La primera ministra de Dinamarca, la socialdemócrata Mette Federiksen, ha dejado claro las prioridades de su país mientras presida el Consejo de la UE: el rearme europeo frente a la amenaza rusa y la lucha contra la inmigración irregular. El país escandinavo, de seis millones de habitantes, es un alumno avanzado en ambas materias. Ha aumentado con rapidez el presupuesto en Defensa –que incluye por primera vez el servicio militar obligatorio para las mujeres— y aplica una de las políticas migratorias más duras de la UE, propias de la extrema derecha. Federiksen es un ejemplo del giro en materia de migración de algunos de los partidos socialdemócratas europeos.
Este es el segundo mandato de Federiksen. En el primero (2019 a 2022) gobernó en minoría con el apoyo parlamentario del centro-izquierda. Ahora tiene de socio al centro-derecha, que sí forma parte del Gobierno. El ministro de Exteriores, por ejemplo, es el exprimer ministro liberal Lars Lokke Rasmussen.
Federiksen defiende dedicar el 5% del PIB en Defensa, como exige el presidente de EEUU Donald Trump a los socios de la OTAN. Cuando se hizo cargo del Gobierno danés hace seis años, el porcentaje era de tan solo 1,3%. Este año superará el 3%. El plan de rearme masivo cuenta con un fondo de 7.000 millones de euros hasta finales del año entrante. Esta cifra llegará a más del doble en 2033. Se trata de la mayor compra de armas e inversión en Defensa en la historia del país nórdico.
La mili obligatoria para las mujeres sigue la estela de Suecia y Noruega. A partir del pasado mes de julio, todas las danesas que cumplan 18 años tienen que inscribirse, someterse a una evaluación de aptitud y, si es el caso, entrar en un sorteo para llenar las plazas que el Gobierno quiere cubrir. El año pasado hicieron el servicio militar 4.700 soldados, de los cuales el 24% eran mujeres, pero voluntarias. Defensa quiere aumentar la cifra total de reclutas a 6.500 en ocho años. En todo caso, Dinamarca ya cuenta con un Ejército profesional de unos 9.000 efectivos. “La defensa necesita todo el poder de lucha que podamos movilizar”, dijo el general Michael W. Hyldgaard.
Compromiso con Ucrania
La amenaza rusa está muy presente es esa parte de Europa. Dinamarca es una plaza estratégica para la OTAN, por su situación geográfica en el mar Báltico. Tiene tropas desplegadas en Letonia (150 efectivos) y en Letonia (800 soldados), los pequeños países de la región que formaron parte de la URSS y que comparten frontera con Rusia. Junto a Lituania han manifestado su temor a ser el próximo objetivo del presidente ruso, Vladimir Putin. Moscú tiene base naval en la provincia de Kaliningrado, la única en el Báltico. Esta provincia quedó separada del resto del territorio ruso tras la disolución de la URSS.
Muy comprometido con Ucrania, el Gobierno de Copenhague anunció a principios de año la intención de enviar soldados desarmados a Ucrania para aprender las nuevas técnicas de combate. “Esta decisión pone en peligro a los soldados daneses”, fue la respuesta de Moscú. En el pasado, militares del país escandinavo participaron en las guerras de Bosnia, Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Las pretensiones de Trump de quedarse con Groenlandia, territorio semiautónomo de Dinamarca, preocupa también al Gobierno danés. “Europa se enfrenta a una situación grave, con una guerra en el continente y cambios en la realidad geopolítica”, dijo Federiksen tras anunciar que el país reforzará su presencia militar en la región del Ártico y el Atlántico Norte. “Groenlandia no está en venta”, insiste Copenhague.
En su giro a la derecha, Federiksen no ha dudado en asociar la seguridad de Dinamarca a la llegada de personas no occidentales que huyen de guerras y penurias económicas. En varias ocasiones ha llegado a decir que los inmigrantes y los solicitantes de asilo son “el mayor desafío” al que se enfrenta su país.
La primera ministra ha pasado de defender una “sociedad multiétnica” a asumir el discurso del partido de extrema derecha, Partido Popular Danés (PPD), y de los liberales conservadores. Cuando estos últimos fueron gobierno, con Rasmussen como primer ministro, aprobaron en el 2016 una ley que permitía a las autoridades confiscar a los solicitantes de asilo el dinero en efectivo, las joyas y otros objetos de valor para sufragar su estancia en el país. El Gobierno estudió también enviar a los inmigrantes sin papeles a una isla que albergaba un centro de investigación de animales contagiosos.
Hace tres años, con Federiksen ya al frente del Ejecutivo, se llegó a un acuerdo con Ruanda para trasladar al país africano a los solicitantes de asilo. Todavía no se ha hecho efectivo. Dinamarca es, además, el primer país europeo en señalar como “seguras” algunas partes de Siria para deportar a los refugiados del país árabe. “Tenemos demasiados extranjeros sin residencia legal en Dinamarca que no regresan a casa, es insostenible”, dijo en 2021 Mattias Tesfaye, el entonces ministro danés para la Inmigración e integración. Tesfaye, hoy a cargo del Ministerio de Educación, es hijo de un inmigrante etíope.
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