De la peor manera

Estos días los medios se hacen eco de la decisión judicial de derribo de las casas de Babilonia (Guardamar de Segura) por extinción del período concesional establecido en la legislación de Costas. Y como está ocurriendo con otros temas ambientales, también se ha politizado esta cuestión, hasta convertir en poco agradable opinar o aportar ciencia sobre el tema. Como geógrafo siempre me ha parecido una irregularidad la ocupación del dominio público marítimo-terrestre, igual que la del dominio público hidráulico, porque altera, destroza, de forma irremediable el estado del medio natural. Y además convierte a espacios en áreas de riesgo para las personas que los ocupan. Una condición que ha ido y seguirá yendo a más en el futuro en el actual contexto de cambio climático. De entrada, si en estos espacios corre alto riesgo la vida humana, es necesaria su desocupación, su desalojo. En la actualidad, junto a otros procesos que puedan estar afectando, el aumento de eventos extremos (temporales marítimos) animados por el calentamiento climático innegable que vivimos juega en contra del mantenimiento sine die de casas situadas en estos espacios en toda la costa española. Por eso, se debería programar la desocupación ordenada, planificada, de estos ámbitos. Pero esta desocupación tiene que estar consensuada con los concesionarios, debe realizarse desde el dialogo constante y debe contar con planes alternativos para los afectados a los que se debe ofrecer parcelas tierra adentro en los municipios afectados para volver a levantar su vivienda, con condiciones económicas que no resulten gravosas. Y para ello debe haber consenso entre administraciones (estatal, regional y local). Lo que no se puede es actuar sin mas cumpliendo a rajatabla la ley, sin dialogar con los afectados, llegando a situaciones límite. Ni tampoco se puede actuar “vendiendo la moto” de que la situación se puede arreglar tan solo con obras de ingeniería costera, porque en el contexto actual estas actuaciones ni son posibles con las normativas ambientales existentes ni tendrán el efecto deseado porque las manifestaciones extremas de la atmósfera son más frecuentes e intensas. En las casas de Babilonia se ha actuado de la peor manera posible: sin dialogo, sin plan alternativo. Una muestra más de lo que no debe ser en democracia la gestión de situaciones conflictivas en territorios de riesgo.

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