Luis tiene un grupo de Whatsapp llamado ‘Fantásticos’ que se abrió hace ya 10 años. El motivo original de su creación fue disputar una liga privada de Comunio entre amigos. Más tarde, la competición se migró a Biwenger. Hoy, juegan a LaLiga Fantasy. El año que viene la ‘app’ elegida podría ser otra. Ha habido alguna incorporación y alguna baja, pero en esencia son los mismos amigos desde hace 10 años, hablando del ‘fantasy’, de fútbol y de lo que se tercie.
“Lo de menos es el juego, incluso hay gente en el grupo que dejó de jugar hace años y sigue en él. Al final, somos un grupo de amigos que vive en diferentes ciudades, que no nos podemos ver mucho, y la excusa del ‘fantasy’ nos sirve para mantener un contacto diario que de otra manera seguramente no se daría”, explica este ya veterano jugador.
Un fenómeno que va más allá del juego
Y es que una de las características de este tipo de juegos es que desborda por completo su propio ecosistema, va mucho más allá de la ‘app’, de los clics que propician fichajes, alineaciones y consultas a la clasificación. “Tienen un componente social muy fuerte, porque consiguen que se establezcan relaciones sociales entre los jugadores. Y en una cultura tan social como la de España, ese factor tiene mucho impacto. Provoca que te relaciones con tus amigos reales todo el tiempo, nos hace mucho más accesibles”, explica Marta Labrador, psicóloga experta en videojuegos y directora del podcast Psicolab Studio.
El ‘fantasy’ provoca que te relaciones con tus amigos reales todo el tiempo, nos hace mucho más accesibles
Es habitual que los jugadores trasladen a la vida real su interacción en el juego, mediante cenas de final o mitad de temporada, que pagan quienes han quedado últimos en la clasificación a los ganadores. Que las conversaciones en persona versen muchas veces sobre lo que ocurre en el juego, con sus piques y sus desafíos.
La propia dinámica del juego provoca que genere una “sensación de pertenencia a un grupo”, profundiza la colaboradora del Consejo General de la Psicología, un factor importante para el ser humano, en su condición de ser social. Y este es uno de los principales factores que hacen que los ‘fantasy’ sean tan atractivos y, en ocasiones, adictivos.
Competitividad masculina
Otro aspecto importante en este apartado es la competitividad, especialmente entre los hombres. “La emoción por la competitividad se desarrolla mucho más en hombres que en mujeres desde la infancia. Si te fijas, lo habitual ha sido que los niños practiquen en el colegio más actividades competitivas que las mujeres. Los hombres son educados desde niños a generar relaciones a partir de la competitividad. Y eso también ayuda a explicar por qué el juego es esencialmente masculino, jugado mayoritariamente por hombres”, desarrolla Labrador.
La emoción por la competitividad se desarrolla mucho más en hombres que en mujeres desde la infancia. Eso ayuda a explicar por qué es un juego eminentemente masculino
“Y sirve -prosigue la también profesora de la Universidad Complutense- para que personas que en otros ámbitos de sus vidas tienen dificultades para demostrar que son competentes encuentren un espacio en el que demostrar que valen para algo. Este tipo de juegos tienen la capacidad de igualar a muchas personas que tienen formaciones académicas y experiencias vitales antagónicas”.
Los riesgos de los ‘fantasy’
Ahora bien, juegos como el ‘fantasy’ también generan riesgos por su capacidad para crear adicción en los usuarios. No son pocos los que, antes incluso de levantarse de la cama, consultan el mercado de fichajes o las novedades de su liga como primera tarea del día. O quienes sacrifican tiempo de trabajo o estudio para consultar qué jugadores de su equipo están sancionados o lesionados para la siguiente jornada.
Te metes en el juego sin saber si vas a encontrar algo nuevo o no, así que acabas por meterte siempre. Tiene cosas en común con la tragaperras: echas la moneda y unas veces toca y otras no
“Es lo que en psicología conocemos como intervalo variable y es lo que más engancha. Te metes en el juego sin saber si vas a encontrar algo nuevo o no, así que acabas por meterte siempre. Tiene cosas en común con la tragaperras: echas la moneda y unas veces toca y otras no. Pero tú tienes que calmar tu sensación de que estás haciendo lo posible por ganar”, desarrolla la psicóloga.
Labrador explica también posibles “señales de alerta” de que el entretenimiento se está convirtiendo en adicción: “Perder el control o la noción del tiempo que dedicas al juego y que te lleva descuidar otras facetas de tu vida por él o estar constantemente pensando en el juego, en los fichajes, en los resultados… A veces, quien padece esa adicción es el último en darse cuenta de que la tiene. Que alguien en casa o en tu entorno te llame la atención porque le dedicas demasiado tiempo debería ser la primera señal”.
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