En 2025, uno de cada diez niños, o concretamente 188 millones de niños y adolescentes en edad escolar, sufren obesidad en todo el planeta. Además de exponerlos a enfermedades potencialmente mortales y convertirse en la forma predominante de desnutrición, el aumento de la obesidad indica que la exposición a la comercialización de alimentos ultraprocesados se encuentra ampliamente extendida.
La obesidad entre niños y adolescentes en edad escolar supera al bajo peso a nivel global por primera vez en la historia desde que se realizan este tipo de estudios, según el informe 2025 sobre nutrición infantil de UNICEF, titulado «Feeding Profit: How food environments are failing children», que analiza datos de más de 190 países.
El organismo estima que uno de cada diez escolares, o sea alrededor de 188 millones de jóvenes de 5 a 19 años, vive con obesidad en todo el planeta, mientras la prevalencia de bajo peso ha caído desde el año 2000. Vale destacar que la obesidad puede ser otra forma de desnutrición infantil: no solo el bajo peso está ligado con la ausencia de nutrientes básicos para el desarrollo, ya que muchos alimentos que se consumen no aportan estos componentes y solo entregan grasas y aditivos poco saludables, que promueven la obesidad
Ultraprocesados y publicidad
El documento identifica a los alimentos ultraprocesados y a la publicidad omnipresente como motores clave de esta transición nutricional, claramente negativa. Productos ricos en azúcares, grasas y sal llenan estantes, comedores escolares y pantallas digitales, desplazando a frutas, verduras y proteínas y afectando el desarrollo físico y cognitivo de los niños.
De acuerdo a una nota de prensa, las diferencias entre regiones son marcadas: varias islas del Pacífico muestran las tasas más altas de obesidad, como Niue (38 %), Islas Cook (37 %) y Nauru (33 %), fenómenos vinculados al abandono de dietas tradicionales ante la disponibilidad de alimentos importados y baratos. También hay cifras elevadas en países de renta alta, como por ejemplo Chile y Estados Unidos: allí se registran prevalencias superiores al 20 % entre jóvenes de 5 a 19 años.
UNICEF subraya el papel de la publicidad: una encuesta global hecha a 64.000 jóvenes entre 13 y 24 años encontró que el 75 % recordaba anuncios de bebidas azucaradas o snacks la semana previa y que el 60 % reconocía haber sentido mayor deseo de consumirlos tras verlos. Las plataformas digitales amplifican ese impacto, incluso en contextos de conflicto.
Consecuencias y medidas para un cambio de tendencia
Las consecuencias económicas y sanitarias son considerables. Sin intervenciones reales y positivas, los costes asociados a la obesidad podrían superar miles de millones de dólares por país y, a nivel mundial, se estima un impacto anual que podría exceder los 4 billones de dólares para 2035. Además, la obesidad en la infancia incrementa el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión y otras enfermedades crónicas en la vida adulta.
Para revertir la tendencia, UNICEF propone ocho medidas prácticas: etiquetado claro, restricciones al marketing dirigido a menores, impuestos a productos poco saludables, prohibición de venta de ultraprocesados en escuelas, protección de procesos de políticas públicas frente a la interferencia de la industria, promoción de alimentos locales nutritivos, refuerzo de la ayuda social y participación juvenil en la toma de decisiones. El informe destaca algunos avances, como la prohibición de venta de productos ultraprocesados en escuelas en México, una medida que ha beneficiado a millones de alumnos.
El mensaje es contundente: sin voluntad política y acciones coordinadas que transformen los entornos alimentarios, el coste humano y económico será enorme. También se requiere una mayor dosis de responsabilidad en la industria alimentaria: las empresas deben rediseñar los productos dirigidos al público infantil para incorporar componentes más saludables y nutritivos, siendo los estados los responsables de controlar y verificar estos cambios a través de los organismos correspondientes.