en Gaza por el fuego que cae del cielo a diario enviado por el gobierno de Israel. España dice NO al genocidio».

El ministro de Transportes, Oscar Puente, también se sumó al respaldo, de Sánchez al criticar a Feijóo, a quien afeó que critica «la violencia y los altercados, salvo si son contra las sedes del PSOE».

Mucho más lejos ha ido el delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín Aguirre, quien ha asegurado que Madrid se encontraba en una situación «de normalidad», gracias al «extraordinario dispositivo» policial que ha permitido que termine la jornada «sin incidentes graves». No mencionó a los 22 policías heridos en la protesta.

«En Madrid en los últimos meses no se han asesinado a 65.000 niños, no se han bombardeado hospitales, no se ha acribillado a niños y niñas. En Madrid no se mata a la gente de hambre. Donde todo eso está pasando es en Palestina. En Madrid hoy se ha interrumpido una carrera ciclista, porque el pueblo de Madrid ha enviado al mundo un inmenso mensaje de solidaridad», aseguró.

Tras estas declaraciones, el ministro de Exteriores de Israel, Gideon Saar, ha acusado a Sánchez, de incitar las manifestaciones propalestinas y escribió en la red social X: «Sánchez y su Gobierno: ¡vergüenza para España!».

«La turba propalestina escuchó los mensajes incitadores y atacó la Vuelta Ciclista a España. Así, se canceló el evento deportivo que siempre había sido motivo de orgullo para España«, denunció el líder de la diplomacia israelí.

Un final para una jornada que debía coronar a Jonas Vingegaard, uno de los mejores deportistas de la Historia, y que terminó con una fotografía, también icónica, que nadie esperaba.



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