De todos los elementos que componen el bloque que permitió hace dos años la investidura de Pedro Sánchez, un heterogéneo grupo donde conviven fuerzas de izquierda y derecha, el PSOE considera que Podemos, con diferencia, es el “más inestable y problemático”. La situación, señala un importante dirigente socialista, tiene algo de “mundo al revés”.
El partido que ahora lidera Ione Belarra y antes Pablo Iglesias siempre defendió la necesidad de construir una mayoría de todo el arco parlamentario frente al PP, antes incluso de que Sánchez abrazara esta idea con la moción de censura a Mariano Rajoy que le condujo por vez primera a la Moncloa. Los morados gobernaron después con el PSOE durante la pasada legislatura.
“Cuando empezó este mandato, pensábamos que quien más difícil nos lo iba a poner era Junts per Catalunya. No teníamos ninguna relación con ellos, ningún vínculo. Y no está siendo nada fácil con Carles Puigdemont, pero con Podemos es todo aún más complicado, pese a nuestro pasado común. Cada vez más”, señalan fuentes de la dirección socialista.
Podemos, que se presentó a las últimas generales dentro de Sumar y luego abandonó la formación de Yolanda Díaz, con sus cuatro diputados pasando al grupo mixto al considerarse ninguneados por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, ya da la legislatura por “finiquitada”. En la Moncloa interpretan que el principal objetivo de los morados consiste en la actualidad en forzar un anticipo electoral para medirse en las urnas con Sumar y convertirse en la fuerza hegemónica a la izquierda del PSOE en España. El partido de Belarra lo niega. En cualquier caso, lleva meses extremando la crítica hacia casi todas las medidas que intenta aprobar el Gobierno en el Congreso.
“Electoralismo barato”
El pasado lunes, cuando Sánchez detalló las líneas generales de su oferta de pacto de Estado contra el cambio climático, a raíz de los incendios que asolaron en agosto el noroeste de España, los morados tacharon la iniciativa de “electoralismo barato”. Pero el proyecto que más preocupa al PSOE no es esta tentativa de acuerdo entre todas las administraciones ante el calentamiento global y los fuegos de nueva generación, cuyo futuro se presenta muy oscuro tras el portazo del PP, sino los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene.
Sánchez ya ha dejado claro en varias ocasiones, la última a principios de esta semana en su entrevista en TVE, que esta vez sí presentará las cuentas públicas, tras dos años de prórrogas. Fuentes de la Moncloa tienen muchas dudas de que vayan a lograr aprobarlas, y al mismo tiempo insisten en que pase lo que pase la legislatura continuará hasta 2027, pero aseguran que el aliado parlamentario más reacio a dar su apoyo es la formación de Belarra.
La comparación con Puigdemont
El respaldo de Junts tampoco parece sencillo. Aun así, los socialistas creen que la quita de la deuda autonómica, con Catalunya como segunda autonomía más beneficiada tras Andalucía, y la reunión del pasado martes en Bruselas entre Salvador Illa y Puigdemont, que fue en parte pilotada por la Moncloa, allanan el camino. Para sentarse a negociar, los posconvergentes ponen condiciones “difíciles de cumplir”, como saldar la deuda pendiente en inversiones en Catalunya, que cifran en 50.000 millones de euros, un cálculo que los socialistas no reconocen. También reclaman la oficialidad del catalán en la UE y la aplicación de la ley de amnistía al expresident de la Generalitat, dos medidas que forman parte del acuerdo de investidura pero que no dependen exclusivamente del Ejecutivo. Sin embargo, en el PSOE ven margen para el entendimiento.
“La actitud de Podemos, en cambio, no la entendemos”, señala un miembro del Gobierno, que recuerda exigencias de los morados como bajar por ley los alquileres en un 40%, algo que en la Moncloa se considera “inviable”, y no gastar en defensa “ni un céntimo más de euro”, algo que implicaría echar por tierra el compromiso suscrito con la OTAN.
Pero el PSOE no solo responsabiliza a los morados de este mal ambiente. Numerosos socialistas también señalan como factor desestabilizador a la propia Yolanda Díaz, que no ofreció hace dos años al partido de Belarra ningún ministerio ni puesto importante en el Congreso, contribuyendo así al cisma. Y lo peor, concluye un colaborador de Sánchez, “quizá esté por llegar”. Porque si Podemos y Sumar no concurren juntos a las próximas generales, y nada hace pensar que lo harán, las posibilidades de mantener el Gobierno, ya de por sí no muy altas tras los recientes escándalos de corrupción en el PSOE, serán “muy, muy pequeñas”.
Suscríbete para seguir leyendo