Lorenzo del Rey
¿Por qué se empeñan los taurinos en inflar las estadísticas de trofeos y premios de orejas, indultos, salidas a hombros y siempre valorar increíblemente al alza? ¿No se dan cuenta que ese síndrome del triunfalismo es un monstruo que devora los pequeños detalles de verdad que todavía quedan en la Fiesta? Porque consiguen que el árbol de la grandilocuencia tape al bosque de la humildad y de darle a cada cosa su justo valor.
La alternativa de un paisano como Manuel Caballero logró espantar el fantasma de la devolución en taquilla. Lleno hasta la bandera, para alegría de todos. Además, en un emotivo momento, Paco Ureña le cedió los trastos de la ceremonia a Manuel Caballero padre en una de las imágenes más emotivas que se han visto en esta plaza. La corrida de Daniel Ruiz al menos dio opciones en distinto grado -nada en varas- y Ureña y Roca Rey incentivaron la petición de indulto tras dos faenas marca de la casa, lo que logró el lorquino, destacando sus faenas a cuarto y quinto, respectivamente. Caballero solventó la papeleta con los lógicos defectos y nervios del que toma la alternativa pero también mostró varias de sus cualidades. Aunque el presidente Coy cedió con el indulto de ese cuarto, acertó al no conceder el de ese quinto, si bien no debió conceder ninguno. ¿Por qué? Hay que explicarlo parte por parte, así que, manos a la obra.
Porque Caballero, tras salir a saludar nada más terminar el paseíllo, vio como tras blandear de inicio su primero, le desarmó en un lance, perdiendo el capote. El toro tenía blanda condición, y se vio en unas chicuelinas al paso para ponerlo en suerte. Floja pelea en varas con un pitón y saliendo a su aire. Más blandura en unos palos donde se movió sin fe. Y es que parecía ir a cámara lenta, pero no por su templada embestida, si no por su mermada fortaleza. Tras la ceremonia de alternativa, lo forzó en un inicio de rodillas donde se vino abajo como un castillo de naipes al que sopla un niño. Se pusieron ambos en pie y tras una serie de acomodarse, sonó el pasodoble de Manuel Caballero. El toro tenía clase pero estaba ayuno de casta y poder. Y el toricantano estuvo más tiempo sosteniéndolo que toreándolo forzando sus prestaciones, esas que no tenía. Al natural Manuel se mostró técnico pero sin esa emoción que da la acometividad. Sólo uno, en este caso el torero, podía y quería. Estocada arriba y oreja con petición de paisanaje de un segundo trofeo que no se concedió. Bien Coy en ese episodio.
Ureña tuvo poco de capote en este segundo, que tardeó muchísimo, llegando casi a los medios el picador y manseando con ganas al notar la puya, saliendo sueltísimo de la suerte, además. Banderillas puestas, devolución de trastos y Paco se fue a pies juntos por estatuarios y luego el manso noble con movilidad metía la cara engañando y Paco dejó una faena con momentos de temple con otros sucios por toques de muleta y yendo a muchísimo menos el toro en un suspiro. Capítulo intrascendente, en resumen. Y nos quejábamos del primero de la tarde que le faltaban cosas.. Dejó media atravesada con desarme que el toro se fue tragando dando además dos golpes de descabello tras sacar el estoque.
Y el cuarto salió con algo más de presencia y prestaciones en el capote de Ureña, con el que el lorquino intentó agradar. Entró con brío al peto y antes de empujar algo, se cambió el tercio en un visto y no visto. Y ni picado fue aunque tampoco lo precisaba porque blandeó. Tafalleras ajustadas previas a un tercio de banderillas de aprobado para brindar al público y ponerse de rodillas llevándolo toreado por momentos. Ya en pie, lo intentó a derechas y, tras una primera de acomodarse, le enjaretó una mandona con el compás muy abierto. Faltó acople en esa segunda donde lo desarmó, quedándose Paco con el molde de un buen muletazo anterior. Al natural lo llevó con limpieza, con alguno por abajo. De nuevo a derechas toreándolo a placer y toreándose a placer el toro. Noble, con clase y opciones por ambos pitones. Una más al natural. Y luego ya a menos el toro y Paco se recreó y recreó hasta que el indulto se concedió. Durabilidad y clase por ambos pitones, pero no de indulto , ni mucho menos. ¿Dónde está la excelencia en varas? Recibió dos orejas y rabo.
Y es que el público aplaudió a Roca en reconocimiento por venir a Albacete tras percance Valladolid. Lo toreó a la verónica a ese tercero, componiendo la figura, si bien la entrega no fue máxima por parte del “daniel”. Sinfonía del estribo cabeceando con saña y salió perdiendo las manos. Se dolió en banderillas, moviéndose a arreones y luego perdiendo las manos. Brindó al público mientras escarba el toro en la arena. Se puso de rodillas, pase cambiado, de frente por detrás, ya en pie y arrancó la música. El peruano fue acortando distancias según se iba apagando el toro, todo sin pizca de emoción lastrado por la falta de todo. Arrimón con dos norias tirando de recursos para caldear los ánimos y dejar estocada trasera y tendida escuchando un aviso y cortando una oreja porque se pidió por mayoría porque argumentos sólidos no hubo. Y encima pidieron la segunda..
Y el quinto también recibió un refilonazo en el caballo. ¿Para qué más? Se movió en banderillas con alegría. Ligerita serie con la diestra, más técnica que sentida en el inicio. Lo citó en la media distancia, con algo más de profundidad, sobre todo en el final de la segunda serie. Series a izquierdas con forma y sin fondo, sin exprimir a ese “daniel” muletero. Lo mandó algo más al volver a la derecha pero con muletazos en redondo con sentido comercial. Más series ante otro toro con clase y durabilidad, pero esto tampoco es de toro bravo que se crece en la pelea. Le dio muchos pases pero pocos de calidad. Escarbó el toro y hasta hizo amagos de rajarse entre el dilema entro matar o se indulta, con un toro que fue claramente a menos. Estocada certera y le dieron dos orejas y la vuelta al ruedo al toro.
El sexto fue toreado a una mano por Caballero con un gustito muy personal. Entró al peto, le dio con el testuz, se puso y quitó la vara, y a salir del encuentro. Y fin de la vara. O varita. O varilla, yo qué sé. En banderilleras quedó la cosa como un alfiletero. Las dos primeras series fueron más inconexas, por algunos engachones, con dos mas haciendo buen juego de muñeca aunque algo despegado. Siguió insistiendo sin llevarlo completamente metido en la muleta. Luego ya en cercanías, todo más atropellado tirando del arrimón como argumento final para hacer méritos y lograr un trofeo para salir a hombros. Y así fue. Estocada y oreja. Y los tres a hombros.