Aunque el independentismo no pase por su mejor momento -tampoco en cuanto a su presencia en las instituciones-, otra Diada más ha salido a la calle para intentar demostrar que, pese a todo, el movimiento sigue latiendo. Esta vez lo ha hecho en tres movilizaciones simultáneas celebradas en Barcelona, Girona y Tortosa. Esas marchas masivas de antaño han pasado a mejor vida, pero aún así miles de personas han vuelto a concentrarse para reclamar la independencia de Cataluña. La Guàrdia Urbana ha cifrado en 28.000 los asistentes a la marcha de Barcelona, 41.500 en total si se suman las otras dos. Según los organizadores, han sido 100.000 agrupados los tres puntos. Las cifras siguen cayendo en picado respecto a los momentos álgidos del ‘procés’ y esta ha sido la protesta menos concurrida desde 2012.
Durante toda la mañana, los organizadores han trabajado con la idea de que la lluvia obligaría a recortar la marcha o a introducir cambios en el plan previsto. Finalmente, el tiempo ha respetado a los manifestantes. Al frente de la protesta ha destacado la presencia del presidente de la ANC, Lluís Llach, y el de Òmnium Cultural, Xavier Antich. Al final del recorrido, Llach ha pronunciado un discurso pactado por todos los impulsores en el que ha llamado a desobedecer las sentencias judiciales que cuestionan la inmersión lingüística en las escuelas de Cataluña. La última es del miércoles de esta semana, cuando el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) tumbó gran parte del decreto que hizo del Govern de Pere Aragonès para intentar blindar el catalán en las aulas. «Si el Estado y sus tribunales quieren imponernos estas sentencias, desobedezcamos. Desobedezcamos en las aulas, en las calles y en las instituciones porque ningún juez nos tiene que decir en qué lengua tenemos que hablar ni qué escuela debemos tener», ha exclamado.
Tenemos derecho a la desobediencia cívica. El éxito del 1-O se basó en la desobediencia
Para Llach, a la hora de afrontar la inmersión lingüística, el referente tiene que ser la organización del referéndum del 1-O del año 2017, cuando las instituciones catalanas desobedecieron todos los mandatos judiciales para celebrar esa consulta. «Tenemos derecho a la desobediencia cívica. ¿Lo recordáis? El éxito del 1-O se basó en la desobediencia», ha concluido. El presidente de la ANC, que ha intervenido en nombre de todas las entidades convocantes, ha llegado a hablar de la existencia de un «golpe de Estado judicial permanente desde el año 2017» que está obsesionado en «empobrecer las competencias» de las instituciones catalanas.
Apelación a la unidad soberanista
En el discurso de este año, a diferencia de anteriores ediciones, no ha habido alusiones críticas a los pactos que los partidos independentistas como ERC y Junts mantienen en el Parlament o en el Congreso. Eso sí, Llach ha pedido a estas formaciones -también a la CUP- que recuperen un mínimo de unidad de acción tras más de un lustro de división y enfrentamiento. «Si no vamos juntos, no llegaremos a puerto», ha dicho. La misión de Llach, pues, ha sido la de intentar mantener la moral alta de una tropa, la del independentismo, que tras una década pasada de movilizaciones masivas ahora no pasa por un buen momento. «Aquí estamos, volveremos a estar y siempre estaremos», ha sido la frase que mejor ha resumido el sentimiento actual del movimiento. El acto ha acabado con los organizadores exhibiendo una gran pancarta del Rey boca abajo, símbolo de rechazo al monarca.

Manifestación de la ANC en la Diada / JORDI OTIX
Prueba de que la asistencia no ha sido masiva es que la cabecera de la manifestación, con el lema ‘Més motius que mai per la independencia’ (‘Más motivos que nunca para la independencia’) ha podido hacer su recorrido sin problemas y en aproximadamente una hora ha cubierto el tramo entre Pla de Palau y la estatua de Colón en Barcelona. No ha sido, pues, como aquellas Diades en que la cabecera apenas podía moverse del inicio del recorrido porque la asistencia de personas desboradaba todas las previsiones.
Como los partidos independentistas, ahora mismo, cotizan a la baja, han vuelto a quedar excluidos de la cabecera de la marcha y, por lo tanto, de donde se concentraban todos los flashes. Pese a todo, Junts, ERC y la CUP han enviado a sus representantes. Los de más rango han sido el secretario general de Junts, Jordi Turull; la secretaria general de ERC, Elisenda Alamany, y el líder de la CUP, Non Casadevall.
El debut de Aliança Catalana
Además, por primera vez, la organización ha tenido que lidiar con la presencia de la extrema derecha independentista. El año pasado, el primero con Salvador Illa al frente de la Generalitat, la formación de Sílvia Orriols se autoexcluyó de la cita. Sin embargo, la alcaldesa de Ripoll anunció en julio que había cambiado de opinión al escuchar al president de la ANC, Lluís Llach, decir que no le invitaba y que no consideraba independentistas a los miembros de su formación por «no respetar los derechos humanos».

Manifestación de la ANC en la Diada / JORDI OTIX
En declaraciones a la prensa justo antes de empezar la marcha, Orriols ha defendido su participación y ha asegurado que lo ha hecho para combatir a los «sectarios» que les excluyen del movimiento. La líder de la extrema derecha se ha estrenado arropada por decenas de miembros del partido, que han proclamado gritos xenófobos como «fuera castellanos y musulmanes» y también han proferido graves insultos contra los presidentes Salvador Illa y Pedro Sánchez, así como contra el expresident Carles Puigdemont, a quien han acusado de «traidor». Su presencia en la manifestación ha obligado a movilizar un fuerte dispositivo de seguirdad de los Mossos d’Esquadra para evitar altercados.
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