La mayoría del público del Abierto de Tenis de Estados Unidos no era fan de Donald Trump cuando era solo un magnate inmobiliario y estrella de la televisión realidad. Ahora que el neoyorquino está, por segunda vez, en la presidencia del país esa mayoría de público tampoco siente amor por él. Eso ha quedado de manifiesto este domingo en el estadio Arthur Ashe, donde el republicano ha acudido a ver la final entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner.
Pese a los esfuerzos de la organización del torneo por evitar los abucheos al mandatario, proyectando en las pantallas gigantes su imagen conforme en la ceremonia previa al partido una militar de la banda de West Point interpretaba el himno nacional, ese rechazo sonoro ha sido notable cuando Trump ha aparecido en esas pantallas a las 14.32 horas.
Ha habido algunos aplausos, pero el sonido dominante que llegaba a la parte alta del estadio, con el techo cerrado por la lluvia, no era el de la admiración. Y lo ha podido comprobar en directo desde el estadio EL PERIÓDICO, testigo directo también cuando una hora antes Trump había recibido una ligera pitada nada más aparecer en el palco. En ese momento Arthur Ashe, con capacidad para casi 24.000 personas, todavía no estaba lleno ni en una cuarta parte, con la gente atrapada en las colas acrecentadas por la seguridad.
Durante la interpretación del himno de la sargento mayor Carla Loy, y solo cuando el plano de Trump se ha proyectado, se ha oído la bronca. El resto del himno ha sido tratado con respeto y, una vez concluido, se ha escuchado una ovación.
Si alguien tenía dudas del rechazo se han debido despejar no mucho después, cuando, después de que un implacable Alcaraz se anotara el primer set en 37 minutos Trump ha vuelto a aparecer en las pantallas gigantes del estadio. Esa vez, incluso con algunos aplausos también, la pitada ha sido sonora. Y ha contrastado con los aplausos y vítores que han recibido otros famosos, incluyendo Bruce Springsteen, un artista que siempre ha hecho campaña a favor de los demócratas que se han medido a Trump.
Retrasos
Que amenazaba tormenta dentro del estadio por la visita de Trump era algo que claramente anticipaba la Asociación de Tenis de EEUU (USTA por sus siglas en inglés), que no ha sido quien ha invitado al presidente (lo hacía Rolex, uno de los patrocinadores del Abierto y de los dos finalistas, y en cuyo palco se sentaba el mandatario).
No sin polémica la víspera la USTA envió un correo a las televisiones con derechos de retransmisión con un mensaje de censura: instaba a no emitir ninguna “protesta o alteración en respuesta a la asistencia del presidente”. La cadena ABC, que retransmiitía en EEUU la final, estaba en publicidad cuando se ha producido el abucheo sonoro, después del del himno, y los comentaristas no han hecho mención al volver de los anuncios.
Pesadilla logística
Alcaraz el viernes había celebrado como “un privilegio” y como algo “bueno para el deporte y para el torneo” que Trump asistiera al partido. Pero la visita tenía un componente logístico de pesadilla. Las medidas de seguridad se han extremado de tal manera y se han reforzado tanto los controles de acceso al Centro Nacional de Tenis Billie Jean King que se han formado largas colas y retrasos monumentales en los accesos.
Aunque el inicio del partido (y de la ceremonia previa) se había pospuesto media hora sobre el horario previsto para adaptarse a los retrasos, muchos se han perdido buena parte del primer set, o incluso todo. Quizá alguno pitaba a trump por eso. Quizá no.
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