El electrodoméstico que todos tenemos y que consume como 65 frigoríficos encendidos a la vez

El horno eléctrico forma parte de casi todos los hogares. Es práctico y permite preparar numerosos platos, pero pocos son conscientes del impacto que tiene en la factura de electricidad. Aunque un frigorífico y un secador de ropa ya consumen bastante, el horno puede superar con creces a estos aparatos cuando se encuentra en pleno funcionamiento.

Un horno eléctrico suele tener una potencia que oscila entre 2.000 y 5.000 W. Esto significa que su consumo mensual puede situarse entre 40 y 90 kWh, dependiendo de la frecuencia y duración de su uso. Para ponerlo en perspectiva, un frigorífico normalmente funciona con 300 a 800 W. La diferencia se explica por la función de cada aparato: mientras el frigorífico solo mantiene el frío, el horno debe generar y mantener temperaturas muy altas, lo que eleva considerablemente su consumo. En determinados momentos, su gasto energético puede equivaler al de decenas de frigoríficos encendidos simultáneamente.

Estudios sobre consumo doméstico

Investigaciones realizadas en cien hogares franceses muestran que un horno eléctrico puede alcanzar 224 kWh al año, una cifra que supera con creces la de otros electrodomésticos cotidianos. Naturalmente, este consumo varía según el tamaño del horno, el modelo y el tiempo de uso: cuanto más potente y más tiempo esté encendido, más electricidad consume.

Incluso cuando está apagado, algunos hornos siguen consumiendo energía en modo de espera. Esto ocurre con modelos que mantienen encendido un reloj o un panel de control. Un estudio en viviendas de California midió un consumo en espera de unos 67 W por hogar, lo que representa entre un 5 % y un 26 % del consumo anual total. Dejar los aparatos enchufados sin necesidad puede aumentar significativamente la factura.

Cómo usar el horno sin disparar la factura

A pesar de su alto consumo, es posible seguir usando el horno sin gastar de más si se adoptan algunos hábitos. Una estrategia es aprovechar el mismo precalentamiento para cocinar varios platos a la vez. También se puede apagar el horno unos minutos antes de finalizar la cocción, ya que la temperatura residual suele terminar de cocinar los alimentos.

Abrir la puerta del horno con frecuencia provoca pérdidas de calor y obliga al aparato a gastar más energía para recuperar la temperatura. Por último, si tu modelo consume en modo espera, desenchufarlo después de usarlo es la forma más directa de evitar fugas de electricidad.

Con estas prácticas, el horno sigue siendo un aliado en la cocina, pero su consumo se mantiene bajo control, evitando sorpresas desagradables en la factura de luz.

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