«Amor, es lo que siento por esta fiesta desde que con cinco años me pusieron a las 10 de la noche donde El Encanto para ver las carrozas, con un pantalón corto de cuero verde que me hizo para El Cristo nuestra Christian Dior de El Valle, Valentina». Así, con pasión por las fiestas de Pravia desde la niñez y un montón de anécdotas inició ayer el pregón de las fiestas de El Cristo y El Valle el abogado Jacinto Insunza Dahlander ante un nutrido público en el salón de plenos del Ayuntamiento.
Los recuerdos brotaron en el anuncio festivo que hizo Insunza, quien vive en Madrid, donde ha dedicado su carrera como jurista principalmente a defender los intereses de las Cofradías Españolas a través de la federación que las representa. También ha sido docente de estudios de posgrado en la Universidad Carlos III y, sobre todo, es praviano.
Esos primeras imágenes del pueblo en los años 60 y 70 del siglo XX olían «a rosas y a café recién tostado, y la peluquería de Elvira, se convertía en una guardería mientras Charo, Arturo, Julio y Marta peinaban a las madres. En el Retiro Fifi. Y Nivardo, que llevaba a mi primo Julín al bar de Aguilar, y en La Bombilla tapa de calamares frescos a la romana», rememoró en la mesa presidencial, flanqueado por el alcalde, David Álvarez, y la concejala de Cultura, Carolina Fernández, y rodeado por el resto de ediles de la Corporación praviana.
Insunza hizo innumerables agradecimientos a distintas personas a lo largo del pregón, con una larga lista de nombres, comercios y establecimientos como su compañero de pupitre, Juan Carlos, o al escritor y cronista oficial del concejo, Pepe Monteserín. Por ello, advirtió a los presentes: «Voy a quedar fatal con familias muy importantes para mis padres y para nosotros».
En las primeras fiestas que recuerda tenía cinco años y fue «el mejor Cristo». «Por la emoción que transmitía la gente y por la belleza del espectáculo, recuerdo además a un chaval a mi lado colgando las serpentinas del balcón de la casa de enfrente, cuando yo apenas llegaba a las carrozas, y pensé que al año siguiente llegaría también al balcón, pero no hubo más carrozas», añadió. Eran tiempos en los que los críos «solíamos tener más liquidez, gracias Violeta y Pepe».
Ese año, fue su padre Jacinto Insunza el encargado de organizar los festejos porque meses antes le habían propuesto ser alcalde y y él había aceptado. «Pero Fina (madre del pregonero) que lo quería mucho, le dijo que mejor no. Puede que supiera de buena fuente, ya que se habían venido a vivir al piso de abajo el alcalde saliente Florentino García de la Noceda y Carmina La Rinca, que ejercer el cargo no era tarea sencilla. Mi madre la adoraba y a Macamen, Mariló y Tino».
Siendo más mayor, lo mejor de las fiestas del Cristo y El Valle fueron los Bailes del Círculo en el Casón del Busto. «Con 13 años, en 1968, Fina me llevó a las 10 de una noche a uno. Me sentía mayor, pero no lo era. No obstante Ricardín Pire, un beso para toda la familia, me autorizó a ver el baile desde el balcón, aunque pronto vino al rescate Marta Solís y pude estar toda la noche suelto por la pista», comentó con gracia.
Los años pasaron y llegó la «última» fiesta del Cristo como juvenil. «Me cogió en la mili, en 1976. Tuve suerte y un oficial amigo de Alberto el de la Casa Nueva, me concedió permiso para venirme. No me perdí ni una». En aquel tiempo, al acabar las fiestas, se iba con su hermano Nacho dos o tres días a casa de Emilio Pérez Cueva para disfrutar de las de Santianes de Pravia. «Creo que para un niño o un adolescente cualquier fiesta del Cristo es la mejor porque estás con los amigos», detalló.
El pregonero terminó su emocionada lectura con más agradecimientos y un deseo, que las fiestas del Cristo y El Valle de Pravia de este año sea «la mejor de todos los tiempos». Además, la Corporación praviana le hizo entrega de un regalo. Se trata de un cuadro del concurso de pintura al aire libre «San Miguel» titulado «Pravia en la lejanía» de Benigno Rodríguez Sánchez. Un emocionado Insunza lo agradeció de corazón.
















