¿Y por qué Benidorm tiene que seguir creciendo? Esta fue, más o menos literal, la pregunta/sentencia que a principios de este verano tuvo que tragarse la delegación alicantina encabezada por el presidente de la Diputación, Toni Pérez, que había acudido a Madrid a una reunión en el Ministerio para la Transición Ecológica para reclamar agua. Si como yo cuando me enteré aún tienen los ojos como platos, les explico. Arrancaba el verano, la temporada alta turística, y Benidorm y el resto de las poblaciones de la Marina Baixa miraban con terror el nivel de sus embalses. Y por ello buscaban una solución y ayuda del Gobierno.
La interlocutora de la Administración central fue la expresidenta de la Confederación del Ebro. Acabáramos. Al final no ha habido problemas de abastecimiento gracias al agua que llegó a la comarca desde la desaladora de Mutxamel, de la que, paradójicamente, Benidorm es el principal cliente pese a no tener firmado ningún acuerdo con la planta. Pásmense de nuevo. Pero el principal destino turístico y motor económico de la provincia sigue al borde del abismo y sin recibir los 15 hm³ anuales que le correspondían como miembro de la Junta Central de Usuarios del Trasvase Júcar-Vinalopó… Marina Baixa, algo que se tiende a olvidar en Madrid.
Me ha vuelto a la actualidad esta frase de la alto cargo del ministerio tras leer que en La Romana se ha cortado, simbólicamente, el primer ramo de uva de mesa de la temporada. El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha aprovechado para recordar la lluvia de millones de euros autonómicos, que no tiene, para completar el trasvase de agua del Júcar, y Xúquer Viu –no olviden que detrás de los ecologistas están la Confederación del Júcar y los regantes valencianos-, vuelve a desempolvar el hacha de guerra pidiendo la paralización del envío de agua en un juzgado de Valencia. Veinticinco años después, más de lo mismo. Tensión, la provincia de Alicante ninguneada en Madrid y un millón de alicantinos aferrándose al libro de estilo del Consell cuando de reivindicar agua se trata.
Desde la administración hidráulica estatal se ha llegado a afirmar -fuera de micrófono, por supuesto- algo así como que la concesión de agua potable del Júcar para Alicante pactada con la Junta Central del Trasvase Júcar-Vinalopó en el plan hidrológico del Júcar 2015-2022 fue una especie de brindis al sol, una mentira (textual) en la que participaron ambas partes. Y, por consiguiente, que nadie se podía sorprender ahora de que el compromiso ya no figurase en la nueva planificación (2022-2027) o si figura con letra que ni se ve. Cuestionar el crecimiento y desarrollo de Benidorm lo confirma mientras el Medio y Alto Vinalopó siguen esquilmando los acuíferos para poder beber y subsistir.
Por eso, no queda otra que encabronarse más aún con todo este juego de medias verdades en el que se ha convertido un proyecto en el que se llevan gastados más de 500 millones de euros de dinero público -el suyo y el mío- o, créanme, tirar la toalla e investigar cuál es la mejor fórmula para limpiar la cocina o bajar de peso sin dejar el “Bigmac”. Seguro que, además, es más interesante que hablar del problema del agua.
Porque no olvidemos, además, que el pago de los cerca de 200 millones de euros en amortizaciones del cambio de la toma que impuso el Ministerio para la Transición Ecológica para «normalizar» el trasvase puede provocar un descenso del 14,6% en la producción agraria y del 13,4% en el empleo del sector. ¿A quién le importa? En Madrid a nadie.
Así y todo, los regantes siguen agarrados a esa máxima de que la peor agua es la que no hay. Justificación oficial del entonces presidente de la Confederación del Júcar cuando en 2005 se cambió la toma del agua, se diseñó la chapuza de Cullera y se expulsó del trasvase a Benidorm y L’Alacantí, condenándolas a garantizarse su futuro con agua desalada. Entonces, incluso, la electricidad estaba a un precio asequible.
¿Quién pierde? La de siempre, la provincia de Alicante. La razón oficial de los rectores de la CHJ de entonces fue que en Cullera había más agua para trasvasar. ¿Saben cuánta agua del Júcar ha llegado desde que se terminó la obra en 2010? Unos 50 hm³ de los 800 hm³ acordados. ¿Había más agua en la desembocadura? Decidan ustedes, pero parece que no.
Los regantes siguen confiando en que la incorporación de la energía fotovoltaica abaratará el coste del agua, en base a un estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena que sostiene que con una inversión de 62 millones de euros en paneles para aprovechar la energía del sol (el retorno se calcula en 10 años) sería posible reducir los costes de explotación en 0,17 euros/m3, sobre un caudal anual de 35 hm3 . Nada que objetar, pero para ello hay que disponer de agua y, ahora mismo, parece una quimera pese a que este año hayan llegado unos 25 hm³ de agua solo para regar, que no se olvide.
¿Se imaginan a Gobierno y al Consell convenciendo a los agricultores valencianos para que utilicen 100 hm³ de caudal depurado en la planta de Pinedo a cambio de soltar agua limpia para el Vinalopó? Se liberaría caudal hasta para abastecer la Vega Baja, a la que se le cuestiona el agua del Tajo, desde el pantano de Alarcón. Estaríamos ante un paso adelante hacia la verdadera vertebración del territorio, como tanto nos venden los políticos de turno pero que nunca se concreta.
En España nunca se ha abordado la falta de agua con criterios climáticos. Es inconcebible, por ejemplo, que el Gobierno entregue todos los años a Portugal un caudal de 7.000 hm³, y de hasta 9.000 hm³, del Tajo, cuando por el convenio de la Albufeira solo está obligado a 2.700 hm³, mientras el agua hace tanta falta en otros territorios de España, como la siempre ninguneada provincia de Alicante, tierra de acogida y trabajo para miles de españoles, y no solo turistas. Si, me refiero al trasvase Tajo-Segura herido de muerte por muchas promesas e inversiones en agua salada que lleguen desde Madrid.
Pero volviendo al agua del Júcar. No se me va de la cabeza la sentencia del catedrático emérito de Geografía y exrector de la Universidad de Alicante, perfecto conocedor de la realidad hídrica de la Comunidad Valenciana, Antonio Gil Olcina, hace ya unos años. «No te canses. En cuanto en Valencia vean amenazados sus regadíos se acabó el trasvase». No se ha cerrado del todo pero 25 años después el gran proyecto de Luis Alted, Miguel Iborra y José Ramón García Antón es historia. Mientras, sigamos cortando uva de mesa… mientras se pueda. Y, ojo, no juguemos con Benidorm. Pacto de Estado contra el fuego. Maravilloso pero tan importante o más es el agua para la agricultura y el turismo, y Benidorm sigue mendigando el oro líquido, pese a que lo pague bien pagado.
¿Por qué Benidorm debe seguir creciendo? Pues porque además de que no se pueden poner puertas para que no lleguen miles y miles de turistas al año (por algo será), su éxito beneficia a la provincia de Alicante, la Comunidad Valenciana y España. A ver si se enteran de una vez en la Moncloa.
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