Me encerraban en casa y yo intentaba salir

El nombre de Lamine Yamal suena cada vez con más fuerza a escasos días de que se celebre una gala del Balón de Oro para la que él no solo se ve candidato, sino que también se ha postulado como el ganador del galardón durante muchos años.

Sobre su carrera deportiva en el Barça ha hablado con José Ramón de la Morena en el podcast Resonancia de Corazón, aunque además no le ha importado hablar de su personalidad fuera de los terrenos de juego, alejado de los rivales y de toda la presión mediática que le rodea.

Y es que el estilo de vida de Lamine ha dado un giro de 180 grados a raíz de consagrarse como una estrella mundial. A pesar de su temprana edad, 18 años, hace tiempo que dejó de ser anónimo, aunque el jugador tiene que lidiar con eso y con el foco de atención que también acaparan su círculo más cercano.

Su debut con el Barça

«En el entrenamiento con el juvenil me dijo el míster que tenía que subir a entrenar con el primer equipo. Hicimos un partidillo con ellos y marqué dos goles. Óscar, el hermano de Xavi, me preguntó que cómo era posible que no jugara pero que estuviera tranquilo. Y poco después me llamaron. Primero fui convocado a un partido y no jugué; al siguiente debuté contra el Betis».

La relación con su madre

«Cuando le iba a comprar la casa le pregunté la zona y le dije que la que ella quisiera. Ahora veo la sonrisa de mi madre. Veníamos de estar en un piso donde la cocina y la habitación estaban en un mismo sitio. Veo ahora a mi madre feliz», reconoció.

«Que mi hermano pueda tener la infancia que yo habría deseado, es lo que más feliz me hace. Mi padre está tranquilo en su casa, mi madre puede tener lo que quiera. Es mi reina, lo que más quiero. Es todo lo que un niño puede pedir».


Lamine Yamal, junto a su familia en su 18 cumpleaños.

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Los estudios

«No estaba en mi situación. Descubrí cosas que no había visto. Ahora haría las cosas de otra manera, pero son experiencias. Si no las hubiera tenido igual me equivocaría ahora, no me arrepiento de nada. ¿Una carrera? Me hubiera gustado, pero no estaba hecho para eso.»

La conversación con su madre

«Siempre quería que estudiara y me decía que si no lo hacía no me dejaría ir a jugar. Hasta que un día estando en La Masía le dije: «Mamá, voy a ir al cole, pero no voy a hacer nada. Voy a prepararme para el entrenamiento de la tarde». Me dijo que qué estaba diciendo, que qué me había tomado… Le dije que si me centraba iba a ser futbolista», confesó.

«Me siguió echando broncas todos los días porque quería que estudiara. Me la echó incluso hasta el día en que debuté porque decía que tenía que estar estudiando. Pero llegó un momento en que me entendió. Era mi sueño y lo perseguí».

Lamine Yamal junto a su padre.


Lamine Yamal junto a su padre.

El apuñalamiento de su padre

«Estaba en el coche, venía de comprar ropa. Me llevaba mi primo. Me llamó mi prima y me lo contó. Me empezaron a llegar más llamadas. Yo era un niño y lo primero que quise hacer fue bajarme del coche e ir a la estación para llegar a Mataró y ver la situación», manifestó.

«No me dejaron ir. Me llevaron a casa y me encerraron. No me dejaron salir. Al día siguiente fui a entrenar y hablé con mi padre que me dijo que todo estaba bien. Le fui a ver al hospital y todo se tranquilizó.»

El Balón de Oro

«No sueño con tener un Balón de Oro, sueño con tener muchos. Así se lo digo a mis amigos. Tengo la capacidad para hacerlo y si no lo consigo es porque no habré hecho las cosas bien. Y si llega seré muy feliz, pero hay que ir ganando con mi equipo».

La fiesta de cumpleaños

«No me cabreé. Me hizo gracia. Intentaron mancharlo de muchas formas. Una mujer decía que yo elegía a las chicas de una manera u otra y era todo mentira. Luego lo de los camareros, que estaba trabajando allí».

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