Héroe para algunos y villano para otros. En cualquier caso, una figura controvertida que no deja indiferente a nadie. El comisario de la Policía Local de Orihuela, José María Pomares, tras una semana de silencio y a tan solo tres días de su jubilación «forzosa», el jueves, cuando cumpla 65 años, da un aviso a navegantes: «Volvemos». Lo hace a través de las cuentas que se ha abierto en todas las redes sociales para ser el azote del Ayuntamiento, disparando a diestro y siniestro a través de vídeos en donde aparece su avatar criticando al equipo de gobierno, el mismo que decretó en abril su retiro laboral a pesar de que pidió continuar en activo hasta 2027, una vez celebradas las elecciones municipales.
De momento, se considera un aprendiz en esto de Instagram, Facebook y TikTok, pero promete dar batalla. El mando policial lanza un órdago: «Esto no acaba con la jubilación», asegurando que va a impugnar como ciudadano, como ya lleva un tiempo haciendo, todos los actos administrativos que no se ajusten a la legalidad y aquello que vea que es irregular.
Sus últimos recursos, dentro de una avalancha imparable desde que se decretó su jubilación, han sido contra las plazas ofertadas para la empresa municipal Servicio de Gestión Medioambiental de Orihuela (SGM), la de las basuras, a la que también se ha presentado para optar a la gerencia -con un salario de hasta 80.000 euros-, un puesto que ostenta provisionalmente Dámaso Aparicio, que ocupó en anteriores gobiernos populares varias concejalías como las de Medio Ambiente y RSU y Limpieza Viaria y en este mandato comenzó como personal de confianza del PP.
Una estrategia similar a la que llevó a cabo aspirando -junto con otros dos candidatos- a la plaza de coordinador general del área 4 del Ayuntamiento, uno de los cuatro altos cargos de libre designación -propuestos por el alcalde- que perciben una remuneración de 100.000 euros, sembrando la duda sobre el proceso de estos nombramientos, que en este caso recayó en Isabel María Belmonte, tal y como había aventurado.
Rubén Selma junto a la concejala Luisa Boné, en una imagen de archivo / Información
Desde mayo y hasta el jueves está disfrutando de sus «merecidas» vacaciones, tal y como el bipartito lo invitó a marcharse en un decreto en el que también se nombraba como jefe -de forma accidental- al intendente Rubén Selma, que en 2003 se convirtió en funcionario de carrera en el cuerpo policial municipal. Lleva 23 años trabajando al lado de Pomares, que está en la Policía Local oriolana desde 1982.

Pomares, en el centro, en el día de su nombramiento como comisario en junio de 2023 junto a concejales de Ciudadanos / Información
Cercano a Ciudadanos, fue el 14 de junio de 2023 cuando tomó posesión de su cargo como comisario en el mandato -ya en funciones tras las elecciones que ganó el PP- de PSOE y la formación naranja, que ostentaba las concejalías de Seguridad Ciudadana y Recursos Humanos y que ahora recaen en los populares, en manos de Mónica Pastor y Agustina Rodríguez, que, junto al alcalde Pepe Vegara, se han convertido en su objetivo.

Uno de los montajes que Pomares ha subido a redes con las caricaturas de Vegara, Pastor y Rodríguez / Información
También tiene en el punto de mira a Rocío Ortuño, edil de RSU y Festividades, sobre todo después de lo ocurrido en el balcón del Ayuntamiento durante la exposición del Oriol, horas antes de la procesión del Día del Pájaro. «Sorprensa: la concejala Ortuño no sabía que la mujer del comisario Pomares es la hermana de la Síndica 2025, así que tuvo la insolencia de decirle que no podía estar en el balcón familiar«, explica a través de su avatar, que pide abiertamente -y de forma reiterada- la dimisión de la edil. «Se están llenando de gloria. Me lo ponen fácil», añade, tachando su gestión de «ineficaz y nula», en referencia al servicio de recogida de basuras, que «no funciona pese a haber triplicado la tasa», y al escándalo de las facturas irregulares que ha salpicado a las comisiones de fiestas de La Murada y la Costa, así como directamente a uno de los asesores del PP.
Precisamente, Pomares está abanderando las quejas de los vecinos de pedanías y el litoral para que se le dote a estas olvidadas zonas del extenso territorio de «un presupuesto real, efectivo y ajustado a su volumen y aportación al municipio». Y promete no dar tregua: «No nos vamos a aburrir en la lucha hasta 2027. La carrera ha comenzado».
Como consecuencia de abrirle un expediente disciplinario por falta grave, el 21 de julio, se le requirió que entregara en las dependencias policiales los uniformes, el arma y la credencial como Policía Local. Su avatar también ha ido cambiando su indumentaria. Al principio aparecía con el traje de policía y después ha ido cambiando a camisas más veraniegas.

Pomares, aún con uniforme, el Día del Pájaro, momentos antes de que la Síndica -su cuñada- inclinara el Oriol hacia el altar / Áxel Álvarez
El día de la patrona de la Virgen de Monserrate el comisario dejó plantado al Ayuntamiento en la tradicional entrega de reconocimientos a la Policía Local. Un acto en el que Pomares recibiría el Diploma de Jubilación, como es habitual en estos casos, al que rehusó ir para evitar «problemas», aunque en realidad también le suponía un mal trago, ya que al estar expedientado no puede representar al cuerpo ni llevar el uniforme. En su discurso, el alcalde lanzó varios dardos en torno a la honestidad, la ejemplaridad y el respeto a los superiores sin abusar de mandos.
Mientras Pomares dedica parte de su tiempo libre en fiscalizar al equipo de gobierno y a subirlo a sus redes sociales, las cuentas de la Policía Local, que tienen una labor de servicio a la ciudadanía y estaban gestionadas por la Jefatura, siguen desactivadas desde que las cuentas de las redes sociales de la Policía, sin que el Ayuntamiento no haya podido recuperarlas aún.
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