Tarde al alza de Juan Ortega que corta una oreja en Albacete

Lorenzo del Rey

Llegan las figuras con tirón más popular en viernes de Feria y tenemos el pack completo: remiendo de la corrida, cayéndose uno o varios toros de la ganadería titular por aquello de póngame ese toro y quítame aquel, ir arropadas sin competencia y anunciándose de vez en cuando con algún torero que nos cuadre. Pues eso pasó hoy: remiendo de corrida con cuatro toros de la divisa titular de Victoriano del Río y dos más del Puerto de San Lorenzo y La Ventana. Añadimos dos toreros que han vivido tiempos mejores y suman tardes y contratos por estas plazas de segunda como el que va comiendo pipas, y un diestro como Juan Ortega que sí compareció en Albacete. Ni rastro de Manzanares y Talavante. La Feria no remonta y los días van pasando..

Porque Manzanares dio el saludo de capote de correctas maneras ante un toro que se dejó pegar de primeras para empujar con cierto celo, aunque con la cara alta y un único pitón para luego moverse sin humillar en banderillas donde se dolió ostensiblemente. Muletazos de tanteo en los inicios a derechas, ciertamente despegado y periférico, con un par ligadas llevándolo más cosido a derechas. Al natural, el alicantino intentó componer la figura, pero la rebrincada condición afeaba los lances. Volvió a derechas y el toro se desplazaba en una faena donde pedía más mando que el acompañamiento que le administraba José Mari. Dio la impresión de que no terminó de exprimir todo lo que llevaba dentro.  Mató con habilidad dejando una estocada trasera un punto desprendida fallando el puntillero y levantándolo, aunque no tardó demasiado en caer. La oreja, de poco peso, pues fue una más. O una menos, según se mire.

El cuarto, muy terciado y escurrido de carnes, fue a lo suyo en el capote. Hizo amago de empujar y luego sin pujanza con un pitón. Desigual comportamiento en banderillas quedándose más corto según avanzó el tercio. Casi toda la faena fue en la pala del pitón, perdiendo pasos e intentando buscar acople ante un toro que había tirado la toalla antes de que empezase la pelea. Alargó sin mucho sentido y fue a por el acero dejando una estocada atravesada con dos golpes del puntillero.

Talavante tuvo en su primero, segundo de la tarde, a un «victoriano» que sólo despertó de su letargo en un quite con cierto eco. Antes, nada de nada capote en el inicio y se dejó pegar en el peto. Las banderillas fueron puestas casi como se hacen y dejándolas de reojo en cuanto a sus formas. Alejandro lo toreó desde la periferia, con algunos toques y entre la falta de todo del toro y que no lo vio claro, se fue a por la espada, dejando una espada caída y el descontento general.

El quinto, de la Ventana del Puerto, se movió sin mucha entrega en el saludo del extremeño. El toro hirió al caballo al derribarlo tras un largo puyazo, en un momento dramático donde tuvo que abandonar el albero con unos paños a modo de tapón de la fea herida. Mientras tanto, Talavante empezó genuflexo por bajo y ya en pie siguió despegado, con medios pases en una labor de conjunto vacío sin forma ni fondo ante un toro de mínimos. Imagen muy desangelada de Talavante en Albacete. Estocada trasera y atravesada junto a un descabello  para poner fin a una tarde abúlica del diestro.

Juan Ortega dio un «mix» de lidia antigua y moderna en los inicios del tercero, llevándolo con garbo y soltura. Lo puso en suerte prácticamente a una mano pero tampoco hubo suerte en la suerte de varas, valga la redundancia. Quite con verónica y media muy de la casa, cargando la suerte y casi al ralentí. Eficacia y eficiencia en la cuadrilla, desmonterándose Fuentes y brindando Ortega al respetable. Inicio torerísimo, con dos detalles de cartel por su cadencia y despaciosidad y luego una serie ya más terrenal. Volvió a subir prestaciones por su enorme temple y un final muy bonito. Más temple y gusto aunque ya a media altura a derechas. Con la zurda se quedó con el molde porque ese pitón no era el otro, ni mucho menos. Quizás faltó alguna serie más a derechas. Pinchó sin fe y luego estocada baja previa a una oreja con mucho sabor.

El sexto del Puerto de San Lorenzo estuvo más por barbear tablas que del capote de Ortega, donde nada se pudo rascar. Una vara de poco contenido a media altura y sin atisbo de cumplir para salir sin orden ni concierto y moverse buscando más el abrigo de las tablas que el centro del ruedo. No cambió en banderillas, incluso cortando al notar los palos. Juan lo intentó, pero fue un toro a contraestilo ayuno de casta y poder, que se revolvía de feas maneras y con el que Juan tragó y lo aguantó, quedando claro que no había nada. Justificarse y poco más.  Estocada caída que salió y sumó una más delantera. Y fin a otra tarde en una feria que no despega.

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