La ofensiva de Donald Trump contra los parques eólicos, y en concreto contra los marinos (offshore) afectan de lleno a la multinacional de origen avilesino Windar Renovables. La decisión de Donald Trump de retirar los permisos de construcción de los parques New England Wind 1 y 2, situados frente a la costa de Massachusetts, supondrá, de confirmarse, la cancelación de un proyecto millonario que afectaría de lleno a una empresa líder en su sector asentada en Avilés. La previsión era iniciar la fabricación de 61 piezas de transición a finales de este año. A día de hoy, todo está en el aire.
Iberdrola, a través de su filial estadounidense Avangrid, logró en 2018 la adjudicación del proyecto New England Wind, formado por dos parques distintos: New England Wind 1 y New England Wind 2. Se trata del que sería uno de los mayores parques eólicos marinos del estado de Massachusetts. Cuando la compañía recibió las primeras autorizaciones, con John Biden en la Casa Blanca, aseguró que la inversión directa llegaría a los 8.000 millones de dólares.
Pero Donald Trump considera que la eólica marina es «fea, cara y poco fiable» y además, los aerogeneradores son «caros y dañinos para las aves y las ballenas». Sin embargo, apuesta por las perforaciones para el petróleo y el gas.
Las consecuencias de la cruzada iniciada por Trump contra la eólica marina llega a Avilés. En la web de Iberdrola aparecía ya el año pasado que New England estaba «en desarrollo», un escalón por debajo de la fase de construcción, y estimaba que estaría acabado para antes de 2030.
El New England no es el único afectado por las maniobras de Trump para acabar con la industria eólica. Desde el pasado mes de enero ya ha bloqueado al menos cuatro proyectos en la Costa Este de Estados Unidos, algunos incluso próximos a su finalización.
Y esto ha colocado a las empresas fabricantes en el ojo del huracán. La previsión es que, para cumplir con los plazos anunciados por Iberdrola, Windar Renovables empezase a fabricar las torres eólicas a finales de este año. Pero de momento, todo se ha congelado a al espera de si la administración Trump hace efectiva la paralización para la que ya ha iniciado la tramitación legal, y que afectará a más empresas adjudicatarias.
La cúpula de Windar Renovables lleva tiempo preparándose para intentar minimizar, en la medida de lo posible, el golpe que supone la situación internacional. Y es que los frentes se multiplican en los últimos tiempos.
La caída de la carga de trabajo se explica por la presión del mercado asiático, la situación geopolítica internacional, la política arancelaria de Donald Trump, y que ni en el sur de Europa ni en España se construyen parques eólicos marinos. A todo ello se suma la ofensiva de la Casa Blanca contra las energías renovables en general y la eólica marina en particular.
La primera medida adoptada por Windar Renovables fue trasladar a 40 trabajadores de Windar Wind Services (WWS) a primeros de enero a Fene (La Coruña) por falta de tarea en su centro de trabajo de Gijón. El acuerdo inicial era que sería por nueve meses, con lo que el plazo vence este mes.
El problema es que en lugar de que mejorase la situación, parece ir a peor. De ahí que en otra de la filiales, Tadarsa Eólica, se acordara el pasado mes de junio un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para toda la plantilla hasta finales de 2026
Pero la afectación va más allá. Windar tenía previsto iniciar las obras de adecuación en sus instalaciones del Puerto de Avilés, las antiguas naves de Alu Ibérica (antes Alcoa) con el objetivo de comenzar a fabricar en 2027 los gigantes eólicos para parques marinos.
La inversión prevista asciende a 130 millones euros, con la creación de 600 los nuevos puestos de trabajo, que se sumarían al empleo ya generado por Windar en el Principado. A esos se añadirían los 200 calculados para la industria auxiliar.
La compañía está realizando trabajos de desmontaje y vaciado en el interior de las naves, a la espera de obtener las licencias de demolición y construcción para adaptar las instalaciones a sus necesidades. Ahora, tanto la inversión como las naves están pendientes de decisiones políticas, como las que pueda adoptar Donald Trump.
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