Muchos miran a Javier Guillén. Es el director de la Vuelta, que está viviendo su peor experiencia como dirigente de la carrera. Ya tiene casi cerrada la edición del año que viene. Sirva la indicación para recalcar el tiempo que implica organizar una carrera ciclista de tres semanas. Él no quiere ser protagonista, entre otras cosas porque es fácil, y cierto a la vez, que cualquier carga personal; horas sin dormir, móviles que se tienen que recargar, está a años luz de esos crímenes contra la humanidad que se practican en Gaza. Y la comparación sería odiosa.
Está lejos de ser el culpable. Más bien, todo lo contrario, y en todo caso es una de las víctimas en el desatino entre la tozudez del equipo Israel-Premier Tech por no retirarse de donde no lo quieren y el papel a lo Poncio Pilatos que aplica la Unión Ciclista Internacional (UCI).
Porque, entre la supuesta y errónea decisión de la UCI de proteger al conjunto Israel-Premier Tech y la firme decisión de la escuadra por llegar a Madrid, aunque fueran ellos solos, se han cargado la Vuelta. La han arruinado y han dejado tirado a Guillén y a todos los empleados de una empresa que se llama Unipublic. Y hasta los han arrojado a los leones.
Insolidaridad
El Israel-Premier Tech ha demostrado ser un equipo ciclista insolidario con sus compañeros, con la Vuelta y con el ciclismo en general. La UCI, por protegerlos, ha empezado a cargarse este deporte porque el efecto llamada ya está activado cuando quedan aún varias carreras por disputar, principalmente en Francia e Italia, al margen del Mundial que se celebra en Ruanda, otro desatino de la federación internacional.
El año que viene el Tour sale de Barcelona, una ciudad que ha pagado una millonada por acoger la ronda francesa. ¿Qué pasará si en Cataluña se organiza el follón de la Vuelta y la gente sale a la calle a protestar y a denunciar a un equipo que aprovecha el ciclismo para hacer ‘sportwashing’; es decir, practicar el blanqueo deportivo? ¿Lo va a permitir el Tour?
Nadie va a una cena donde no lo han invitado y aunque tenga el derecho a acudir al ágape, si se entera que con su presencia no sólo alterará a los propietarios de la casa sino a todo el vecindario, que saldrá a la escalera y si es necesario a la calle, lo más prudente es renunciar a la cita o marcharse voluntariamente para no sentarse a una mesa donde no los quieren.
La Operación Puerto
Pondré un ejemplo. En 2006 estalló el escándalo por dopaje conocido como la Operación Puerto. Pocas semanas antes de que se iniciara el Tour la Guardia Civil desarticuló en Madrid a una trama dirigida por el médico canario Eufemiano Fuentes que administraba sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento deportivo a buena parte de las estrellas ciclistas de la época.
El Tour se encontró en la salida de Estrasburgo a varias de esas figuras apuntadas a la carrera. Legalmente no los podía expulsar, porque no estaban suspendidos por la UCI. Se exponía a multas millonarias. ¿Qué hizo? Negoció y convenció a los equipos con corredores implicados para que fueran ellos los que los retirasen de la prueba. Así lo hicieron. Fueron solidarios con el resto de los participantes en una edición marcada luego por el dopaje de Floyd Landis, la descalificación del estadounidense y la proclamación de Óscar Pereiro como vencedor final.
Firmes a llegar a Madrid
Manteniéndose en la Vuelta, cumpliendo las órdenes del propietario Sylvan Adams, que estuvo en Bilbao y que es conocido por sus estupendas relaciones con el Ejecutivo de Tel Aviv, han fastidiado al resto de equipos dando argumentos a los que han salido a las carreteras pidiendo que se marcharan, que se fueran de su casa, del país donde viven los manifestantes, donde no los querían por mucho derecho deportivo que tuvieran a participar en la carrera.
La UCI ha mirado hacia otro lado al propagar una equivocada neutralidad deportiva. De este modo, le ha hecho un flaco favor a Guillén, a la Vuelta y ha fomentado que se creada un morbo con gente que se conecta a la retransmisión no para ver los ataques entre los ciclistas sino para estar pendiente de si se hay incidentes y cortan la carretera.
El Gobierno pidió el jueves que se siguiera el ejemplo de Rusia y que Israel fuese apartado de todas las competiciones en respuesta al genocidio en Gaza que todavía algunos niegan. Manteniéndolos en competición no sólo no ayudarán a denunciar la barbarie en Palestina, sino que acabarán cargándose al ciclismo. A Guillén ya lo han destrozado y, francamente, no se lo merecía.